En nuestros dos artículos previos mencionábamos la mayoría de los problemas que envuelven a la sociedad integral de los países de América Latina, y lo más grave, que tales dificultades están arrastrando a sus naciones hasta los eslabones superados del siglo XX, fundamentalmente en las áreas educacional, sanitaria, servicios y producción agrícola e industrial.

Con una realidad que se está haciendo sistemática, máxime cuando una mayoría de gobiernos autodenominados de «izquierda» y «progresistas» controlan tales Estados desde el norte de México hasta la Patagonia y Tierra de Fuego, pasando por Centroamérica y el gigante amazónico que volverá a ser gobernado por Lula da Silva, se necesitan ingentes transformaciones y cambios si en verdad América Latina quiere alcanzar mejoras sustanciales en los niveles de vida de sus poblaciones, así como cumplir con las llamadas metas del milenio, relacionadas con el agua y la explotación de sus recursos naturales.

Por ello, consideramos que la región debe alcanzar acuerdos en tres matices, que si bien, no son nuevos, requieren que sus Estados miembros comiencen no sólo a sincerar la relación de ingresos y egresos que tienen de manera anual, con el propósito que éstos sean factores para un eventual desarrollo y, por el contrario, se detengan en el factor de retroceso que tal línea ha venido marcando, desde que comenzó el siglo XXI, y con mayor profundidad, posterior al covid-19.

En efecto, si América Latina con sus problemas de pobreza, inflación, emigración, así como multiplicidad de dificultades económicas y sociales, sin obviar que el extractivismo se ha venido a sumar como parte de la destrucción del ambiente y los recursos naturales, no son nada alentadoras las perspectivas que enfrentará la región en este siglo XXI.

En tal sentido, si América Latina no quiere retornar hasta etapas superadas en el siglo XX deberá reevaluar, reajustar y redefinir las siguientes áreas:

I Educación y tecnología

La educación no puede continuarse viendo y proyectándose ajena con la acción y desarrollos tecnológicos. Así tenemos que mientras en naciones de la Unión Europea y Asia, sus aulas de clase desde el nivel básico hasta el universitario son laboratorios de ciencia y tecnología, nuestros «Estados» aún precisan estudiantes que deben «aprender» con episodios del «conocimiento» donde un docente solo tenga un marcador -incluso tiza- y un borrador de pizarra, sin obviar que los salones de cada instituto educativo todavía plantean que los estudiantes se vean de espaldas, cuando en la actualidad dos personas pueden verse de frente desde y en cualquier punto del planeta.

No se puede generar conocimiento y desarrollo contemporáneo, cuando un gobierno sea de «izquierda o derecha» elabora los presupuestos de la educación en niveles de producto interno bruto (PIB), cuando la realidad obliga a que en nuestras naciones, cuando menos, cada estudiante tenga destinado un mínimo de dos dólares diarios, uno para la alimentación y otro para su conocimiento. O sea, no comprender que estamos ante una enorme fractura que nos separa de los países desarrollados, ante precisamente, el conocimiento, es una especie de suicidio retardado, que no podrá ser impedido históricamente y que llegará, salvo se materialice un cambio importante de políticas públicas, que además no podrá alcanzarse de una nación o Estado por si sólo, porque América Latina es una integridad geoterritorial, y geopolítica cuyas dimensiones trascienden un idioma y aspectos culturales, e históricos.

Allí debemos concentrar el mayor de los esfuerzos y saber, que la nomenclatura presupuestaria hacia la educación o se transforma y cambia en beneficio de las generaciones por venir, o estas serán las primeras víctimas del suicidio de cada nación.

II Asistencial y científica

Un país sin población sana, partiendo que se carece de una  balanceada alimentación para sus niños hasta el resto de los distintos grupos poblacionales sobre cada territorio, no será una nación sana, y por ende, los gastos en materia de salud serán cada vez mayores. En la actualidad, no basta con vacunar a la población infantil y la mayoría de los habitantes, como recientemente ocurrió con el covid-19, porque en la praxis, todo eso resulta insuficiente con deficientes sistemas de salud.

Si no tomamos una media de que un 3% de la población requiere procesos de hospitalización y costosos tratamientos médicos, y que otro 10% -incluyendo población de tercera edad- se encuentran en constantes consultas médicas preventivas y curativas, ese déficit de presupuesto que debería ser un mínimo de 100 dólares por paciente hospitalizado y 20 dólares por paciente en consultas asistenciales, pues, simplemente tanto los equipos médicos en existencia, así como las camas y aparatos complementarios de hospitalización cumplidos sus ciclos útiles en esta materia, sólo terminarán por resquebrajar el desarrollo integral de una población en el plano de salud.

Y si ante esa complejidad, la inversión científica -que también está ligada con la educación y la tecnología- siempre estará supeditada con lo que alcancen las naciones desarrolladas tanto en los medicamentos, insumos y equipamiento asistencial. Así que este es otro punto que América Latina debe discutir, analizar y proyectar de manera distinta en sus Estados para saber cuál es el punto de lejanía que mantiene con las naciones desarrolladas en el ámbito sanitario y biológico.

III Servicios y producción agrícola e industrial

Sobre la diferencia de los dos anteriores, este punto con leyes y normativas que garanticen la inversión privada, no solamente serán de rápida multiplicación en el desarrollo de los Estados, sino que este desplazamiento permitirá entre el mediano y largo plazo aumentar los ingresos vía impositiva de las naciones, y por ende, también deberían mejorar las condiciones de inversión y conocimiento para la educación y la salud, la tecnología y lo científico.

Cada país tiene sus propias particularidades, y estas a su vez, promueven en América Latina una complementariedad de sus inmensos recursos y bellezas naturales. Si esto se logra desde una visión integral en que el desarrollo de un país también es el desarrollo de otra nación que está en la misma estructura de desarrollo económico y social, pues estaremos avanzando como un continente y no estando aislados en sus perspectivas políticas.

(De)construir América Latina requiere más que cambios de gobiernos. Y requiere más que estar en un péndulo de ideologías. Hace falta armonizar conceptos, matrices de desarrollo, y unirnos en orientaciones geoeconómicas. Si comprendemos que el oxigonio: político, económico y social depende de la aplicación de contundentes hechos que promuevan bienestar integral y colectivo, solo así, y sólo si, América Latina alcanzará las transformaciones y cambios soñados. Lo demás continuará siendo utopía.

@vivassantanaj_


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