Consigno por anticipado: Yo soy antichavista desde el 4 de febrero del 92 del siglo pasado. Y antimilitar desde que tengo uso de razón. Es decir, soy antichavista originario.

Puedo entender el papel de la Fuerza Armada no politizada, sometida al poder civil, democrático y constitucionalmente constituido, conforme con el Estado de Derecho y en pleno cumplimiento de las funciones que le están asignadas según el ordenamiento jurídico vigente en la República. No la concibo haciendo política ni participando en actividades propias de las organizaciones (partidos) políticas.

¿Unión cívico-militar? Desde Chávez, es decir, el mismo Chávez hablaba de esa inconstitucional conjunción; él, quien hubiera preferido llegar al poder por las armas, y no por los votos, pues esto lo sometía a controles democráticos. Bueno es repetir, que sobre el régimen que hoy está aposentado en Miraflores existen dudas y firme cuestionamiento sobre su legitimidad de origen, y también de ejercicio. Así las cosas, lleva en la aleta el plomo de incertidumbre.

Las intentonas delirantes del golpista difunto no contaron con el apoyo del pueblo venezolano. Para dicha de la nación, el presidente Carlos Andrés Pérez descabezó las dos intentonas golpistas y aunque algunos filibusteros le soplaban desconocer las instituciones, aceptó ser enjuiciado.

La Constitución no establece nada de eso: socialismo, comunas, poder comunal, revolución, ni ningún otro similar desafuero. ¿Unión Cívico-Militar? No señores. Aún cuestionado en su origen, es al desgobierno, que se dice legítimo, a quien perjudica tal concepción o denominación. Si hay democracia (hoy herida de muerte) no hay lugar a tal despropósito.

El difunto ofreció vender la flota de aviones, lo cual no hizo. Rechazó la ayuda de Estados Unidos cuando ocurrió la tragedia del estado Vargas (vaguada con muchos muertos y pérdidas materiales). Vargas sigue igual, lamentablemente.

La dependencia del fracasado modelo cubano sigue, aún hoy, ejerciendo tenebrosa influencia en esa cosa que nos desgobierna. Muchos casos de ataques, atropellos y violación de derechos humanos a los estudiantes y a la población civil que protesta ya están en instancias internacionales. Muchos registros audiovisuales y testimoniales.

La visita a Venezuela de la instancia de la ONU que preside la doctora Michelle Bachelet, precisamente en materia de derechos humanos y los informes presentados sobre la misma –entre otros documentos emanados de organismos internacionales especializados- no puede ni debe perderse de vista.

Apodos y remoquetes entre los zafios de la barbarie, habría que preguntárselo a chavistas, pues de ellos provienen tales calificativos, pero aún así, podemos afirmar que Venezuela no saldrá de esta barbarie ni con la continuación del proyecto megalómano del difunto que con sus ideas explosivas y planes diabólicos comenzó toda esta barbarie.

Lamentablemente hoy en Venezuela, no se puede medir con precisión la inclinación política en el país, es decir, del electorado o población votante. Hay encuestas y encuestadores impresentables, vendidos.  Y el gobierno no da cifras, no le conviene. Pero sí existe –ya no la percepción- sino la certeza de los niveles de pobreza y abandono en que se encuentra la población venezolana, azotada e impedida de ejercer los derechos humanos más elementales.

Hay que continuar civilizando la política como todas las actividades humanas, como el deporte, el amor o la cortesía. Hay que enfriar a los fanáticos que aprendieron una sola consigna, se cristalizan en un solo eslogan, y han asumido el modelo nefasto contenido en esa pesadilla quinceañera que promueve –groseramente– el parasitismo, la dependencia y el hedonismo a costa de los dineros públicos.

No se requiere de mucho talento o filosofía para comprender cuándo un hombre es falso o hipócrita, y Venezuela, desgraciadamente, ha sabido desenmascarar a muchos de sus líderes, que infieles a sus promesas, solo han vivido su egoísmo.

Los militares siempre han fracasado en el gobierno. No existe una excepción. Una verdadera lástima que la mediocridad partidista que se ha criticado tanto, haya llegado a lo más profundo del barranco con una clase política mucho peor que adecos, copeyanos y masistas de otros tiempos.

Hoy vemos una nueva casta de ricos y pillos del erario. Los hay que pescan en río revuelto y hacen pingües negocios con la muna del Estado. Más serviles y menos independientes, más lacayos y lambucios, además de tristes servidores del militarismo más arbitrario y abusivo que se haya vivido en Venezuela.

Que prive el Estado Social y Democrático de Derecho y que estas palabras sean bases para la discusión, más allá de la diatriba, y que ojalá salgan mal parados los traficantes de noticias, los del juego sucio, los que amenazan en nombre de sus amos.


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