No cabe duda de que, así como en la pandemia el negocio del streaming (Netflix y otros) hizo un boom que ahora está comenzando a caer rápidamente hasta alcanzar su nivel de “normalidad”, ahora se está presentando otro período de excepción, con la guerra Rusia-Ucrania, que está afectando a los negocios energéticos y de alimentación.

El petróleo tendrá un boom, y el valor de las empresas petroleras no sancionadas, tenderá a subir rápidamente, y los inversionistas comenzarán a aumentar sus posiciones contribuyendo con su demanda a aumentar más el precio de las acciones y el valor de las empresas. Esos mismos inversionistas son los que están vendiendo sus posiciones en los netflix del mercado para comprar acciones de los chevron y los exxon del mercado.

Al principio de la pandemia había una gran incertidumbre de cuánto tiempo podrían las circunstancias -y los gobiernos- mantener a la gente encerrada en sus casas; pero había experiencias sobre virus y anticuerpos, y sobre comportamiento sociológico y antropológico, como para hacer seguimiento y monitorear. En todo caso, se podía anticipar de que no sería eterno y que después habría que volver a las calles, como en efecto ocurrió.

Excepto por los casos en China, no se sabe de otros lugares en la Tierra donde tengan a la gente encerrada; y en China eso es posible por el tipo de sistema comunista sin libertades. Si las empresas que están en el negocio del streaming no se transforman y evolucionan para tiempos de normalidad, entonces serán sustituidas por otras tecnologías. ¿Alguien recuerda a Blockbuster?

Con la guerra de Europa no tenemos coordenadas de tiempo, y solo nos queda la Segunda Guerra Mundial para un benchmark que permita anticipar comportamientos; más que nada porque desde allí en adelante se configuró la figura del enemigo estratégico -que fue la URSS- que dio paso a la Guerra Fría, a la derrota del comunismo con la caída del muro de Berlín, y a su heredero, Rusia, que tomó la posta de la recuperación del imperio perdido…el de los zares primero, y el de los comunistas después. Lo cierto es que no contamos con parámetros que nos indiquen cuánto tiempo durará. Pero hay coincidencias, de lado y lado, en que será larga y que se globalizará.

Por lo que se puede anticipar, países y empresas comenzarán a sustituir, con perfil de permanencia, los suministros críticos que se están viendo afectados: los provistos por Rusia por las sanciones, y los de Ucrania por ser el teatro de las operaciones militares. Y para cuando el conflicto termine, ya la forma del mercado del petróleo y de los alimentos, se habrá transformado. Y en el petrolero, que es el que más nos interesa como país con grandes reservas y capacidades limitadas, tal vez no tengamos mucho que buscar, y la oportunidad ya se nos haya escapado de las manos.

Sin duda, en otras circunstancias, si hubiéramos cuidado lo que teníamos, y no lo hubiéramos dejado morir, hubiéramos sido la solución natural… ya lo fuimos en la Segunda Guerra Mundial, y perfectamente, con la estructura que tuvimos hasta 1999, nuestras refinerías en Estados Unidos, Caribe y norte de Europa hubieran compensado la demanda emergente.

Si bien ningún aporte al mercado, por pequeño que sea, es despreciable, el aporte de Venezuela no solo es limitado, sino que no tiene garantías operativas de continuidad; además de estar sometido a sanciones que, por su alineación con Rusia, ahora también sancionada, lo más probable es que se refuercen y no que se flexibilicen.

El mundo está siendo llevado a una radicalización que no admitirá neutralidades, ambigüedades ni términos medios. Nos encaminamos a una dicotomía amigo-enemigo con respecto a Rusia, y nosotros estamos cayendo del lado equivocado de la ecuación. En unos pocos meses más, ya, nuestra alineación con Rusia, nos traerá consecuencias negativas y debemos prepararnos para eso.

Como gobierno, como empresas y como sociedad, debemos comenzar a prepararnos para un mundo en guerra, y todo lo que la historia nos enseña de ese tipo de situaciones. Las guerras siempre generan oportunidades a quien las identifica y las aprovecha. Si no hay un cambio radical en nuestra organización política e ideológica, y si no hay un cambio de alineaciones, para esta guerra, nuestra oportunidad no estará en el petróleo.

Es nuestra obligación identificarlas a partir del reconocimiento de nuestras verdaderas posibilidades, y con los pies sobre la tierra. Manejar escenarios realistas (optimista-neutro-pesimista) y proponer soluciones dentro de las restricciones que todos conocemos. Tenemos la información y las capacidades como para ver lo que otros no ven, y hacer algo novedoso, con lo que todos ven.

 


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