El ensayo de Federica Palomero, publicado  en 2022 por Kálathos Ediciones[i] (España), es el resultado de un largo trabajo de investigación. Asimismo, surge de un acercamiento personal y profesional a las producciones artísticas latinoamericanas, que se remonta a sus años universitarios. Esta obra se enfoca en las evoluciones históricas del abundante panorama artístico latinoamericano a través de sus artistas, poetas e intelectuales y constituye de este modo una  brújula valiosa para sus lectores.

La autora está en posesión de las cualidades necesarias para elaborar ese panorama del arte de América Latina. Además de estudios de Historia del Arte y de Literatura latinoamericana, los primeros en Francia (Toulouse), los segundos en Venezuela (Caracas), Federica Palomero desarrolla su experiencia profesional en diversos museos venezolanos, particularmente al frente de la Curaduría de Pintura y Escultura del Museo de Bellas Artes de Caracas. Durante más de 20 años, realiza curadurías de numerosas exposiciones, además de ser autora de varias publicaciones y de dictar conferencias en Caracas, Bogotá, Buenos Aires, Biarritz y ahora Madrid donde reside desde 2015.

Una de sus obras Pinturas y Esculturas de América Latina: obras maestras del Siglo XX, (traducida al francés: Ed. Atlántica-La Différence) confirma a los lectores franceses que el arte latinoamericano es el eje de su trabajo y su área de especialización. El Festival de Biarritz, festival del cine y de las culturas de América Latina, le encargó en 1999, en colaboración con María Elena Ramos, entonces directora del Museo de Bellas Artes de Caracas, una exposición de obras maestras de arte latinoamericano, y en 2006, ambas organizaron la exposición de obras latinoamericanas destacadas de la Colección Chappard.

Arte latinoamericano: identidad y alteridad (que no ha sido todavía traducido al francés) no pretende ser una historia del arte latinoamericano, aunque la autora privilegia los grandes movimientos artísticos y los artistas más significativos que hilvanan la historia  del sub-continente, desde la era colonial hasta la modernidad. De este modo, señala hitos en el tiempo y el espacio, que permiten entender tanto las rupturas como las recíprocas influencias entre América Latina, América del Norte y Europa.

¿Existe una especificidad del arte latinoamericano, y en qué consistiría? ¿En sus temas, sus colores, sus construcciones o tan solo en el origen geográfico de sus artistas?

La autora se plantea esas preguntas desde la perspectiva del concepto de identidad, enmarcado en la historia de la colonización y en los discursos poscoloniales, en los intercambios (en ambos sentidos) con la modernidad europea por medio de artistas, intelectuales y escritores “viajeros”. Al tratar estos temas, la autora no adopta una posición militante, al contrario, hace una revisión de las opiniones y las corrientes de pensamiento en su contexto histórico, y volviendo a las fuentes. Nos brinda asimismo esclarecedoras descripciones de algunas obras mayores que se suceden a lo largo de tres siglos. Su punto de vista parece a veces el de una genealogista meticulosamente documentada. Así es como tenemos entre manos una obra para los interesados en el tema que confían en su erudición.

El concepto mismo de “América Latina” está siendo revisado. Se remonta a 1856 y se impone en los estudios culturales a partir de los años 60 del siglo XX, en un contexto de oposición al expansionismo y la influencia de Estados Unidos. El término entonces propuesto no es sólo geográfico (se habría privilegiado “América del Sur” en contraste con “América del Norte”). Los países que componen esta América comparten una misma historia colonial, de la que se liberaron durante el siglo XIX, y el arte no es ajeno a las rupturas, pero de una manera particular. Las lenguas ibéricas compartidas son desde luego esenciales pero no suficientes para forjar una unidad en el campo de la identidad y la estética. La lengua como un tesoro la alaba Pablo Neruda en uno de sus poemas citados por la autora, donde evoca el oro que se llevaron los colonizadores y el oro que dejaron: las palabras. 

Identidad y alteridad

¿Qué ocurre con la estética latinoamericana?

