Además del temor y aprehensión justificada por lo que parecía una victoria del obediente al Foro de Sao Paulo y sumiso del Grupo Puebla, izquierdista guerrillero y comunista en Colombia, el crecimiento enorme, inmenso de un curtido veterano de la tercera edad fue, más que sorpresa, una magnifica esperanza. Se podría comprender el aumento del conocido como “Fico”, de aspecto joven, político tradicional a quien se le reconoce un buen proceder en la Alcaldía de Medellín, capital de Antioquia, región de progreso y exigencias. Pero con desconcierto, Sergio Fajardo, de nuevas generaciones y considerado como el candidato mejor preparado para la sucesión de Iván Duque, quedaba fuera de juego.

Pero el que vino de atrás rematando y clasificó en la primera vuelta es un hombre de 70 y muchos años que ni siquiera hizo campaña de calles y multitudes. De hecho, no tiene carrera política clásica, no ha sido dirigente ni tiene estructura partidista, sin ocupar cargos en la administración pública, sólo presenta el ejercicio por un período de la alcaldía de la ciudad donde nació y creció, Bucaramanga, incluso en malas relaciones con opositores que lo acusaron -según él injustamente- de corrupción.

De repente, y hasta donde se conoce, este desconocido no sólo se convierte en el adversario del extorsionador, secuestrador, verdugo y guerrillero, sino que la mayoría de sus electores son jóvenes hartos de los sinvergüenza que mataron, robaron y engañaron a Colombia con el acuerdo incivil e innoble, dejando atrás a respaldados, de menor edad, y teóricamente relacionados con la realidad mundial.

¿De dónde salió el ochentón que amenaza con alcanzar la Presidencia, y crece frente a una candidatura de largo trecho?, ¿qué significa quien al final de sus setenta años incluso asegura que las críticas de Maduro y su posición contra Colombia no le importan? Candidato que, a diferencia de muchos políticos que aspiran, tiene fortuna propia y solidez financiera.

No es abogado ni economista, parlamentario, dirigente comunal ni ha hecho carrera alguna en ningún partido, es auténticamente independiente. Ni liberal, ni conservador ni se declara de izquierda o derecha, es millonario sin partido y sin tendencia conocida.

Sin embargo, más importante, es un colombiano que se ha hecho a sí mismo, ganado cada peso con su trabajo y talento. Dedicó su vida a la construcción, ingeniero de universidad y de plena dedicación. Su obra no se habla, se ve, se vive. Y ésa es diferencia clave, esta forjado en el trabajo, entiende y ejecuta el valor de la palabra empeñada, del contrato, de cumplir con el compromiso adquirido y no entiende de gratuidades. Se ha ganado la vida fomentado riqueza con faena y valía de trabajo.

No se dedicó a ocupar espacios en medios de comunicación ni escribir artículos de prensa, no ocupó áreas etéreas sino que las construyó para ser habitadas. Representa, así, al colombiano que hemos visto y compartido en Venezuela; que trabaja duro, sin flojera, que no pide ni da cuartel a la pereza, al que ha sido víctima de la violencia criminal; su hija secuestrada por la guerrilla criminal, asesina, delictiva y narcotraficante, sabe en carne viva lo que eso significa.

No hizo campaña tradicional, renunció a la mentira y ambigüedad, dijo la verdad, no recorrió calles ni repartió promesas en mítines, tampoco negoció espacios. Adulto, ejercitado por el tiempo y experiencia de 77 años que se ha hecho a sí mismo, que conoce la tierra que pisa y el pueblo que la ocupa, por eso su cruzada fue en conversaciones directas con los ciudadanos a través de esa comunicación sin intermediarios ni trucos que son las redes sociales.

¿Quién es Rodolfo Hernández? Aplicando la sabia frase bíblica “por sus obras los conoceréis”, tenemos que desear se consolide su aspiración frente a un bandido guerrillero, mácula indecente, populista y prometetodo del comunista, socialista, forajido y atracador. No pronuncia grandes discursos, no convoca masas, pero es diferente para la Presidencia, conocedor de Colombia y colombianos, que no los enferma con drogas, secuestra para chantajear y luego matarlos. Posee lo que se necesita para rescatarla del bandidaje, caos politiquero y narco-guerrillero.

Rodolfo Hernández sí podrá conducir a un gran destino. Los colombianos tienen esperanzas de un mejor futuro y derechos insatisfechos, quieren una nación próspera y en paz. No promueve destrucción de empresas y empleos. Colombia necesita aprovechar su patrimonio empresarial, energético, industrial y comercial.

Petro lleva su vida destruyendo Colombia, el país de todos y de las futuras generaciones. Una nación se construye con ideas, trabajo, emprendedores que invierten su vida y bienes, crean empresas y empleos, riqueza y bienestar; para que el Estado irrigue con los impuestos en resolver deficiencias en educación, salud e infraestructura. Una mejor calidad de vida.

@ArmandoMartini

 

 

 


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