Las economías de Colombia y Venezuela tienen en la actualidad trayectorias y dimensiones distintas en PIB. Colombia creció en 2021 a 314.500 millones de dólares. Venezuela cayó (durante 9 años) a un estimado de 50.000 millones de dólares. En 2012 Venezuela tenía un tamaño de 352.000 millones de dólares.

El tamaño de la economía (PIB) de Venezuela pasó de ser el 4° de América Latina, detrás de Brasil, México y Argentina, en 2012; a ser el 14° de la región en 2021 (el PIB está en 50.000 dólares). Un tamaño ahora equivalente a la mitad de la economía del Ecuador. Fue un colapso devastador.

Las estimaciones del tamaño de la economía venezolana en 2021 apuntan a 50.000 millones de dólares corrientes (PIB); mientras que en 2012 era de 350.000 millones de dólares. Fue un colapso trágico.

Arreglarlo exige más que propaganda de “recuperación”.

Las cifras de pobreza relativa o crítica (sin cubrir necesidades de alimentación) son variables, pero se estiman por encima de 80%. El enorme deterioro en servicios de electricidad y agua habla de un país que retrocedió en décadas en logros sociales previamente alcanzados.

Venezuela tiene una población estimada en 28,5 millones de habitantes. Solo 1% con alto poder adquisitivo, que son cerca de 285.000 personas que van a restaurantes, generan tráfico en algunas zonas y asisten a conciertos. Ojalá Venezuela se arreglase así de fácil. En realidad se requiere de un gran esfuerzo.

Una pequeña minoría de venezolanos tiene una riqueza acumulada en el exterior de unos 300.000 millones de dólares, de cualquier origen: por trabajo, herencias, ahorros o por corrupción. No se puede juzgar el estado de una economía por el patrón de consumo de 285.000 u otro número cercano de privilegiados.

Como afirman los empresarios, al menos cambió la destructiva y primitiva visión socialista/comunista que Hugo Chávez asumió con vehemencia después del 11 de abril de 2002. Luego de 20 años de errores ideológicos, políticas económicas, corrupción y conflicto político, se hundió Venezuela. Tocamos fondo y hoy hay un ligero respiro.

Pero el respiro económico actual con apertura de mercados, dolarización parcial, sin un marco legal adecuado, sin financiación al sector privado y con el sector público en cesación de pagos de su enorme deuda acumulada, no tiene fuelle ni posibilidad de durar mucho.

Se requieren nuevos cambios.

La economía venezolana tiene un potencial de recuperación rápida en su sector de petróleo y gas, así como en la economía no-petrolera; pero requiere de estabilidad política y seguridad jurídica y una muy buena gestión económica y social. Nada de esto puede ser provisto por Maduro y su gente.

Si Venezuela pudiese volver a elevar la producción de petróleo y gas, con levantamiento de sanciones y un piso estable de cambios políticos y económicos, entonces el panorama futuro sería de enormes oportunidades en recuperación y progreso. El mundo necesita energía y Venezuela la tiene.

 


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