En los viajes largos el camino por el que transitamos es mayormente recto. Independientemente de la ruta que tomemos, casi siempre eso es así. En tales casos, sin constantes giros de un lado a otro, el camino se acorta. Por el contrario, cuando nos desplazamos por parajes curvos, especialmente aquellos que obligan a avanzar con especial cuidado, el viaje se hace más largo. En tal tipo de situación es inevitable que tome más tiempo llegar al destino preestablecido.

La introducción anterior ha de verse como simple abreboca para dar entrada al tema que queremos tratar hoy, el cual tiene su razón de ser en la muy especial circunstancia de que el mismo está relacionado con las políticas y acciones que viene ejecutando el presidente Joe Biden en sus relaciones actuales con Venezuela, las cuales, en opinión de ciertos doctos, “benefician” a la dictadura mal llamada “bolivariana”. Las críticas no han dejado de hacerse presente y, lo que es peor, muchas se llevan a cabo sin profundizar en las motivaciones subyacentes. Y allí, precisamente, como decía Cantinflas, está el detalle.

Es absurdo pensar que Biden está, sin más, apoyando al conductor de Miraflores. Lo que realmente tenemos ante nosotros es una situación sui géneris, esto es, una circunstancia que es muy peculiar, que no coincide exactamente con lo que designa, sino que es algo distinto. Para empezar hay que tener en cuenta que la Reserva Estratégica de Petróleo de USA ha bajado de manera significativa y sin que ello sea una calamidad para el gobierno norteamericano. Hasta ahora la prudencia y él no dar pasos en falso es lo que se ha impuesto en la patria de George Washington. Adicionalmente, no se debe pasar por alto que la producción petrolera en Venezuela es un verdadero desastre. Eso se pone de manifiesto con las muchas estaciones de gasolina, a lo largo y ancho del país, que no tienen ni una gota de combustible para la venta. La anterior situación se hace descarnadamente presente en una muy singular coyuntura: Venezuela es el país con las mayores reservas de petróleo en el Mundo. Peor desaguisado no es posible.

Ahora, más que nunca, se impone que los pasos que en terreno político se den se lleven a cabo con extrema prudencia. Tengamos siempre presente que, después de la tormenta, viene la calma. De la dictadura venezolana saldremos. Lo importante es no perder las esperanzas. La historia de Venezuela, al igual que la de todos los países, es un subibaja. Hay tiempos malos y tiempos buenos. Sin embargo, en nuestro caso particular, no podemos perder de vista la condición de “estado de gracia” que nuestro país ha tenido y disfrutado gracias a sus inigualables riquezas minerales, así como sus bellas islas, playas, montañas, llanos, ríos, selvas, valles, fauna de todo tipo, variados climas y  bella población.

Yo sigo apostando a mi país: VENEZUELA.


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