El régimen que llegó al poder hace 21 años por medio de mentiras y engaños, envuelto en una cháchara floripondia decimonónica-cantinflérica, no ha hecho otra cosa desde sus inicios que ir aplastando a los venezolanos; bástese citar la destrucción de la moneda, la hiperinflación, la tortura a los presos políticos, privados de libertad por ser disidentes (les matan sus mascotas y se las enrostran), y una diáspora que roza 6 millones de almas, una realidad que describe la perversidad sin parangón en la historia patria en cuanto ataque alevoso a la familia venezolana. No hablemos de la peor traición por haber cedido la soberanía y el mando a Cuba.

Valga una muestra para verificar lo expuesto, ubiquemos la carta que solo una mente alocada pudo dirigir al Chacal, terrorista mundial, y la carta reciente del digno policía Simonovis que recibiera el presidente Trump en sus manos. De la comparación podemos hacernos una idea clara de la noche oscura en la que una corporación criminal sumergió a esta tierra de gracia.

Así como el pelotero Reggie Jackson fue conocido popularmente como Mr. Octubre, el presidente interino Guaidó pudiéramos llamarlo Señor Enero. Sin duda que ha sobresalido con un segundo debut que a muy pocos se les da. El objetivo no se logró en 2019 y ahora todos los factores se alinean para que se consiga en 2020.

Debe tomar este relanzamiento estelar con humildad y saber que el reconocimiento le viene por representar al sufrido y valiente pueblo venezolano que ha sabido ganarse la solidaridad del mundo a su causa democrática.

El mandato es acelerar la transición democrática sin retruques de diálogos falsos y cohabitación, desprendiéndose del grupete conocido por sus malas artes de darle oxígeno al régimen cuando estamos alcanzando el objetivo.

Como reconociera J. J. Rendón, el nuevo estratega, un acierto de Guaidó: “No me interesa si la película es mala (lo fue en 2019), pero mirando hacia el futuro lo que me importa es el final de la película”, y ya podemos vislumbrar que pudiera ser buena. El presidente no solo debe invocar la unidad sino ejercerla, al incorporar a la dirección política a valiosos venezolanos que han sido ignorados. El momento no es para engolosinarse con el efímero éxito, sino convertirlo con grandeza en camino seguro para alcanzar la libertad.

Hoy la usurpación se ha hecho protuberante y patente a la vista del mundo, la escaramuza de la toma de la Asamblea Nacional con el falsario de Parra a la cabeza se desploma como un castillo de naipes. Sepamos que la Asamblea Nacional no vence en 2020, porque estamos en medio de una usurpación. Primero lo primero: el cese de la usurpación y luego lo demás.

El apoyo unánime de republicanos y demócratas de la primera potencia nos compromete en hacer las cosas bien, y para ello necesitamos todos mantener la visión “2020”.

¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados, ni exiliados!


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