El sufrimiento entendido como pena o padecimiento es una variable sine qua non de la vida. Todo individuo que transita bajo el milagro de encontrarse con su sistema biológico funcionando, en algún momento padece. Puede que el sufrimiento sea de carácter físico por casa de una enfermedad, emocional o psíquico por dolores del alma, pero en cualquier caso, el sufrimiento aparecerá en todas las etapas de la vida, y bajo presentaciones diversas. En sí mismo padecer no es agradable y gestar sufrimiento mucho menos, pero será ineludible aprender a lidiar con el mismo.

La falacia de concebir la vida en extrema felicidad o éxtasis perpetuo, proporcionada por la era moderna que entrona el placer y la instantaneidad, genera una concepción irreal de las vivencias y viene acompañada de profunda frustración, cuando la verdad se manifiesta. Los afanes diarios requieren esfuerzos constantes que en muchos momentos incluyen sufrimiento, en menor o mayor grado. Por ejemplo: hacer ejercicio y mantener un cuerpo saludable, implica el esfuerzo de la actividad física de forma periódica y el dolor muscular cuando se está adquiriendo condiciones. Estudiar algo implica que debes divertirte menos y mantenerte concentrado en los objetivos, incluso los días que quisieras hacer algo más. Y así, podríamos enumerar infinidad de padecimientos asociados a las actividades que se emprenden.

Sufrimientos mayores agobian a los individuos cuando deben enterrar a un ser querido, o enfrentar una afección de salud de mayor o menor gravedad. El desconcierto de saber que por más que te esfuerces, no todo está en tus manos, y que la vida está llena de sorpresas. Es allí, donde resulta útil alimentar una vida espiritual que te permita trascender del plano terrenal y posicionarte en la mentalidad de vivencias con propósitos. Esto permitirá que cualquier situación sea útil para aprender, transformar o editar las letras de canciones internas que nos sustentan. Autoevaluándonos de forma y fondo, es decir, en la sustancia y la apariencia.

Padecimientos transformadores nos afirman y corrigen capacitándonos para el porvenir con tal vehemencia que somos sorprendidos. Quien creería que en nuestro hermoso país Venezuela, donde existía gran abundancia, padeceríamos escasez o limitaciones y que aprenderíamos, de mala manera, que es necesario valorar. Que así como existe una hipotética mejor condición, también existe una peor. Por ello, aun en los malos momentos, debemos ser agradecidos. De esta manera, se afirma que la aflicción trae crecimiento, nos adiestra y atestigua lo que somos.

Lejos de querer convencer de lo agradable que puede ser sufrir según como lo asimiles, o persuadir a que se acepte el padecimiento con extremo positivismo. Hago una invitación sublime a mirar la oportunidad en el dolor, puede ser una ocasión para avanzar, cambiar un proceder o modificar algunos pensamientos. También puede ser un momento para retomar caminos o volver de callejones oscuros y sin salida. Los pasos que se dan con homeostasis celular son limitados, es decir, la vida siempre será muy corta. Padecer de más o sin aprendizaje, no tiene sentido, mantener la fe y esperanza, hacer lo posible y creer que Dios hará lo imposible. Esto nos da una causa por qué luchar y energía vital para continuar.

@alelinssey20


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