Foto @HOLLMANMORRIS

«El paria, el ilota, el esclavo. el siervo, el vasallo y el sans-coulotte formas sucesivas de la evolución de una clase explotada y despreciada, hoy tienen su representante en el asalariado, individuo productor, como aquellos obligados a ceder una parte del producto de su trabajo al parasitario burgués que injustamente lo consume.  Por eso se ha venido repitiendo con frecuencia que la cuestión social es tan antigua como la humanidad misma y, sin embargo, muy escaso ha sido el número de aquellos que hasta hace pocos años se habían preocupado de darle racional solución, cortando una vez por todas el nudo gordiano de la sociología. Siempre ilusionados por las frases edulcoradas de las clases opresoras, y sobre todo obligados por la ignorancia en que interesadamente los mantenía el monstruo de la autoritaria explotación, nunca cruzó la mente de los oprimidos una ráfaga brillante de emancipación económica, ni jamás rozó su cara, encallecida por la continua bofetada, un soplo vivificador de revolución, que despertando a esa máquina humana de su oprobioso letargo, la arrancara a la esclavicie y la servidumbre para entregarla libre y consciente a la sociedad entera».

José Ingenieros, ¿Qué es el socialismo?

El contexto general de América Latina exceptuando Guyana –con espacio reclamado por Venezuela– que está aumentando aceleradamente su producción petrolera, y Uruguay multiplicando sus ventajas productivas agrícolas y lácteas, aunado con alianzas tecnológicas, el resto de las naciones, matizadas en su mayoría por una confrontación política, así como problemas económicos y sociales, y otros de mayor complejidad entre la corrupción y el narcotráfico, han vulnerado el desarrollo de sus habitantes y pueblos, y por ende, pareciera que se vive un retorno generalizado al siglo XX.

Desde México hasta la Patagonia en Argentina, vemos naciones que no solo marchan desorientadas, sino que se encuentran ancladas en la posibilidad de avanzar en la producción y nuevos conocimientos, y salvo uno que otro proyecto de excepción, como la primera planta de energía solar, ubicada en el desierto de Atacama, Chile, el continente en su generalidad luce atascado, sin progreso, con “gobiernos” donde solo la pobreza, la desnutrición, la deserción educativa, parecieran ser un oxigonio que se complementa con el extractivismo, y la sobre explotación de los recursos naturales, en donde espacios como las islas Galápagos o la Amazonía que deberían ser ejemplos de conservación ambiental, son víctimas en sus especies de flora y fauna, y una inmisericorde contaminación y destrucción que no solamente puede solucionarse con organizaciones o grupos voluntarios e indígenas que deseen la preservación del planeta.

Si algo desnudó el covid-19 fueron los ingentes problemas de América Latina. Una emigración encabezada por Venezuela –que no encuentra espacio, salvo para ser condenada por violación de los derechos humanos en el seno de la Organización de Derechos Humanos (ONU)– y secundada por naciones de Centroamérica y el Caribe, con la consecuente participación de México que aún no se deslastra de la horrible matanza de Ayotzinapa, mientras Colombia acusa una severa devaluación de 25% en su moneda desde la llegada de Gustavo Petro al poder, y cuando busca un proceso de paz. Perú cuyo presidente no sale de una investigación, con Ecuador envuelto en una terrible crisis carcelaria y de protestas indígenas, las cuales contrastan con una Argentina cuya alta inflación y hechos de corrupción del alto gobierno hacen que una población mire hacia Europa, y un Chile que rechaza un proyecto neototalitario de Constitución, y un Brasil con un Lula que en caso de acceder al poder tendrá que gobernar con una férrea oposición bolsonarista, son en todas esa naciones, signos que no presagian posibilidades de desarrollo en el corto plazo; en virtud que la intemperancia política está destrozando cada vez más el aparato social de las sociedades latinoamericanas. Poca mención podemos realizar sobre Cuba, Nicaragua y Haití; la primera estancada en sus posibilidades de encontrar alternativas distintas para su pueblo, la segunda con un marcado proceso de neodictadura donde hasta la iglesia ha sido condenada por la satrapía del poder, y la última con una población que yace como el país más pobre del continente.

Y es irónico, que justo cuando existen terribles amenazas para la globalidad por las ansias hegemónicas del poder que Vladimir Putin ha originado con su injustificada invasión a Ucrania, que más allá de cuál sea el desenlace, ha resultado negativo para el neonazismo de Rusia, queda demostrado que, si la Unión Europea y la gigante nación euroasiática están en conflicto, con más razón América Latina queda desequilibrada en todos sus componentes geopolíticos y económicos.

Por otra parte, Venezuela considerada durante muchos años una fuente confiable de energía, y que, con tales hechos de confrontación militar en Europa del Este, debería estar supliendo las necesidades energéticas de buena parte de esos países y beneficiando su población, el neototalitarismo de Nicolás Maduro luego de casi una década en el poder, destruyó por completo su otrora industria petrolera, y de llegar a producir casi 3 millones de barriles diarios de crudo, Petróleos de Venezuela apenas si llega a los 700.000 barriles diarios, y ni siquiera es capaz de producir suficientes combustibles para su menguado consumo interno. Verbigracia, no habría que realizar muchos análisis políticos para encontrar razones de las causas y consecuencias que han llevado según la ONU a que más de 7,1 millones de venezolanos hayan abandonado el país¹.

El siglo XXI no ha llegado a América Latina. Por el contrario, vemos un fuerte retroceso hacia etapas superadas del siglo XX en materia de educación, salud, servicios públicos, y desarrollo industrial y tecnológico, sin menoscabar que el extractivismo está causando severos problemas ambientales y en contra de las poblaciones aborígenes. Incluso, hay espacios en ese tejido de la inmensa Amazonía, concretamente entre Brasil, Colombia y Venezuela que podemos decir que aún estamos en la época rural donde hay poblaciones que ni siquiera conocen la energía eléctrica.

América Latina está hundida entre sus virajes de socialismo y capitalismo. No sólo podemos mirar las tesis de Marx, Engels y Smith para comprender la fenomenología que están acusando nuestras naciones en el debate de socialismo y capitalismo, y que al parecer son las únicas opciones que la política latinoamericana ha polarizado con mucho daño ante el porvenir, por ahora, muy nublado en todos sus pueblos.

@vivassantanaj_

¹ https://www.infobae.com/america/venezuela/2022/10/12/la-onu-revelo-que-hay-71-millones-de-venezolanos-migrantes-y-refugiados-y-que-mas-de-la-mitad-no-accede-a-tres-comidas-diarias/

 


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