Lo que se está viviendo en Colombia con respecto a las Fuerzas Militares no es nuevo: se trata del plan fundamental del socialismo del siglo XXI de acabar con el orden institucional dentro de ese pilar de la república en democracia liberal. Ya se vio en Venezuela y Nicaragua y se está comenzando a ver en Perú y Chile; por eso la prevención y la sensibilidad que existe en los militares ante un eventual triunfo del criminal de lesa humanidad Gustavo Petro.

La entrega del país a las FARC acordada por el traidor a la patria Juan Manuel Santos lo tenía todo planeado y ha sido implementado a la perfección. En primer lugar, está la campaña de desprestigio e injurias contra la institución, tendiente a minar su altísimo apoyo dentro del pueblo colombiano. Para ello un entramado de ONG marxistas, medios y periodistas simpatizantes del socialismo del siglo XXI, instituciones internacionales integrantes de la red progresista mundial como la CIDH, se abocan constantemente a denigrar de las Fuerzas Militares acusándolas sin pruebas de delitos contra los derechos humanos y denunciándolas como grupos organizados de criminales. Ante esto, sin fuero militar y con una justicia parcializada a favor del narcoterrorismo se ha minado la moral del cuerpo y se ha criminalizado a militares injustamente. La cúspide de esta estrategia es ese antro marxista de impunidad de los narcoterroristas y de persecución de militares demócratas que es la JEP.

En segundo lugar, se procedió a debilitar los anticuerpos que tienen las Fuerzas Militares en su seno para atacar a los enemigos de la democracia y privilegiar a los colaboradores de la subversión, a través del desmantelamiento de la Inteligencia Militar y la subordinación de las Fuerzas a entes fuera de su seno dirigidos por el general Alberto Mejía, quien como comandante de las Fuerzas Militares minó su institucionalidad desde adentro y quien debido a la debilidad de Duque siguió desde afuera y como retirado dirigiendo los hilos de la institución. El desmantelamiento de la Inteligencia Militar fue la condición “sine qua non” para la desmovilización de las FARC, pues sin eso no estaban seguras de poder seguir delinquiendo como en efecto lo hacen, en la combinación de las formas de luchas, bajo el disfraz de “disidencias”.

Prosiguió esta estrategia de desinstitucionalización de las Fuerzas Militares con la prohibición de la fumigación aérea de los cultivos de coca, la cual permitió que Colombia se inundara de esta droga, resquebrajando la lucha contra el principal flagelo que destruye la vida social del país. Al estar las Fuerzas Militares cruzadas de brazos por esta norma, le impide luchar efectivamente contra el narcoterrorismo, dándole ventaja a este enemigo de la institucionalidad democrática.

La etapa final está en plena vigencia, la presentación de esta institución como un grupo criminal y corrupto, permeando su prestigio popular y dando pie a acciones drásticas de desmantelamiento de las mismas en una eventual dictadura marxista del socialismo del siglo XXI comandada por Petro, luego de llegar al poder por la vía electoral, como lo prescribe la cartilla del Foro de Sao Paulo.

Es por eso que existe un ambiente enrarecido en el seno de las Fuerzas Militares, se sienten abandonadas por el “establishment”, que parece ser que como pasó en Venezuela se hará el de la vista gorda ante su destrucción y posterior conversión en una milicia comunista, en una eventual dictadura del socialismo del siglo XXI. Prueba de ello es que ante los últimos acontecimientos de una inusitada campaña de difamación e injuria contra las Fuerzas Militares por parte de Petro, los medios (con la excepción de Semana) no le han dado la importancia debida a la agresión de Petro contra el Ejército y la salida pública en su defensa por parte de su comandante, el general Zapateiro.

Es que esta polémica es solo la punta del iceberg del descontento que existe en los cuarteles por la fase final de la arremetida del socialismo del siglo XXI contra la institución militar, último baluarte de la democracia. Semana sintetiza ese sentimiento con las palabras de un general: “Total respaldo personal e institucional, fue una gran posición histórica de mi general Zapateiro. Gran defensa exigiendo el respeto de los soldados que damos la vida por la patria todos los días. Gran admiración a mi general por la manera como le contestó al candidato”. Es que en los cuarteles hay claridad que la arremetida verbal de Petro contra la institución no es casual ni inocente: “Los ataques verbales son más dañinos que los disparos, los ataques verbales contra la institución calan en la moral de la tropa, en especial la manera como nos generalizó con los narcos”.

La síntesis de lo que está pasando lo describe el reportaje de Semana con esta afirmación: “No nos enseñaron a prepararnos para la guerra política, nos enfocamos en 99% en la guerra armada, sin darnos cuenta de que por el lado político nos estaban ganando muchos espacios (…), en la parte militar lo hemos hecho de una forma excelente, perdimos en la parte de la guerra política”, dijo otro alto oficial del Ejército. “Felices los de los Comunes y demás grupos narcoterroristas. Cero erradicaciones de cultivos ilícitos, por ejemplo, ¡los narcos felices!”, complementó otro general de la república que aceptó hablar con Semana.

Bien hace las Fuerzas Militares en estar prevenidas contra la etapa final de esta arremetida tendiente a su destrucción por parte del socialismo del siglo XXI, bien se sabe que no se llegará a las vías del golpe de Estado, pero si es bueno que estén alertas los militares en prevenir el ultimo pilar de la institucionalidad republicana que lo son las Fuerzas Militares. El próximo gobierno, como se prevé que será el de Fico, debido precisamente a un reagrupamiento del electorado democrático en torno a la alternativa que les asegura la estabilidad democrática, tal como acaba de suceder en Francia, deberá tener como prioridad la defensa de la institucionalidad militar atacando de frente las estrategias destructivas que el comunismo internacional. El próximo gobierno debe ser incólume en una guerra contra el socialismo del siglo XXI, que es el principal enemigo de la democracia. Por ejemplo ¿qué tal el general Zapateiro de próximo ministro de la Defensa? ¡Un golazo de Mundial!


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