Es buen momento para presentar una mejor perspectiva sobre la óptica y los efectos políticos de la visita a Washington del presidente de México Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y sus reuniones con el presidente Trump.

Se debe recordar que la visita de un jefe de Estado, para tener un impacto positivo y duradero, se debe diseñar de manera oportuna y bipartidista en su alcance. Nada de eso se puede decir de la visita de AMLO a Trump. Por el contrario, el momento y la agenda de la visita terminaron contribuyendo a la lógica política de Trump (eclipsando el propio acuerdo comercial USMCA o T-MEC), haciendo que esta visita fuese, como todo lo que Trump hace, sobre él y su estrategia electoral. Y AMLO lo permitió.

Todo lo que Trump quería era alienar a los demócratas (cuyos votos en la Cámara de Representantes fueron esenciales para que se aprobará el USCMA con sus alcances en cuanto a estándares laborales) y tener algunos vídeos con frases de campaña y fotos, utilizando una vez más del despacho de la Presidencia, como cualquier otro Caudillo, para jugar a lo electoral con un grupo demográfico consistentemente e injustamente atacado por la retórica y las acciones de Trump como presidente. Y lo hizo.

¿Pero qué gano AMLO? Seguramente ofendió a su propia gente en los Estados Unidos cuando alabó al hombre que ha llamado a los inmigrantes mexicanos (y a todos los latinos) violadores y criminales; al abominable Presidente estadounidense que ha separado familias migrantes que buscan asilo en Estados Unidos, violando los derechos humanos y en particular, cometiendo la atrocidad de enjaular a los niños y colocarlos en procesos de deportación paralelos a los de sus padres. Pero los dos populistas jugaron su política. AMLO mostró a sus detractores en México (y la comunidad empresarial) que, a pesar de todas las diferencias que tienen, y contra todo pronóstico, no se convirtió en un obstáculo para la relación vital de comercio e inversiones entre los dos países. Y más allá del cambio de nombre y la continuación del TLCAN (con algunas enmiendas) como T-MEC, estas aparentes antípodas (unidas por el mismo libro de jugadas populistas) pueden continuar su curso sin poner en peligro lo fundamental en materia económica para la relación bilateral, tal como se expresa en el acuerdo donde ambos simplemente reconocen que mentían en sus retóricas demagógicas de campaña, y que cada país es el principal socio comercial del otro sin que puedan prescindir de esa importante relación que más que un acuerdo de libre comercio, ha creado un sistema de economías compartidas.

Sin embargo, ¿funcionó esto para la política de la relación bilateral a largo plazo? ¿Fue esta visita sin agenda bipartidista de AMLO, en pleno año electoral, en el que, según todas las encuestas, probablemente triunfe el demócrata Joe Biden, una buena idea para el futuro de la relación entre ambos países? Se podría especular que el cálculo del equipo de AMLO fue que no tenía nada que perder porque los demócratas (y de todos Joe Biden un excelente ejemplo) se involucran en una política exterior impulsada por los valores y el interés nacional, y entienden la importancia de la relación bilateral, así como su conexión intrínseca a la comunidad mexicoamericana. Por lo tanto, AMLO, al igual que su contraparte populista del otro lado del espectro político, solo está pensando en objetivos políticos personales a corto plazo. Deja que Trump sea Trump, mientras logra lo que su gobierno necesitaba, una señal a la economía mexicana que las relaciones comerciales entre Estados Unidos y México continúan como de costumbre.

Una cosa queda clara: Trump ha construido el muro fronterizo, y en cualquier caso, México no lo pagará. Sin embargo, el libre comercio con México continúa como de costumbre (con algunos ajustes), y la estipulación por parte de AMLO que continuará aplicando fuertes controles de migración en la frontera sur de México, o al menos dará la óptica de que lo está haciendo, para alimentar la narrativa de Trump con su base de apoyo político, que es profundamente anti-inmigrante. Pero más que los controles a la migración, es el T-MEC (antes TLCAN) lo que funciona (alguna vez denunciado por Trump como pernicioso). Según los números de PEW Research, mientras la dinámica económica y comercial entre los dos países continúa enmarcada en el TLCAN (ahora T-MEC), el flujo de inmigrantes indocumentados desde México no está realmente aumentando, sino disminuyendo, desde hace más de una década.

¿Pero ganó algo Trump? Tiene algunos audiovisuales y fotos con AMLO, pero las encuestas iniciales ya indican que esto no funcionó bien para Trump. Las conclusiones de los datos publicados por REFORMA en México indican que la gran mayoría de los mexicanos (69%) piensa que la elección de Biden sobre sería mejor para México, y hasta un 90% rechaza la reelección de Trump; aunque la mayoría está de acuerdo en que fue bueno para México que AMLO se reuniese con Trump. En efecto, con respecto a la visita en sí, la mayoría de los mexicanos (64%) apoya la decisión de López Obrador de viajar a Washington para visitar a Trump. Sin embargo, el 45% de los mexicanos cree que Trump ha seguido usando un tono ofensivo contra México durante los últimos meses. Con respecto al T-MEC y el comercio, solo unos días después de su entrada en vigor el 1 de julio, una abrumadora mayoría de los mexicanos (75%) lo ve como un acuerdo positivo.

Por otro lado, en Estados Unidos, las encuestas de Latino Decision indican que 63% de los mexicano-americanos apoya a Biden, con la aprobación de Trump en 25%. 43% lo ve como hostil hacia los latinos y 32% dice que no le importan los latinos. Mirando esos números es improbable que las fotografías y unos cuantos audiovisuales con AMLO puedan ayudar a Trump, mucho más si se tiene en cuenta que AMLO es una figura polarizante entre los mexicanos y en México.

En resumen, la cumbre entre Andrés Manuel López Obrador y Trump pareció funcionar para AMLO, basado en la conveniencia política, pero Trump no puede engañar a los latinos en los Estados Unidos (ni al pueblo de México).

 


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