La Inteligencia Artificial dictaminó recientemente que Aristóteles era el filósofo más importante, más influyente de la historia. No significa nada nuevo bajo el sol;  cualquier persona medianamente culta seguramente hubiese llegado a tal conclusión.  A  lo más Platón puede compartir algunos aspectos del sitial, tanto que un autor de nuestro tiempo  destaca que la historia de la filosofía no pasa de ser un permanente enfrentamiento entre el “pensar platónico” y el “pensar aristotélico”.  Me excuso de entrar en esa disputa, pues soy bastante ignorante en materia filosófica, aparte de ser también ignorante en otras disciplinas que cultivaron por igual estos dos genios del pensamiento universal.  Confieso que de Aristóteles solo he leído su Política, su Ética a Nicómaco y el estudio que le dedicó a la Constitución de Atenas, para concluir que a mí me basta su reflexión ética y  política para resaltar su suprema relevancia en estos campos en comparación con su maestro.

Acercarse a las vicisitudes que recorrió la obra del Estagirita desde su muerte el año 322 a.C. hasta su redescubrimiento en el siglo XIII europeo,  es una fascinante aventura que rompe con la estrecha visión que como compartimientos estancos confronta a  Occidente con Oriente. Efectivamente la Europa medieval redescubre a Aristóteles  gracias a las traducciones que se realizan del árabe y el siríaco al latín, generando a partir del señalado siglo una revolución intelectual en tanto dimensión medular de la cultura occidental, que terminará irradiando su influencia, diríamos universalizante, hasta nuestros días prácticamente en todos los campos del saber.

En nuestra disciplina, la Política, el aporte de las ideas de Aristóteles está asociado a la idea y el concepto de República, en tanto una larga y rica tradición de reflexión política, la llamada tradición republicana, que encuentra en nuestro  autor el núcleo genético de su concepción, sea en su exposición teórica como en su plasmación práctica, teniendo su referente de estudio en la Atenas clásica, de la que efectivamente no llegó a ser ciudadano, pues al ser meteco la Constitución se lo impedía. En dicha polis desarrolló su pensamiento, primero bajo la égida de Platón en la Academia, y luego en el Liceo, institución por él fundada, donde se da culminación a lo más original de su labor intelectual. Aristóteles inaugura pues la tradición republicana, siendo su Política el eje central, que unido a la experiencia de la antigua República romana, sentará las bases de una visión política, tanto en sus principios y valores como en sus instituciones, que desde esa época, en las ciudades –república italianas (entre otras en Padua, Milán, Florencia, Pisa, Siena, Florencia y Arezzo), dará comienzo a una andadura, que combativa por lo demás frente a las monarquías y otras formas políticas de cuño autocrático, no ha cesado hasta la actualidad. Así  nosotros, Venezuela, nacimos independientes como república, pues republicanos fueron nuestros padres  fundadores, lo fue de forma excelsa el Libertador, y con todas nuestras inconsecuencias lo seguimos siendo en la actualidad.

En efecto, la reflexión aristotélica es la fuente de actualísimas ideas y conceptos que se debaten con fruición en la reflexión política de hoy, en la búsqueda de la forma política adecuada para enfrentar la corrupción y la arbitrariedad en el ejercicio del poder, así como generar la felicidad de sus ciudadanos. Temáticas como la concepción aristotélica  de la comunidad política;  su  idea del bien común,  la formación del ciudadano y la educación cívica; la prudencia como la  virtud política por excelencia;  la constitución ideal;  la clase media  y su relevancia para la estabilidad de la democracia y el gobierno moderado;  constituyen dimensiones de meditación permanente para  la Política, tanto en lo teórico como en lo práctico, dentro de la mencionada gran tradición republicana, siendo, repito, Aristóteles su primer sistemático y clarividente expositor.

No es de extrañar en absoluto que la Inteligencia Artificial haya reconocido a Aristóteles como el filósofo más importante e influyente de la historia, pues como se ha afirmado, es una inspiración aristotélica lo que muchos sabios de hoy encuentran en el fondo de sus empresas teóricas, de lo cual doy fe con sencillez y sin  petulancia alguna, en mi condición de politólogo.


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