En el actual contexto adverso, en el que la deriva autoritaria viola los canales democráticos, es prioritario que los ciudadanos nos organicemos para la articulación de las diversas fuerzas sociales. Y este encuentro puede producirse alrededor de nuestros problemas y emergencias comunes.

Actualmente, los venezolanos vivimos la emergencia de la crisis y las consecuencias de la pandemia de COVID-19 sin el apoyo de las instituciones del Estado. Por el contrario, el régimen de Nicolás Maduro instrumentaliza la emergencia y recrudece políticas de represión, sistemas de control y propaganda, en contra del bienestar de los venezolanos.

El Estado no ejecuta medidas profilácticas efectivas ni se coordina con el resto de la sociedad para enfrentar la pandemia. El régimen ataca a los trabajadores sanitarios y médicos, criminaliza a los contagiados. El rechazo y la desconfianza popular al gobierno dificulta también la implementación efectiva de protocolos de distanciamiento social y descontaminación, en una situación que se agrava en momentos en el que aumenta el número de afectados por la enfermedad.

Ante esta falta de Estado, en el que además se han bloqueado vías democráticas y pacíficas para el cambio, resulta prioritaria la labor de los distintos grupos, redes y organizaciones civiles que en nuestro país abordan nuestras emergencias más urgentes, funcionando como bastiones de convivencia e inclusión. En estas agrupaciones se monitorea y visibilizan los problemas, y se generan acciones concretas para enfrentarlos a través de programas y emprendimientos. Emprendimientos que resultan fundamentales porque en muchos casos representan la primera -o única- ayuda que reciben los grupos más vulnerables a la emergencia.

En nuestro caso, por ejemplo, Alimenta la Solidaridad ha mantenido el funcionamiento de su red de comedores a nivel nacional, sorteando los graves problemas de hiperinflación, colapso de servicios básicos y crisis de combustibles. Situaciones que han sido enfrentadas gracias al involucramiento de madres, líderes locales, comunidades, voluntariado y aliados.

El alcance de este emprendimiento llega a más de 15.000 niños en todo el país. Durante la cuarentena, con algunos comedores funcionando con leña y comidas entregadas en bicicleta ante la falta de gasolina, se han abierto nuevos comedores en estados como Táchira y se ha continuado trabajando manteniendo los protocolos contra el COVID-19.

Un factor determinante para sostener este esfuerzo es el involucramiento directo de las comunidades en el mantenimiento de comedores. Un trabajo logrado gracias al establecimiento de relaciones de confianza con las personas de la comunidad, así como líderes locales. De igual forma, también es significativa las distintas alianzas con otras redes y organizaciones civiles, en esfuerzos que además posibilitan la reconstrucción del tejido social fragmentado por la crisis y el modelo dictatorial.

Por ello insistimos en la necesidad de enfrentar el actual estado de orfandad institucional y emergencia continuada desde la base del encuentro activo de la sociedad. Un encuentro alrededor de la solución concertada de nuestros problemas más importantes, desde la articulación, la organización y la solidaridad de los ciudadanos.

Creemos que este encuentro es vital en la generación de nuevas estrategias que deben implementarse para los escenarios que estamos viviendo de continuación de la pandemia y radicalización del modelo dictatorial del actual régimen.

robertopatino.com


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