“Era inevitable: el olor de las almendras amargas le recordaba siempre el destino de los amores contrariados.” Gabriel García Márquez.

Los nubarrones del socialismo que cubren los cielos antiamericanos, aparte de los sembrados entre nosotros desde hace más de dos décadas, cubren Cuba, Nicaragua, Perú, Honduras, México, Chile, y debe haber otro por allí. Lo más grave es que dentro de poco tiempo, es probable, se sumen a esa siniestra lista Brasil y Colombia para reforzar las adhesiones a países como Rusia, Irán, Siria, agravando la situación geopolítica para América del Norte. En todo caso, Suramérica será un archipiélago de países comunistas.

Ahora, para sumarse a todos estos elementos que conspiran y representan un freno para el avance expedito hacia la restauración de la democracia, el gobierno estadounidense, el gran aliado de las fuerzas opositoras, el gobierno que en tiempos de Donald Trump colocó todas las cartas sobre la mesa, y quien le puso precio a la cabeza de Nicolás Maduro y de Diosdado Cabello, resulta que en este momento se reúne prácticamente en secreto con quien hasta hace poco llamaron dictador, supuestamente a negociar unos pocos barriles de petróleo. Petróleo que hoy no produce Venezuela, que según atestiguan expertos en el tema se necesitan muchos meses, quizás años, para incrementar su extracción; además, de una elevada inversión de recursos económicos. Esta decisión del gobierno del presidente Biden ha ocasionado profundo malestar, no solo en parlamentarios republicanos, sino, también, dentro de sus compañeros del Partido Demócrata.

Pienso, sin embargo, que de esas reuniones pocas cosas se alcanzarán. Sencillamente, porque las solicitudes de la contraparte están fuera del ámbito de competencias del presidente Biden. Suponemos que lo que más le preocupa al gobierno de Nicolás Maduro no es mantener encerrados a los tres ciudadanos estadounidenses que siguen detrás de rejas, ni la venta de ningún producto por razones obvias, sino la libertad de Alex Saab. Esto es lo capital. Esta valiosa presa está sometida al dictamen exclusivo del Departamento de Justicia de Estados Unidos y en esa nación se respeta la separación de poderes.

Ahora bien, la pregunta que hay que hacerse es: ¿Si la oposición venezolana no estuviera dispersa, difusa, indefinida, errante, miope, desparramada por todas partes, dando tumbos, estuviera el presidente de Estados Unidos dejándole a Maduro mensajes de amor en cada rincón como lo haría un náufrago según lo refiere Gabriel García Márquez en su obra Relato de un náufrago? Pues, seguro que no; él conoce muy bien a los miembros del gobierno nacional y sabe que no son de fiar. Lo que también se puso en evidencia es que Nicolás Maduro no se hizo esperar para correr a encontrarse con los altos funcionarios imperiales.

Finalmente, el mismo discurso de siempre. La unidad debe ser un acuerdo de conveniencias, pero de conveniencias para rescatar la libertad, la democracia, para el bienestar de la sociedad. Por encima de cualquier virtud divina debe privar el ansia y la necesidad de triunfar, de obtener la victoria, batallando en una lucha dispar, seguramente en el terreno del enemigo. Esto es lo primario; de ser a la inversa, de seguro seguiremos siendo disminuidos perdedores. Esa es la esencia pragmática de la unidad como los expresaba en mi última nota.

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