“Pdvsa fue la tercera mayor empresa petrolera del mundo, después de SaudiAramco y ExxonMobil. Llegó a contar con 22 refinerías en el mundo, 8 en Europa, 7 en Estados Unidos, 6 en Venezuela (Amuay, la cuarta más grande del mundo, y junto con Cardón, el complejo refinador más grande del mundo), 2 en el Caribe, 15.750 estaciones de servicio Citgo, para atender el 10% del mercado doméstico de Estados Unidos”.

Esa Venezuela producía 3,3 millones de barriles diarios, y tenía un plan estratégico para llegar a 6 millones. Contaba con ingresos sólidos, reservas financieras producto de su propia operación, y destinaba 25% de sus ingresos a inversión y mantenimiento; y en 2008, llegó a facturar 118.000 millones de dólares.

Lo anterior es para poner en perspectiva que una producción como la actual, del orden de los 650.000 bpd, y una refinación no continua del orden de los 80.000 bpd, no es ni la sombra de lo que fue, y ya no podrá volver a ser. Esos gigantes (junto con los de las empresas básicas) se construyen una vez en la vida, y en manos de súper gerentes y políticos visionarios. De otra forma hubiera sido imposible. Y ya no se repetirá.

Quiere decir que nuestras oportunidades a corto plazo están en escalas de operación mucho más pequeñas, y con criterios de integración vertical, como para asegurar la completa operabilidad de las unidades de producción. Hay que recordar que el PBI de un país es del tamaño de la electricidad con que se cuenta y de los recursos humanos de los que se dispone. O sea que cada punto del producto que se adicione, debe contar con nueva provisión de energía y con los recursos humanos adicionales que se requieran.

Porque continuar con los niveles de actividad superficial de transacciones de última milla, no nos hará crecer, y será endeble; porque ese tipo de inversiones son volátiles y reaccionan rápidamente a cambios en las condiciones del entorno. Una devaluación fuerte y el retorno de los aranceles de importación repercutirán en una baja sustancial en la actividad. Y si por casualidad, la revolución reversara alguna de las medidas liberales de la actualidad, pues regresaríamos a los momentos más oscuros de nuestra economía, con escasez y desabastecimiento.

En Venezuela hay muchas oportunidades, porque en la caída sostenida de casi 90% del PBI, quedaron descubiertas muchísimas áreas que requieren ser reactivadas. Y si bien tenemos 6 millones de personas menos debido a la emigración masiva, aun con los 26 millones que quedamos, hay suficiente capacidad de demanda como para reactivar diferentes sectores de la economía.

La guerra en Europa va a dejar al descubierto un problema de alimentos; y nosotros estamos en capacidad de auto sostenernos si nos movemos de forma no tradicional. Sin esperar del estado nada –excepto políticas públicas- y en escalas de operación manejables; y tomando ventaja de las capacidades agroindustriales subutilizadas, podríamos generar una oferta en aquellos rubros en los cuales dependemos de las importaciones, y pudiéramos sustituirlos por producción local.

Claro que en tiempos de guerra no se pueden pedir las mismas cosas que en tiempos de paz; por eso hay que pensar en genéricos y arrancar producciones limitadas a partir de las inversiones que ya están sembradas en el país.

Autofinanciamiento, fondos de financiamiento y mercado de valores, son las vías a través de las cuales articular las posibilidades mencionadas. Hay que ser optimistas, pero con un optimismo informado que nos ponga los pies sobre la tierra y evite divagar sobre fantasías que sabemos que no se van a cumplir. Al menos no, mientras respondamos a ideologías y esquemas de gobierno que ahuyentan inversores, y despiertan desconfianza.

El otro tema relevante de la semana es el del bolívar. Los atributos básicos de una moneda, para ser considerada como tal, son:

  • Servir de referencia de precios
  • Habilitar la transaccionalidad
  • Ser reserva de valor

Ya desde hace mucho tiempo que el bolívarno se usa en esa dirección, porque el sistema de precios está referenciado al dólar americano. En cuanto a la transaccionalidad, cada vez más ha ido creciendo la participación del dólar, hasta superar el 60% de las transacciones; excepto tal vez en este último mes, en que se ha notado un freno en ese avance, principalmente por el impacto y la incertidumbre sobre el IGTF. Y en cuanto al ahorro (reserva de valor), definitivamente, el dólar sigue siendo la preferencia, porque a nadie se le ocurriría guardar bolívares en su casa o en el banco.

Tal vez fue apresurado intentar retornar al bolívar sin solucionar las causas que hicieron que fuera abandonado. Pero claro…una lectura (entre otras) de porqué salió el IGTF y porqué este intento de reposicionar al bolívar, hay que verlo como una exigencia del ala dura de la revolución; porque esa ley (extensible desde el 3% hasta el 20%) salió de la AN, donde la gran mayoría no ve con buenos ojos este desvío ideológico liberal del gobierno.

No pareciera que Maduro vaya a retroceder en este camino liberal, hasta que su gobierno recupere una posición económica fuerte, que le permita volver a financiar los postulados del Plan de la Patria; porque aplicar la revolución tal como fue concebida, no es barato…por el contrario, los controles y estatizaciones cuestan dinero, y dinero es justamente lo que no hay.

La baja de la inflación en nuestro caso no es sostenible, más que nada porque se trata de una inflación estructural, con un componente monetario relativamente bajo, que solo se soluciona con más producción. El componente monetario, originado en esta cuasi caja de conversión de inyectar dólares semanalmente en la economía para sostener el tipo de cambio, ya se corrigió, y es por eso que se desaceleró y entró en números más bajos. Pero estará atada a la capacidad del BCV de seguir sosteniendo la inyección de recursos.

Es bueno recordar que tenemos restricciones estructurales que impiden la expansión de la economía. Por eso se trata de trabajar sobre el campo transaccional, principalmente basado en oferta importada, y en muy baja agregación de valor venezolano. La utilización de planta industrial en Venezuela está en el orden del 29%, ha ido creciendo desde el 20% de hace un año, pero no puede aumentar mucho más por temas de electricidad, combustible, infraestructura y, muy importante, falta de confianza.

Recomendación

Al gobierno:

  • Que acelere el paso al sector privado de la mayor cantidad de empresas posibles, y que acelere las modificaciones a la Ley del Mercado de Valores. Con esos dos instrumentos es posible que la actividad económica superficial que tenemos en la actualidad tome un poco más de profundidad. Énfasis en el sector eléctrico.

A los dirigentes empresarios:

  • Que hagan esfuerzos importantes por reactivar el sector industrial con criterios de integración vertical y restablecimiento de la cadena de suministros. Hay que buscar fuentes de financiamiento y tratar de recuperar empresas perdidas, o a punto de perderse. Hoy el futuro del país está en manos del sector privado. Ojalá entiendan eso y se concentren en trabajar y dejen de hacer política.

 


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