1. Los resultados de las elecciones parlamentarias del domingo pasado no debieron sorprender a nadie bien informado. Desde hace tiempo se sabía que ocurriría una gran abstención. Esa tendencia ha estado presente en los últimos años, justamente desde que se deshizo la unidad de las fuerzas opositoras del año 2015. La oposición no tiene un liderazgo indiscutible y unificador. La unidad es su único elemento aglutinador. Esto deberían tenerlo en cuenta todos los dirigentes de oposición. El resultado del 6D implica que no habrá ningún cambio significativo en la situación del país. El chavismo seguirá en el poder con un apoyo popular minoritario que apenas alcanza a 13% de la población venezolana (4,3 millones de votos sobre 33,6 millones de habitantes), pero tratándose de votos cautivos, feudatarios y rigurosamente controlados, es evidente que el soporte real del chavismo es mucho menor.
  2. La nueva Asamblea Nacional no tendrá ninguna trascendencia. Sustituirá a la Asamblea Nacional Constituyente que el régimen montó para reemplazar a la legítima AN de 2015, ganada por la oposición y a la que impidió funcionar durante cinco años. Se sentirá más cómodo con ella, pero no obtendrá ningún otro beneficio, porque la nueva AN será una simple extensión del PSUV. No tendrá reconocimiento, no ejercerá potestades propias y no se diferenciará en nada de las otras Asambleas Nacionales en las que el chavismo ha sido mayoría. Los grandes problemas nacionales no serán resueltos, más bien se agravarán, porque a la nueva AN no le será permitido salirse del guion pautado por el autoritarismo oficial. No estará en capacidad de promover ninguno de los cambios necesarios para mejorar la situación del país.
  3. A los dirigentes de la oposición los resultados del 6D deberían revelarles lo que es evidente para la mayoría de los venezolanos, pero que ellos no quieren ver, o simplemente no les importa: que sin la unidad opositora, como la que se produjo el año 2015, no se podrá derrotar al chavismo, cuya única misión, eficientemente cumplida, ha sido apoderarse del país, de sus recursos y de sus instituciones, todo ello logrado mediante la degradación y el sometimiento de la Fuerza Armada Nacional.
  4. Una vez pasada, como ha sido, la triste experiencia del 6D, corresponde a la oposición pasar la página de sus disidencias, de sus pugnas y, sobre todo, de sus apetencias individuales y de grupo, que han sido la causa fundamental de sus fracasos. La unidad de la oposición nacional es un requerimiento de carácter histórico, político, moral, racional y humanitario. No hay razón alguna que justifique la acción particularista de las diferentes fracciones opositoras. Mucha lucha se ha librado, mucho dolor se ha soportado y mucha sangre se ha derramado para que una dirigencia política, que no ha estado a la altura de las circunstancias, desestime todo eso y lo sacrifique en una contienda indigna de intereses subalternos.
  5. Dentro de un año afrontaremos eventos políticos decisivos: elecciones de alcaldes y gobernadores y referéndum revocatorio del mandato presidencial. ¿Estaremos en las mismas condiciones actuales de pugna, impotencia y desunión? Señores dirigentes políticos de la oposición: ustedes ya son parte de la historia de esta época oscura de la vida nacional, ¡carajo, reivindiquen sus nombres para la posteridad, doblegando sus intereses particulares y permitiendo la unidad nacional requerida para salir definitivamente del chavismo, cambiar el rumbo del país, y encauzarlo por una senda más digna y honrosa, más cónsona con el legado de nuestros libertadores y de tantos otros grandes venezolanos del pasado!  ¡No pierdan la última oportunidad de reivindicarse!

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