Conforme transcurren los días, las empresas continúan preparándose no solo para enfrentar lo que resta de año, sino también 2021. La nueva realidad las ha llevado a profundizar en la investigación de sus mercados y hacer análisis quirúrgicos de sus desempeños financieros para poder acometer de la manera más satisfactoria los planes corporativos presentes y futuros.

Sin embargo, para llevarlos a cabo es necesario contar con recursos financieros y eso implica diseñar e implementar estrategias de inversión y financiamiento efectivas, que estén acordes con los tiempos que corren, contemplando los riesgos y beneficios de las acciones que se deben tomar en el corto, mediano y largo plazo. Para ello se requiere de un análisis concienzudo y detallado de la rentabilidad de la inversión y del contexto económico-financiero actual.

Ante lo cual no hay que perder de vista lo señalado por la red global KPMG sobre el impacto que está teniendo la pandemia en amplios sectores empresariales y las incertidumbres asociadas con esta contingencia. “Se habla de una crisis aún mayor que la de 2008, de cambio de paradigma, de un punto de inflexión en el proceso de globalización, por lo que existe una heterogeneidad de pronósticos, más o menos fundamentados, y que serán diferentes para cada país, sector, e incluso subsector”.

Este cúmulo de variables “fuera de control”, de acuerdo con la firma, influye “inevitablemente a la hora de analizar la posición financiera de las compañías, sus necesidades de financiación, el dimensionamiento de su capacidad productiva, sus proyecciones de resultados y de generación de caja, y por supuesto en la propia valoración de los negocios o los socios que, estratégicamente, mejor pueden encajar en una transacción”.

Por todo lo esbozado anteriormente, las empresas deben contemplar una perspectiva mucho más amplia, que la que tradicionalmente desarrollan, en cuanto al diseño de las estrategias de inversión y financiamiento, incorporando diferentes ángulos de análisis y planteando propuestas de valor más innovadoras.

De allí la importancia de que no solo sean las estrategias más adecuadas, sino también sustentables, para lo cual hay que tomar en cuenta la estructura financiera y el nivel general de endeudamiento, que incluye evaluar las distintas fuentes de financiamiento, sea con recursos propios o externos. Y, sobre todo, no perder de vista la premisa, como así lo ha enseñado la práctica, que nadie invierte de forma improvisada -aún más en este momento- porque estaría poniendo en juego el capital tangible e intangible de su empresa, es decir, su patrimonio.

Esto significa que es fundamental que las compañías a la hora de planificar su estrategia de inversión y financiamiento tengan muy claro sus objetivos, pues están involucrados aspectos clave como aumentar el capital, generar liquidez y tener posicionamiento. De esta manera, se procura garantizar la rentabilidad, permanencia y consolidación de los planes que se ejecuten.

Para llevarlo a un plano más práctico, estas estrategias ayudan a las empresas a tomar de manera acertada decisiones relativas a fuentes de ingreso y diversificación como, por ejemplo, adoptar un modelo de integración vertical, ingresar a un nuevo mercado u ofrecer una nueva cartera de productos a los clientes.

La crisis desatada por la pandemia debe también verse como una oportunidad para que las empresas adopten un enfoque distinto en materia de inversión y financiamiento, que les permita ser más resilientes y prósperas.

Ante una nueva era, nuevas estrategias de inversión…


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