El extravío de la arquitectura que alguna vez le dio timbre e identidad a Las Mercedes,  consagra el elevado y rentable estatus de urbanización comercial que ha alcanzado, siendo tan inherente al socialismo del siglo XXI cambalache. De excentricidades que no tardará en recuperar plenamente,  por lo menos, hasta que las camarillas del poder se acuerden tras la molienda de los intereses representados por El Aissami, el sector al este de la ciudad capital expresa fielmente un modelo económico garabateado por las zonas especiales, quincallizable todo el país, al mismo tiempo que despunta una lumpemburguesía de traumas infantiles que todavía la resienten, redundando en una estética del deterioro, por defecto y exageración.

Ningún afán proselitista los convocó, y consigna política alguna esgrimieron los conferencistas que recientemente versaron sobre seis edificaciones emblemáticas encaminadas al olvido, bajo la iniciativa de DOCOMOMO de Venezuela. Así, María Teresa Novoa, Edgar Cruz Contreras, Edmundo Hernández y la incansable Hannia Gómez, cautivaron al público que prácticamente no cupo en la Sala TAC de Paseo Las Mercedes, sabiéndose en una  escenografía que explicó muy bien la magnífica exposición de Juan Iribarren.

En el marco de la edición inaugural de Caracas Design Week 2023, distintas escuelas se dieron cita a propósito de la muy bien documentada reflexión sobre Miguel Salvador Cordón y el edificio Donosti (1949), el constructor desconocido del edificio 274 (1950), Urbano de Mantxobas y el edificio Aralar, (1950), José Abasolo y el edificio Amayur (1953), Donald E. Hatch y el Centro Comercial Las Mercedes (1954), Carbonell & Sanabria y el edificio San Carlos (1954). Cada conferencista se detuvo en los detalles del inmueble correspondiente,  subrayando pacientemente los méritos y novedades (aún vigentes) en el contexto de una urbe –por entonces-  en transformación, pero igualmente dio cuenta de las recurrentes y  obscenas modificaciones experimentadas en los últimos años, diluyéndose las obras en silenciosa advertencia de la definitiva demolición que se aproxima.

El modelo urbano del régimen que lo es, activamente participado por la presunta oposición que gobierna el municipio, hace de Las Mercedes un gigantesco bodegón de bodegones que tanto desean emular las restantes alcaldías del país poco conformes con el común enjambre de las calles del hambre, afectando el tradicional comercio formal. El cambio crecientemente orquestado de las ordenanzas que hacen también de las barriadas populares, un complejo de bazares de toda índole, no tiene contemplación alguna con la vocación de los lugares,  el diseño de casas y edificios, calles y avenidas que conceden identidad, memoria y calidad de vida, a favor de la perpetua provisionalidad del paisaje que banaliza y hastía la mirada.

El constante intercambio mercantil de todo nivel que monopolizan los prohombres del poder y sus colaboradores inmediatos, privilegia los sitios de una alta densidad poblacional. Buhonerizados de muy diversas maneras, complotados por el ruido y las extravagancias que juran marcar una pauta, los cambalaches del socialismo requieren de una piñatería constante, con diseños virales que los creen de una imbatible distinción, tal como los trepadores sociales de la hora – impávidos – hacen de sus novísimas adquisiciones un batiburrillo de la cursilería decorativa, exagerando la estética de sus ascensos.

En las locaciones de menor y peor suerte, como las adyacencias del mercado municipal de Quinta Crespo o del Centro Médico de San Bernardino,  convienen en una estética de la ruindad que bien muestran los inmuebles invadidos, notables  por los ranchos literalmente encaramados en las azoteas. O la consabida e impune quema de la biblioteca de la UDO en Cumaná, nos impone de una realidad propia de la ingeniería y arquitectura forense.

Esta vez, no se trata de un acontecimiento sísmico, una falla estructural, o el impacto de un misil sobre edificios que provocan una injusta e inmediata pérdida de vidas, sino de una deliberada cultura espacial y visual que también afecta los derechos humanos, propiciada por el régimen tal y como alguna vez lo comentamos Nicomedes Febres Luces y el suscrito, en los tiempos que combatimos el otrora proyecto de Ley Orgánica de Cultura,  diez y más años atrás, en la Asamblea Nacional y, huelga comentar,  in situ.  Finalmente,  las recientes disertaciones de María Teresa, Edgar, Edmundo y  Hannia, aportan varios y valiosos  elementos preventivos y paliativos, ojalá capaces de suscitar la discusión de legos y especialistas con miras a la ruptura y transición  – o viceversa – democrática y humanizadora.

@Luisbarraganj


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