En este año hay dos asuntos que ponen el tapete el relacionamiento de los países de América Latina frente a los grandes temas que dominan el escenario regional. Uno está referido a las reacciones que se han producido por el avance del régimen de Maduro en consolidar una dictadura en Venezuela a través de una farsa electoral usando todos los medios disponibles para eliminar arbitrariamente a la verdadera oposición política representada en María Corina Machado. El otro es el del reciente suceso en la Embajada mexicana en Quito, en el cual fue violada la normativa de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas y la Convención de Caracas sobre Asilo Diplomático al ingresar la policía ecuatoriana a ese recinto para capturar al exvicepresidente de ese país.

Ambos asuntos ponen de relieve nuevamente la capacidad de la región para el tratamiento de temas fundamentales como la defensa de la democracia, el respeto al Estado de derecho, la indebida injerencia, la corrupción y el crimen transnacional, lo cual me llevó a Indagar un poco sobre las opiniones de estudiosos de la materia de las relaciones en América Latina y el futuro de nuestros países, encontrándome una obra que justamente es un compendio que recoge las opiniones de 35 académicos y lleva por título América Latina: ¿hay voluntad política para construir un futuro diferente?

La obra consta de seis secciones: el contexto internacional; las democracias en Latinoamérica; los temas económicos, junto con la cooperación internacional y el cambio climático; la educación, la juventud y la literatura; los temas de seguridad, como el crimen organizado y el narcotráfico, y, finalmente, los temas de derechos humanos y su relación con la migración. En la misma el análisis parte de considerar que las relaciones entre los países de Latinoamérica han sido un tanto confusas, mientras que la cooperación es casi nula. La realidad es que América Latina y el Caribe no se entienden como una región; cada país actúa por su cuenta, no hay diálogo ni confianza ni tampoco una propuesta latinoamericana en el sistema internacional.

Para los autores hay posibilidades de abrirse un mejor futuro, basado en la confianza y un Estado de derecho efectivo con el que se consolide una paz duradera y sostenible.

Un compendio importante de analistas que sin embargo tienen una visión que está siendo superada por una realidad que es el avance de algunos estados a los cuales diversos analistas les dan la calificación de fallidos y forajidos y otros lo relativizan constatando que ni el sistema internacional ni el regional está en capacidad de afrontar efectivamente estos desafíos que como un cáncer tienden a la metástasis erosionando el estado de derecho.

En todo este panorama tan complicado debo coincidir con quienes invocan plantearse esquemas efectivos y sólidos de integración en la región visto que está demostrado que ningún Estado en solitario puede resolver los problemas por sí mismos, aunque lo intenten como parecieran ser los casos de Milei y Bukele con políticas audaces e innovadoras, aun siendo cuestionables en algunos casos. Otros como Cuba, Nicaragua y Venezuela a fin de perpetuarse en el poder se aíslan de su entorno geográfico y de pertenencia sociopolítica histórica a fin de evitar la “injerencia” y buscar alianzas antinaturales a los valores de la democracia y el respeto a los derechos humanos. Para invocar la integración, sin embargo, se precisan líderes y ahí esta otra falencia.

En artículos anteriores referidos a este mismo tema me he encontrado con que las soluciones propuestas para remediar estas situaciones son cajitas de buenos deseos y que quizás debamos buscar referencias motivadoras en otras latitudes de naciones que sí han avanzado tanto en sus modelos políticos como económicos.

Este año la región tendrá frente a sí el reto de impedir que se consolide una dictadura en Venezuela, contener a Nicaragua y Cuba en sus avances y que se usen de manera adecuada los recursos que posee el sistema interamericano para solucionar los conflictos y promover la buena vecindad.

Por lo pronto, se hace indispensable reforzar el papel de la sociedad civil, a pesar de los ataques sistemáticos a los cuales está sometida y que demuestran que representan la verdadera defensa de los valores y las instituciones latinoamericanas.

Los procesos electorales que quedan pendientes este año en la región nos indicarán si retomamos el camino o perdimos el rumbo. Dios quiera que sea lo primero.

«El respeto del individuo de los derechos individuales, del Estado de derecho y de las leyes: todos estos rubros son capítulos en construcción. América Latina es una obra en construcción». Enrique Krauze.


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