El madurismo tiene sus encuestas y hablan del enorme descontento de la población, que se sigue acrecentando. No solo por la interminable crisis económica, sino también por el desmadre de los servicios públicos, cada vez más caotizados; la escasez de combustible que paraliza hasta los sectores agrícolas y el pésimo manejo del covid-19 -la mayoría sigue sin estar vacunada y se suma la amenaza de la variable Delta-. Todo esto coloca al régimen en una situación de autodestrucción política.

Si a tales efectos de degradación humana en la sociedad venezolana sumamos las mafias armadas que se apoderan del país; la manera como estas operan en espacios como la Cota 905, en Caracas, donde según cifras oficiales hubo al menos 30 civiles heridos en 2 días de enfrentamientos; eso deja la connotación de una situación que en nada difiere de un país en guerra.

De hecho, lo ocurrido puso en evidencia que el madurismo no tiene pueblo, y son estos mismos hechos de enfrentamientos entre policías y delincuentes los que los comprueban. En lugar de haber salido a festejar el supuesto control de la Cota 905 por parte de quienes serían los «buenos», lo que han hecho los vecinos de esta popular zona es denunciar  a los «funcionarios» que hasta se habrían apoderado de sus alimentos y pertenencias.

Por ello, cuando el madurismo hace públicas imágenes del arsenal y armamento supuestamente incautados a la banda del Kokí en el mencionado sector de Caracas y después asegura – sin presentar pruebas creíbles y determinanes- que tales materiales bélicos son responsabilidad de la oposición que controla Juan Guaidó, en el supuesto de que fuera verdad, lo que hace es dejar en evidencia la enorme deficiencia de los controles de la «fuerza armada» y las numerosas alcabalas que existen en todo el pais. ¿Cómo es posible que desde el extranjero ingrese semejante material de pistolas, fusiles, granadas, lanzacohetes y municiones hasta una zona muy cercana a Miraflores?

En tal contexto de realidad social y criminal que azota al pais, activar el discurso de bazofia política contra la delegación de la Unión Europea por las observaciones que ha realizado a la inconstitucional «ley de ciudades comunales», que deroga de facto la estructura del Estado consagrada en la propia Constitución, envía un mensaje claro, contrario al diálogo y la confianza en el proceso electoral.

Ante tales respuestas del madurismo, es obvio, que los avances que se habían logrado en materia de acuerdos electorales con las declaraciones de confianza en el sistema del voto y escrutinio del sufragio que habían realizado los rectores Enrique Márquez y Roberto Picón, quedan en un vacío de garantías. Ellos mismos han rechazado la detención de Javier Tarazona y parte de la directiva de la organización Fundaredes, y ahora el encarcelamiento del dirigente opositor Freddy Guevara, a quienes la Fiscalía acusa de «terrorismo». En el fondo es una estrategia del madurismo para hacer de las elecciones regionales unos comicios muy similares a los que dieron origen a la actual «asamblea nacional».

Tampoco se puede obviar que las intenciones de encarcelamiento de Freddy Guevara no son recientes, así que sobre esta «detención» el régimen siempre podrá apelar a cualquier «expediente abierto» del pasado.

Entonces, en caso de que Márquez y Picón decidieran retirarse del CNE tras estos hechos, sus declaraciones sobre el sistema electoral quedarán grabadas y por ende, ante cualquier acción o reacción que se suscite, el madurismo tendrá a los integrantes de la «mesita» de su oposición para ir a elecciones y «vencer» frente a una oposición fragmentada. Es obvio que con acciones de este tipo el madurismo solo genera desconfianza en sus «iniciativas de garantías democráticas».

Javier Tarazona y Freddy Guevara no creo que salgan en libertad en el inmediato plazo porque ellos se han convertido en instrumentos para alcanzar la disolución política de la oposición ante las venideras elecciones regionales. Si no se quiere entender esta realidad es porque se pretende caer en la trampa del madurismo para seguir «gobernando» siendo no solo minoría electoral, sino con un inmenso rechazo de la población.

El madurismo quiere validar su hegemonía de neototalitarismo en estas elecciones regionales, pero sabe perfectamente que una oposición unida lo dejaría no solo revocado de facto como gobierno en decadencia, sino que también sería un no rotundo a las recientes detenciones no solo de Javier Tarazona y Freddy Guevara, sino del resto de los presos políticos, y por supuesto, el querer instaurar la mal llamada «ley de ciudades comunales», con la cual pretenden hacer de las gobernaciones y alcaldías simples palabras «institucionales».

Solo una oposición unida ante el voto, que soporte estas nuevas arremetidas del madurismo por destruir la unión de los sectores democráticos, podrá salir airosa en tan tortuoso camino. Hay muchas espinas y vidrios en el camino que se debe transitar políticamente descalzo. No hay otra alternativa. O se marcha con esas dificultades, o ya podremos imaginar los resultados, y la consecuente entrega del país a quienes lo han hundido en la miseria, el hambre y la destrucción humana.


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