Emoción básica e innata que surge en el nacimiento, sin necesidad de aprendizaje. Se origina en las amígdalas cerebrales, sistema límbico. Su función es movilizar conductas de rechazo ante estímulos corrosivos, tanto para la salud física como psicológica. Es de fuerte desagrado y disgusto hacia algo, como determinados alimentos, excrementos, materiales orgánicos podridos, olores, sabor o visión que produce necesidad de expulsar de forma violenta el contenido del estómago a través de la boca. A diferencia de formas menores de rechazo, el asco se expresa mediante involuntaria y apremiante reacción corporal como náuseas, vómitos, sudores, descenso de la presión sanguínea e incluso desmayo.

En los últimos días, para referirse a la ilegal, politiquera e ilegítima convocatoria y participación en la estafa electoral regional del 21N, se ha empleado insistente la expresión «sentir asco». Término contundente, apelar a él debe hacerse con discernimiento y reflexión.

En el contexto moral, comentar se siente «asco» es a la vez el máximo desprecio y también la valoración más subjetiva. No solo se juzga que algo está mal según principios éticos, sino que se subraya la reacción personal, ante la infracción de lo que debe ser respetado. Lo moralmente repugnante produce desaprobación, también sensación desaseada de bajeza, mezquindad y miseria maligna. La aversión moral no se distingue frente a lo horroroso, sino ante lo miserable. Nadie, muy pocos definen como «asco», cuando se está siendo bombardeado por un agresor injusto o un psicópata delincuente amenazando con arma mortal a un ser querido; sentirá indignación, impotencia, miedo, seguramente pánico, íntima sublevación ante lo que transgrede la armonía civilizada, pero asco propiamente no.

En cambio, repugnancia vomitiva -que no excluye repulsa, irritación, rabia, desaprobación- es lo que se experimenta ante quienes violan buenas costumbres ciudadanas, traicionan principios éticos y abandonan valores morales; que se enriquecen con la esclavitud laboral de niños o quien aprovecha la ruina de un evento natural inesperado para saquear, aprovecharse de lo ajeno. Y sobre todo sentimos asco repulsivo al escuchar a imbéciles pretendiendo justificar o minimizar estas fechorías en nombre de cualquier razonamiento infeliz, conveniente, utilitario e interesado. Por eso, es atinada y correctamente acertada la conclusión de que ante crímenes de lesa humanidad y violaciones de los derechos humanos la sociedad sienta «asco en grado superlativo».

Asco es fruto del desprecio. No se puede despreciar lo que está a punto de matarte o mata a otros cerca de ti. La barbarie política criminal, opresiva y sinvergüenza no es repulsiva, sino aterradora e intolerable. En cambio, resulta repugnante y asqueroso tratar de justificarla, pensar en comprenderla, cohabitar e inhibirse ante ella para evitar problemas y, sobre todo lamentarla cómplice sin hacer nada o muy poco para acorralarla, perseguirla, castigarla. Y de aprovecharse para proyectos políticos propios coincidentes con la de los bárbaros, es preferible no comentar. De hacerlo, este escrito sería salpicado con expelo tan pestilente que el asco seria perfume de la más fina esencia.

Es terrible que existan motivos suficientes que produzcan asco moral en la sociedad venezolana. El asco tiene un componente subjetivo, individual, intrínseco, intransferible. La sensación de repulsión y desagrado que produce alguien o algo y que impulsa a rechazarlo. ¡Corrupción, traición, envidia e hipocresía dan asco!

Los productos animales son los que tienen mayor potencial de provocar asco, a diferencia de plantas y objetos inanimados. ​La repugnancia es ligada con la contaminación e impureza, nos recuerda que somos animales y mortales por lo tanto generan miedo. Lo considerado asqueroso son cadáveres, heridas abiertas, desechos corporales como heces, esputo verde o pus; olor de los alimentos podridos y determinados animales como ratas, gusanos, cucarachas o formas en desarrollo como larvas y orugas; también deformidades en el aspecto físico de una persona. Las peculiaridades de la sensación para cada cosa difieren en diferentes culturas. Sin embargo, es ahora cuando se ha mostrado que este sentimiento se produce porque se asocia a un peligro de contagio de enfermedad.

Entendidos basan la capacidad de sentir asco en la genética. La dedocracia partidista de sectores supuestamente opositores son copia fiel y exacta al régimen dictatorial; son una burla e irrespeto a los caídos, torturados, exiliados y presos políticos.

Sin embargo, ilusos, fantoches, charlatanes y farsantes expresan con satisfacción, que la sociedad venezolana está sana, robusta, maciza, pero que los políticos no son capaces de ponerse de acuerdo. Bueno, si esta es una colectividad sana, ojalá no nos toque nunca vivir en una enferma. Puede que la sociedad venezolana sienta asco. Lo que entonces cabe preguntarse es qué sienten poco más del 80% de los ciudadanos, los cuales, según estudios de opinión, están asqueados, cuando se miran cada mañana al espejo.

@ArmandoMartini

 

 

 


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