El miedo es libre y puede conducirnos a estados de angustia; incluso, puede llevar a quienes la sufren a ejecutar acciones insólitas con el único propósito de “protegerse”. En este último supuesto nos referimos a lo que se conoce como “huida hacia adelante”, a quien ante la dificultad se limita a ignorarla y continúa su camino, llevando el problema sobre sí.

El tema de la angustia no me es ajeno por una simple razón: nadie que aspire a tener una razonable cultura general puede dejar a un lado los formidables escritos del médico neurólogo, padre del psicoanálisis, Sigmund Freud (1856-1939). Junto con Carl Gustav Jung, Freud es de los privilegiados autores cuyos temas de estudios son un océano de placer para quienes aman los textos bien escritos que deleitan, conmueven o persuaden. En esto contribuyeron sus amplios conocimientos en los campos del arte, filosofía, mitología y literatura. Su gran aprecio por la obra de Cervantes, lo llevó a aprender el español de manera autodidacta. Todo ello le abre las puertas del panteón de los clásicos. A los fines entonces de nuestro artículo de hoy, procede conocer –muy sucintamente por razones de espacio– lo que al respecto escribió Freud.

En un ensayo de 1925, titulado “Inhibición, síntoma y angustia”, nuestro autor señaló: “El viajero que camina en la oscuridad rompe a cantar para engañar sus temores, mas no por ello ve más claro (…) La angustia es la reacción a la situación peligrosa. El Yo la elude, ejecutando algo encaminado a evitar la situación o escapar a ella (…) Como sensación, presenta un franco carácter desplaciente (…) ¿Cuál es el nódulo o la significación de la situación peligrosa? Evidentemente, la estimación de nuestra fortaleza en comparación con la magnitud del peligro y reconocimiento de nuestra impotencia; de nuestra impotencia material en el caso del peligro real y de nuestra impotencia psíquica en el caso del peligro instintivo”. He aquí el meollo del asunto.

El tema que ahora nos ocupa tiene su razón de ser en las recientes decisiones de las autoridades competentes de Estados Unidos de América de acusar a Nicolás Maduro y su plana mayor (Diosdado Cabello, Tareck el Aissami, Hugo Carvajal, Cliver Alcalá, Maikel Moreno y Vladimir Padrino López, entre otros) por tráfico de drogas. Los cargos contra Maduro implicarían una sentencia mínima de 60 años en prisión y una pena máxima de encarcelamiento de por vida. En paralelo, el Departamento de Estado anunció una recompensa de 15.000.000 de dólares por información que conduzcan al arresto de Maduro; también se anunció otra recompensa, en este caso de 10.000.000 de dólares, por la captura de cada uno de sus otros colaboradores.

En la acusación contra Maduro se indica de manera específica que después de ser designado ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno de Hugo Chávez, se reunió con representantes de las FARC (grupo guerrillero colombiano) y convino en entregarle dinero en efectivo y armamento a cambio de suministro de cocaína; igualmente acordó mantener abiertas las fronteras con Colombia a objeto de facilitar el tráfico de drogas. Adicionalmente se señala que Nicolás se ha mantenido involucrado en el tráfico de drogas después de asumir la Presidencia de Venezuela, luego del fallecimiento de Hugo Chávez.

La gravedad de lo anterior explica el desespero y angustia del conductor de Miraflores que se manifestó abiertamente el pasado lunes 30 de marzo, en plena cadena nacional de radio y televisión. Trajeado de liquilique blanco y dirigiéndose a la oposición liderada por Juan Guaidó, Maduro dijo: “No se quejen después, porque salen a llorar por las redes sociales cuando la justicia les llega; y la justicia les va a llegar a todos. No me gusta hablar por hablar. Solo digo hoy, ’29 de marzo’, anótenlo muchachas, periodistas, ‘29 de marzo’, a las 7:20 minutos de la noche, la justicia le va a llegar; ‘operación tun-tun’ a todos los terroristas, a todos los violentos, a todos los conspiradores y a todos los complotados. ¡A todos!”. En ese instante, alguien le corrige un detalle de su homilía ateísta y le indica que es 30 de marzo (día lunes y no domingo 29), con lo cual no le queda más alternativa que pedir perdón por su ira volcánica que le nubló la correcta visión del tiempo.

De suyo el gobierno norteamericano está dispuesto a buscarle una salida a la maraña política actual si Nicolás abandona el barco y se retira a algún aposento a su medida, en La Habana o cualquier otro paraíso del bloque comunista. Lo anterior explica entonces que después de hacer Maduro su papelón la noche del lunes 30, Mike Pompeo, en su condición de secretario de Estado de Estados Unidos, presentara al día siguiente, en rueda de prensa, una propuesta para una transición democrática en nuestro país.

De acuerdo con la alfombra “roja rojita” que fue desplegada, la dictadura deberá dar un paso al lado y permitir el retorno de todos los miembros de la Asamblea Nacional; el Tribunal Supremo de Justicia deberá restablecer todos los poderes de la AN, incluyendo las inmunidades de los diputados; la asamblea nacional constituyente deberá ser disuelta; los prisioneros políticos deberán ser liberados de inmediato; todas las fuerzas de seguridad extranjeras abandonarán el país inmediatamente, a menos que sean autorizadas a permanecer con autorización de no menos de ¾ de los votos del Parlamento; la AN elegirá un nuevo Consejo Nacional Electoral; se creará un Consejo de Estado paritario al cual serán transferidos todas las competencias y poderes asignados al presidente de la República; una vez que se cumpla con lo anterior, Estados Unidos suspenderá las sanciones impuestas al presidente de la República y Petróleos de Venezuela; el Consejo de Estado definirá un calendario de elecciones simultáneas para la Presidencia de la República y la Asamblea Nacional en un plazo no mayor de 12 meses; el Alto Mando Militar se mantiene en sus funciones durante el lapso de transición, etcétera.

La reacción inmediata de Maduro ha sido la de desperdiciar la oportunidad de irse tranquilo con su adorada Cilia Adela. Pareciera que solo pensar en eso lo angustia en demasía. Mas que no olvide aquello de que «tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe”. Dicho en otras palabras: no hay que perder de vista el peligro que representa insistir en comportamientos riesgosos que en algún momento pueden derivar en un serio percance.

Post Scriptum. Pocas horas después de concluido este artículo, los medios de comunicación nacionales e internacionales transmitieron lo que dijo el presidente Donald Trump en rueda de prensa realizada al final de la tarde del 1° de abril. Concretamente Trump señaló que había ordenado desplegar unidades navales norteamericanas en el Caribe para resguardar a su país de la entrada de drogas provenientes específicamente de Venezuela. Al respecto resaltó: “Es la operación antidrogas más grande de la historia del continente”. Por su parte, el secretario de Defensa, Mark Sper, indicó: “22 naciones aliadas se han unido en esta lucha (…) El régimen de Maduro y de otros países se apoyan en las ganancias de las drogas para obtener más ingresos. El pueblo venezolano está sufriendo muchísimo”.

Solo queda espacio para un refrán popular: “A buen entendedor, pocas palabras”.

@EddyReyesT

 


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