Ningún país actual puede resolver su drama socioeconómico por sí mismo. Para muestra de solo una semana bastan dos botones que lindan con la ficción. La Cuba castrista, sin la madrastra Rusia de Putin, pide socorro a Estados Unidos para resolver uno de sus desastres más radicales como es la ausencia de infraestructura eléctrica a todo nivel, situación que coloca de nuevo en la calle al pueblo esclavizado que pide libertad.

Igualmente increíble resulta la visita de Antony Blinken a Colombia para respaldar el inicio concertado de la pacificación regional con el narcomadurismo en compromiso esta vez si es refrendado por el aval de la Misión de la ONU para la Determinación de los Hechos.

Adoro a Antony Blinken y a esta altura del programa vital me hacía mucha falta este súbito flechazo hacia un político actual. Es inteligente, muy culto, equilibrado, amable en el trato y al mismo tiempo firme. Por fin y por necesidad extrema Estados Unidos mira de nuevo y esta vez con urgencia a su “patio trasero”, frase que como todo militante comunista de la vieja guardia repetía mi querido amigo y compañero universitario Jesús Sanoja Hernández. Una vez le pregunté por qué “trasero” si las casas pueden tener también otro delantero. Y sonriente me aclaró que sus gobiernos de ambos partidos tradicionales miran al subcontinente siempre de espaldas, por el retrovisor.

Anécdotas aparte, promueve angustiosa confusión la conducta de la Casa Blanca porque Chevron cobrará al militarismo chavomadurista las deudas pendientes, pero al mismo tiempo esta mafia criminal recibirá cuantiosos dólares durante y después de la activación petrolera exportadora. Ni un céntimo de esa entrada será utilizado para reparar o fundar un nuevo sistema hidroeléctrico, ni le serán devueltos a los propietarios legítimos sus bienes expropiados, ni dejarán de censurar el constitucional derecho a la libre expresión, no pagarán a los gremios pedagógicos ni a los pensionados sus legales salarios retenidos, es decir, robados. Ni hablar de la salud pública que es fatalmente insalubre.

Sin duda, los organismos llamados de “seguridad” continuarán en sus delictivas fechorías que violan los elementales derechos humanos y presionando con sus fichas en La Haya para que la Corte Penal Internacional postergue decisiones cuyas fatales consecuencias están a la vista.

No se puede creer en los beneficios ofrecidos por esta contradictoria política estadounidense y centroeuropea que insiste en solicitar “elecciones libres, limpias y verificables” si saben bien que la ex Venezuela sigue la pauta electoralista de Putin y los castrocubanos a la cabeza. Ese milagro nunca sucederá porque sufragios confiables no están en la naturaleza de los regímenes totalitarios.

¿Qué debe exigir una oposición competente y decente, si existe? Cuentas claras, no más cuentos.

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