Son muchos los escritores, intelectuales, artistas que viajan a Europa, sobre todo a París, del siglo XIX en adelante. Asimismo, artistas, novelistas europeos viajan a esos vastos territorios. Al trasladarse a Europa, los artistas de lengua española o portuguesa se descubren como latinoamericanos, se encuentran, se confrontan a la alteridad. En el siglo XX,  incluso en la distancia -o gracias a ella- enuncian y reivindican su pertenencia a América Latina diversos escritores: los argentinos Jorge Luis Borges (ya en 1921) y Julio Cortázar, los venezolanos Mariano Picón Salas y Arturo Uslar Pietri, el colombiano Gabriel García Márquez, los peruanos Alfredo Bryce Echenique y Mario Vargas Llosa, el mexicano Carlos Fuentes, el cubano Guillermo Cabrera Infante, entre muchos otros. Ocurre lo mismo con los artistas plásticos, como Francisco Narváez, Pedro Figari, Joaquín Torres-García… Con frecuencia fraguada en el diálogo y la confrontación con Europa, la singularidad latinoamericana tardó en reconocer su componente indígena y africano. El mestizaje asumido y reivindicado más tarde se convertirá en un rasgo dominante de la identidad cultural latinoamericana.

La lectura que propone Federica Palomero nos permite ver o volver a ver las expresiones artísticas desde el arte religioso de Perú y Bolivia en el siglo XVI hasta la modernidad, pasando por los indigenismos de principios del siglo XX, el muralismo mexicano, las corrientes paisajistas, la representación de la población negra y el surgimiento de las formas africanas, por ejemplo en Wifredo Lam y Tarsila do Amaral. Al mismo tiempo, las expresiones ideológicas y artísticas del siglo XX se globalizan. Numerosos artistas reniegan de aquello que denominan “folclorismo”. Siguiendo a Jorge Luis Borges, son muchos los que podrían afirmar: “… no debemos tener miedo, debemos pensar que nuestro patrimonio es el universo”.

Al confrontar sus obras y sus autores, la autora llega a constatar que la especificidad del arte latinoamericano está a la vista, que los universos singulares que los artistas han creado y siguen creando nos interpelan, a pesar de que el concepto de identidad no loga abarcar la multiplicidad. Algo queda, fuera de las definiciones, algo intangible “que se desliza, se escapa y se oculta…”.

Los interesados en el tema no deben temer la erudición de Federica Palomero: su pluma es ágil, la subjetividad de sus escogencias asumida como tal, el humor no está ausente y la lectura se hace felizmente esclarecedora.

Una aventura editorial latinoamericana en Madrid

La novel casa editorial Kálathos de Madrid debe ser celebrada por la excelente calidad de esta publicación, así como de las 60 ya existentes. El catálogo incluye novelas, recopilaciones poéticas, crónicas y ensayos. La mayoría de los autores son venezolanos, como los mismos editores, David Malavé y Artemis Nader; casi todos viven ahora en el exilio.

La gran editorial Monte Ávila[ii] de Caracas, fundada en 1968, posee un catálogo de miles de referencias. No está actualmente en capacidad de brindar su hospitalidad a esos pensadores, novelistas, poetas venezolanos, casi todos expatriados. Las dificultades de Monte Ávila no derivan sólo de las sanciones económicas o de la escasez de papel que también afecta a los editores de prensa. Casa editorial perteneciente al Estado y al gobierno, Monte Ávila está a cargo de “valorar el patrimonio cultural literario, con el fin de reforzar el Plan de la Patria y las políticas sociales de reivindicación y de dignidad de los pueblos venezolanos y latinoamericanos”.

Muchos universitarios, artistas, novelistas, no se identifican con este plan más impuesto que propuesto y se han ido dispersando en otros países latinoamericanos, Estados Unidos, Europa y sobre todo España. El despoblamiento de Venezuela se eleva a más de 7 millones de personas y se ha acelerado en los últimos años.

El despoblamiento intelectual ha hecho estragos; se trata de una tragedia a la que los editores y los autores de Kálathos intentan resistir.


Federica Palomero. Arte Latinoamericano: identidad y alteridad. Madrid. Kálathos editores, 2022. 195 páginas.

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Maurice Nahory ha ocupado cargos diplomáticos como agregado cultural de Francia en varios países de Latinoamérica. Sirvió como tal en la Embajada de Francia en Venezuela, donde desarrolló varios proyectos culturales de gran interés para la nación venezolana. Actualmente está retirado y vive en Lyon, desde donde apoya las manifestaciones culturales venezolanas y latinoamericanas en Francia y Europa.

[i] www.kalathoseditorial.com    [email protected]

[ii] Monte Ávila -Monte Ávila Editores Latinoamericana (monteavilaeditores.com)


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