Desde hace algún tiempo no dedicaba algunas líneas a los cambios en el sistema internacional puesto que otros temas desviaban mi atención, aunque siempre relacionados con el leiv motiv de lo que algunos llaman cambio de época, en el cual se intenta enmarcar las relaciones que van más allá de los Estados, impactadas por fenómenos que aún estamos intentando procesar. Por tanto, voy a dedicar estas líneas a apuntar algunas ideas que se derivan de los acontecimientos mundiales más recientes como son la invasión de Rusia a Ucrania, los ataques del Hamás a Israel, el expansionismo chino, el cuestionamiento a la democracia y supremacía de  Estados Unidos, los conflictos latentes en el orbe y la puesta en duda de la capacidad de la gobernanza global para gestionar los asuntos en la comunidad internacional.

En este contexto, muchos analistas coinciden a partir de consideraciones teóricas, entre las cuales se distinguen el constructivismo y el realismo para el análisis, en que nos encontramos en un mundo poswestfaliano por la cesión inequitativa de la soberanía de los estados en favor de entes supranacionales, en un mundo hibrido entre lo terrenal y lo virtual, en la dicotomía de democracia/autoritarismo, en la discusión de si el derecho puede ser derivado del  poder, en un multilateralismo alternativo y en una multipolaridad desbalanceada.

Un ejemplo concreto de una gran escisión es el reclamo de China al puesto que debería corresponderle en el mundo por su ascenso como la potencia que indiscutiblemente compite con el hasta hace poco hegemónico Estados Unidos. Mejor explicado no pudiera estar al oponer el Consenso de Beijing al Consenso de Washington, veamos:

El Consenso de Beijing es un término que describe la diplomacia y el modelo de desarrollo llevado adelante por China respecto de los países en vías de desarrollo, y muy especialmente en lo que concierne a los africanos y Latinoamérica..​Occidente y China tienen en esta materia posiciones muy diferentes, sobre las necesidades y los métodos para sostener e impulsar el desarrollo de países con retraso relativo en materia económica-social-productiva-institucional puesto que la posición occidental al respecto está contenida en el llamado Consenso de Washington, que tiene por ejes principales el libre cambio, las privatizaciones, la reducción del papel del Estado y la desregulación de los mercados, incluyendo el mercado de trabajo a través de la flexibilidad laboral, siendo la democracia el denominador común entre sus participantes.​ Por su lado, la línea política china presta gran atención a la no injerencia (amplia independencia y respeto en lo que concierne a las problemáticas internas) en lo que tiene que ver con los asuntos particulares de otros países, promoviendo en lo económico-social-productivo, un desarrollo «a la china»: estructuras (líneas férreas, puertos, represas, por ejemplo) y producción (industria, minas, petróleo, etc), dejando los aspectos cívicos a las instancias políticas. Es decir, no importa el modelo político, respeto a los derechos humanos ni libertades fundamentales de la población de sus socios.

La rivalidad entre las dos grandes potencias ha sido reseñada por varios autores como La Trampa de Tucídides, término acuñado por el politólogo estadounidense Graham T. Allison, basándose en una cita del historiador y militar de Atenas en su obra Historia de la Guerra del Peloponeso, de que fue el ascenso de Atenas y el temor que esto infundió en Esparta lo que hizo inevitable el conflicto. Allison empleó el término para describir una tendencia hacia la guerra cuando una potencia emergente desafía el estatus de una potencia dominante. Ahondó en este concepto en su libro de 2017 Destined for War, que sostiene que China y Estados Unidos están en curso de colisión para un enfrentamiento militar.

Rusia, por su parte, segundo aspirante como potencia de primer orden, queda fuera del juego por los momentos, empezando por el terrible cálculo que hizo de su invasión a Ucrania. Aquí la diplomacia multilateral preventiva también tuvo un fracaso; sin embargo, para sorpresa de Putin la respuesta de la OTAN fue inmediata, de consenso y eficaz. La resistencia de Ucrania con la ayuda de los aliados, su desconexión del sistema de pagos SWIFT y su expulsión del asiento al cual había sido electo en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU así lo demuestran. Queda en la discusión de algunos su pertenencia al Consejo de Seguridad con argumentos legales que no parecieran que vayan a prosperar, aunque también existen quienes propulsan por una limitación la figura del veto, que no es un privilegio sino una responsabilidad, para que no exista cuando se tratan de violaciones masivas de los derechos humanos.

En cuanto a la gobernanza global, el multilateralismo alternativo frente a la ineficacia de la ONU en cumplir con su mandato de preservar la paz y seguridad internacionales, implica que la resolución de conflictos se haya venido trasladando a entes como la Unión Europea, G-7, G-20, BRICS, originalmente con fines económicos pero que paulatinamente se han venido ocupando de aquello que la ONU no ha podido. No significa por ello que la organización y sus agencias hayan dejado de representar su papel en temas de vital importancia para la humanidad, todo lo contrario, el cambio climático y las epidemias amén del impulso a la Agenda 2030, en la cual se contemplan los Objetivos de Desarrollo Sostenible, son la esperanza de un planeta mejor que el que actualmente tenemos.

Finalmente, no puedo dejar de lado el impacto que tiene en el mundo lo sucedido hace una semana en el Medio Oriente. El terrible ataque de Hamás y sus consecuencias permanecerán mucho tiempo en el sistema internacional. Las reacciones mundiales se conformaron entre aquellos que apoyan a Israel de manera decidida y luchan contra el terrorismo, los que también lo hacen poniendo el límite del derecho internacional humanitario y los que apoyan a Hamás invocando la falacia de la causa palestina (para nuestro pesar entre estos últimos están Petro y Maduro, haciéndonos ver que nuestros países convalidan esa barbarie). Las posturas de muchos de estos actores políticos van a influenciar de alguna manera en  la reconfiguración de un nuevo orden mundial.

Mensaje a los venezolanos

Este domingo, como todos saben, se van a celebrar las elecciones primarias para la escogencia de un candidato que pueda hacer cambiar la catastrófica situación de los venezolanos.

Te invito a que seas protagonista de esta grandiosa oportunidad de lograr el país que quieres para ti y los tuyos. Vamos todos a demostrar que amamos Venezuela y que rechazamos la desastrosa usurpación del poder que hoy padecemos bajo un régimen indolente, ineficaz y que no cuida de los intereses de los venezolanos como lo demuestran a diario.

El lunes 23 amanecerá con una esperanza, una luz en nuestro camino del retorno a la democracia, el bienestar y el respeto a nuestros derechos. ¡Contamos contigo!

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