Culpa debe ser quereros” (GARCILASO)

Parece que en esta sociedad moderna uno debe elegir entre vivir la vida o atender a la vida paralela que nos hemos imaginado y que los otros quieren que vivamos. Diría yo que la mayoría de nosotros mantenemos un doble, algo así como un alter ego virtual, al que alimentamos continuamente.

Leía hace unos días en El fin del amor de Tamara Tenenbaum que «Internet era un mundo separado y definido» (…) «lo que allí pasaba parecía no tener consecuencias en la vida real»* Más adelante, en la página siguiente, leí «Hoy la gente pierde trabajos y parejas por cosas que pasan en Internet».

Pues resulta que el otro día estallaba una polémica en las redes, en televisión y en medios de comunicación diversos a partir de la difusión de unas declaraciones tomadas de un foro** en el que participaba la secretaria de Estado del Ministerio de Igualdad y contra la Violencia de Género, Ángela Rodríguez Martínez, también conocida como Ángela Rodríguez «Pam». El foro o charla forma parte de una serie de episodios sobre feminismo. El título genérico del mismo es «Feminismo para todo el mundo», y este episodio número 3 en el que se oye hablar a la gallega Ángela Rodríguez dura 1 hora y 4 minutos.

Ángela Rodríguez «Pam», secretaria de Estado del Ministerio de Igualdad y contra la Violencia de Género

Cuando alguien participa en un foro, uno cree que la audiencia le escucha atentamente, y además puede creer que la audiencia está interesada en entender el mensaje. No es normal pensar que haya alguien que no quiera entenderlo. No obstante, ocurre que no siempre es así. Si la grabación de la charla sobre feminismo dura aproximadamente 60 minutos, el extracto dura solo 2 minutos. Antes de entrar a ese extracto, convendría señalar que el ambiente del foro es agradable. En realidad, solo participan mujeres. Junto a la secretaria de Estado se encuentran 4 contertulias. La mesa está adornada con fotografías de personajes públicos enmarcadas en pequeños portarretratos. Las imágenes que vemos en esos pequeños cuadros no son, digámoslo así, favorecedoras. Parece que forman parte de la iconografía de batalla que mantiene algún sector feminista.Creo que ahí comienza el error de alguna de ellas. Odi et amo de Catulo. En la mesa sobre la que descansan los mismos codos de Bárbara Tardón o Belén Diego, identificamos el rostro del periodista y escritor Federico Jiménez Losantos, así como fotografías de torsos masculinos de desconocidos exhibiendo abdominales de gimnasio a modo de burla. La buena educación no consentiría estos detalles en una charla a favor de la convivencia entre hombres y mujeres, mujeres y hombres. En fin, el estilo es algo que viene de fábrica o no existe. A mí ese escenario no me parece elegante.

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La secretaria de Igualdad, Ángela Rodríguez, inicia el tercer episodio de Feminismo para todo el mundo dejando clara su intención de atajar el machismo y las consecuencias del machismo de una vez por todas a través del feminismo. Prepárese, si quiere participar con objetividad en las polémicas declaraciones de la secretaria de Igualdad, y si prefiere opinar con criterio habiendo dedicado tiempo a conocer las circunstancias en que se enmarca el extracto que otros censuran.

Durante la charla, las mujeres hablan de su difícil situación con los hombres. Algunos hombres, dice una de ellas, asumen que la mujer debe estar a su servicio. Otra de las tertulianas recuerda el momento en que un programa de televisión española recogía la frase de una señora casada que afirmaba con naturalidad, «bueno, mi marido me pega lo normal». Desde luego,eso no es normal ni debería contemplarse como normal, sino como totalmente anormal. Ningún hombre pega a una mujer. Quiero decir, si es hombre.

Claro, que pensándolo dos veces, si hay hombres que consideran normal pegar a una mujer, a su mujer, no verán mal hacer con ella lo que quiera. Y si una mujer acepta esta situación de subordinada y maltratada ―eso no es amor, señora―, es que no tiene ni idea del amor ni de lo que se está perdiendo en esa relación. Por descontado, los agresores saben menos que ellas.

La charla de este grupo de mujeres que estoy escuchando a la vez que escribo la columna, contiene sentencias de alguna de las tertulianas con las que uno no puede estar de acuerdo, como por ejemplo, la mujer que dice «todos los hombres son machistas» porque eso no es cierto. Tal vez, debería decir «todos los hombres que conozco yo son machistas». Si seguimos por ahí uno podría afirmar que «todas las feministas son putas o lesbianas» y esto tampoco es verdad.

Ángela Rodríguez se refiere a la masturbación, las relaciones sexuales y la violación dentro del matrimonio. Sigo pensando que la educación sexual es una asignatura pendiente en las escuelas. Hace falta información, libertad para hablar y preguntar cosas sobre sexo.

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En fin, acercándonos al instante en que la secretaria de Igualdad lanza la granada al suelo, antes tratan la diferencia entre qué es piropo y qué es acoso. Dice que una cosa es decir a una mujer «¡guapa!», lo que es un piropo, y otra muy distinta es esto: «El señor que te espera en la puerta de tu casa, se toca la chorra*** cuando tú pasas», que sería acoso callejero ¿Qué hacemos para suprimir el acoso contra las mujeres? El problema lo genera el acosador, el hombre que vigila e insulta a las féminas. Aquí Ángela Rodríguez hace hincapié en la parte del agresor.

La secretaria de Igualdad es gallega. Los gallegos acostumbramos a ser ambiguos. Quienes no son de la tierra dicen de nosotros por nuestra actitud que al encontrarnos en una escalera no saben si subimos o bajamos. Lo curioso del caso es que a veces a nosotros mismos también nos pasa. Lo que dice ella en ese extracto de la grabación es que a partir de la ley de libertad sexual hay quien supone esto: «Ahora van a salir todos los violadores a la calle, las personas estarán acudiendo al registro en masa para cambiarse de sexo». Se ríe. Lo dice en un tono jocoso. Para quien no se haya percatado, ella señala justo antes de contarlo que se trata de un «chiste irónico« (minuto 39:01 y siguientes del video). Lo que quiere decir, pienso yo, es que eso no va a pasar, que una ley no convierte a todo el mundo en lo contrario de lo que es. La libertad no implica «tener que» hacer algo si no existe la voluntad de hacerlo. No sé, por poner un ejemplo, si la ley permitiese la promiscuidad sexual fuera del matrimonio, eso no significaría que todas las personas casadas tuvieran que cometer adulterio. Ejem, bueno, el caso es que estaría más fácil llegar a convertirse en adúltero. Hay gente casada, sin embargo, que no sería adúltera nunca.

Ángela Rodríguez se ve obligada a pedir disculpas por lo que dijo en ese foro cuando no era necesario hacerlo. Ella se disculpa para no dejar hilos sueltos. En este mundo moderno uno no debe olvidarse de dar de comer al alter ego virtual para que la mayoría de habitantes del mundo guouk**** queden satisfechos


*TENENBAUM, Tamara. El fin del amor, Editorial Seix Barral, pág. 108)

**youtube.com/foro.3episodio.feminismo/angelarodriguez

***chorra.-pene

**** guouk (woke, políticamente correcto)

 


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