El pasado domingo fueron las elecciones primarias en Argentina, las cuales allá son obligatorias. En las mismas los partidos políticos participantes ofrecen alternativas para  que el público escoja el candidato que prefiere para cada puesto electivo en la competencia general que se va a efectuar el venidero 22 de octubre.

La extrema derecha (tarjeta violeta) presentó un solo candidato, Javier Milei, quien en definitiva se impuso.

El liberalismo no extremo, del expresidente Mauricio Macri (tarjeta naranja), presentó dos candidatos surgidos luego de una fuerte lucha interna: Patricia Bullrich, que ganó y Horacio Rodriguez Larreta, alcalde de Buenos Aires.

El peronismo kirchnerista (tarjeta azul) presentó dos candidatos: Sergio Massa, actual ministro de economía, y Juan Grabois, un activista iconoclasta.

El resultado obtenido por Milei fue sorpresivo por varias razones : a) su nombre iba solo  en la tarjeta; b) la cantidad de votos recibidos por él representa 30% del total emitido mientras que la tarjeta amarilla de Bullrich obtuvo 28% (disputados con Rodríguez Larreta); c) el peronismo obtuvo 27% disputados entre Massa con 22% y Grabois 5%). d) Los demás no lograron ni  aparecer en pantalla.

Las cifras apuntadas sugieren que la elección definitiva de octubre (que tiene doble vuelta) se disputará entre Milei y alguno de los otros dos. Si el ganador no logra 40% más una diferencia de 10% con el segundo entonces habrá otra vuelta.

Así pues los escenarios son que Milei enfrente ya sea a Bullrich o a Massa que disputarán fieramente el segundo lugar en la primaria recién hecha para que les dé derecho a la segunda vuelta.

Si octubre se disputa entre Milei y Bullrich la pelea será entre un liberalismo extremo y un liberalismo más flexible y moderno.

Si por el contrario el segundo lugar lo obtiene el peronismo y en diciembre pierde por paliza, ello pudiera anunciar el ocaso de esa ideología híbrida y populista que ha gobernado Argentina por buena parte desde 1955 cuando Perón fue depuesto.

También se ha hablado de que ante una situación tan precaria como la que enfrenta ahora el actual presidente (Alberto Fernández) pudiera renunciar antes del fin de su mandato (Diciembre) y entregar  el cargo al ganador final del actual proceso. Eso ya ocurrió con Alfonsín quien en julio de 1989 , ante circunstancias parecidas, tiró la toalla y entregó la presidencia al electo Menem que debía posesionarse en diciembre.

Hay quienes dicen que el triunfo de Milei es el de la extrema derecha. No compartimos totalmente esa opinión. Milei es de extrema derecha, pero es además un populista excéntrico cuyo grito de campaña fue «que se vayan todos» que representa el hartazgo de la gente (especialmente los más jóvenes) con la forma de hacer política lo cual evoca el clima que se vivía en la Venezuela de 1998 que desembocó en la victoria del «Vengador» Chávez cuyas consecuencias aún vivimos.

Un  tema digno de apuntar es el colapso de la izquierda en todas sus modalidades la cual no pudo acumular ni 5% de los sufragios. Es temprano para afirmar que ello es el resultado de la característica pendular de la política latinoamericana teniendo en cuenta los triunfos de Lacalle Pou en Uruguay, Peña en Paraguay, Lasso en Ecuador o Chaves en Costa Rica además de la moderación exhibida por Boric en Chile quien siendo elegido como izquierdista se ha comportado hasta ahora con sorprendente moderación.

Lo que debe resaltarse es que en Argentina, sumida como está en una crisis histórica, la elección se realizó en perfecta paz, sin agresiones,  sin reclamos de nadie y con normal funcionamiento institucional. Mal que bien en aquel país la democracia funciona, con dificultad pero funciona.

Los argentinos tienen casi tres meses para reflexionar si el casi seguro colapso del peronismo y el kirchnerismo será sustituido por una derecha ultraliberal que luce obsoleta en este siglo XXI, abanderada por un líder que actúa como un payaso aunque dice cosas más o menos serias o si decantarán por un centro liberal. Vale anotar que Milei, como María Corina Machado, es él y solo él, no tiene estructura partidista y apenas una escuálida representación legislativa con la que no parece fácil aprobar las leyes tan drásticas que promueve como la eliminación del Banco Central, la reprivatización de la empresa petrolera estatal (YPF), retirarse de Mercosur, flexibilización de la legislación laboral, dolarización y otras que requieren más que la voluntad del Ejecutivo.

Para la Venezuela democrática el cuadro se presenta favorable anticipando que quien  quiera que ocupe la Casa Rosada a partir de diciembre seguramente no será parte de los «chicos malos» que asolan el continente y como consecuencia Argentina pueda convertirse en importante ficha en el esfuerzo por recuperar la democracia en Venezuela.

Así pues, Nicolás, Diosdado, Tarek & Cía, vayan borrando Buenos Aires, París o Madrid de sus agendas de exilio, más bien concéntrense en las delicias de Managua, La Habana, Qatar, Minsk o Moscú como destino final para sus ambiciones revolucionarias, si es que la justicia nacional o internacional no los requiere para rendir alguna cuentecilla.

@apsalgueir1


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