Parece suficiente la realidad global frente a dos conflictos en desarrollo, que atentan contra la integridad de la comunidad internacional. La guerra en Ucrania mantiene una tendencia peligrosa de extenderse por el resto de Europa, mientras que en el Este asiático China amenaza con completar la integridad territorial que le fue reconocida por las Naciones Unidas en la resolución 2758 de 1971 y, que Estados Unidos no solo desconoce sino que promueve con apoyar el proceso de secesión iniciado por Taiwán hace 70 años. En Iberoamérica, la realidad imperante no se aleja de ambos conflictos, agregando a la preocupación internacional, las alianzas que existen entre las autocracias latinoamericanas, los grupos terroristas y potencias en pugna. La tensión internacional se constituye en un despropósito de la paz y la seguridad internacionales que aspira desarrollar el sistema de Naciones Unidas y dice de una fractura no solo en el cumplimiento de sus metas, sino en el desarrollo de los objetivos para garantizar la paz. El mundo se aproxima velozmente a una guerra global e Iberoamérica, a diferencia de los otros dos conflictos mundiales del siglo XX, camina a grandes pasos hacia la conflagración.

¿Qué está ocurriendo en nuestras naciones latinoamericanas? Según algunas opiniones versadas (ver Malamud & Núñez) existe un desgaste en la esencia de las democracias iberoamericanas y de cómo no dan respuesta a las necesidades de sus nacionales generando un proceso entrópico en el desarrollo de las libertades públicas y en el desmontaje de la institucionalidad democrática. Es un problema que, en cada una de las naciones emblemáticas que evidencian el desplome de la democracia, ha venido desarrollándose desde algunas décadas, implotando desde sus estructuras sociales, y dejando en evidencia el fracaso de la política.

En el panorama latinoamericano tenemos tres casos que evidencian, más allá de toda duda, la cruda realidad de ser hoy despojos de intentos democráticos, algunos más exitosos que otros pero que, a la final dejan sobre le tejido sociopolítico, una desazón de que la realidad colectiva nos aproxima a un grave peligro global. Nos referimos a una Venezuela atada a una autocracia-personalista, otrora vitrina de la democracia latinoamericana, y aliada con los regímenes de Irán, Rusia y China, que mantiene en sus territorio tropas dispuestas al combate contra occidente, a una Nicaragua desahuciada de cualquier intento de restitución institucional, que ha recibido de igual manera tropas de Rusia en sus cuarteles y que hoy enfrenta en las calles a la Iglesia católica-romana, despojándola de la libertad de predica y colocando en prisión a obispos y sacerdotes y,  la Cuba de ayer y hoy, que a pesar de los logros deportivos y médicos, ha fracasado en el principal logro de la humanidad que es la libertad como derecho fundamental. Pero, ¿qué ocurrió con estas naciones? Observaremos en estas tres entregas, cada caso por separado, para entender qué fue mal en el desarrollo democrático institucional que se había empezado en Nicaragua, bien adelantado en Venezuela y que aún espera en Cuba desde que fue derrotado el dictador Fulgencio Batista.

La crisis institucional venezolana 1992-2014

Venezuela despierta muchos meses después de los incidentes desafortunados del 4 de febrero y del 27 de noviembre de 1992. Lo hace en medio de un acontecimiento histórico y lamentable para la historia de Venezuela, el enjuiciamiento y destitución de Carlos Andrés Pérez como presidente de la República. Este hecho, sumado a variables de contenido jurídico procesal, va a constituirse en el resultado del desgaste del sistema político venezolano, presionado por factores domésticos sociales, comunicacionales, políticos y económicos e intereses particulares que buscaban el quiebre, no sólo de una Presidencia, sino de un sistema político.

Las fuentes hemerográficas y videográficas dan cuenta de una década que va a comenzar con la visita del presidente de Estados Unidos George Bush el domingo 9 de diciembre de 1990. Recibido por su homólogo Carlos Andrés Pérez que había sorteado casi dos años de intensa crisis económica producida por el reajuste de las medidas económicas iniciadas por su equipo técnico que pretendía dar un cambio radical de una economía estatista a una de libre mercado y desarrollo, Venezuela inicia un acercamiento político-económico con Estados Unidos, precisamente para implementar la apertura que contenía la política del Gran Viraje en sus medidas y políticas.

El país, a pesar de la contención social que vivía se encontraba en una etapa de crecimiento económico que era duramente combatido en los sectores populares por los mismos movimientos insurreccionales que movilizaron a las masas el 27 de febrero de 1989 reconocido por la historiografía venezolana como “El Caracazo”. No fue sino después de la juramentación de Carlos Andrés Pérez (1989-1993) que el pueblo movilizado por sectores insurreccionales movilizó los saqueos de aquel lunes. Fue una explosión social, una revuelta popular atizada por el aumento del pasaje, producto de la aplicación del llamado “paquetico Rodríguez” cuya visión macroeconómica esperaba generar el crecimiento económico que se producirá en 1991. La fisura moral, económica y social va a convertirse en una fractura insoldable la madrugada del 4 de febrero de 1992 cuando los oficiales en desobediencia a su juramento de defender la Constitución y la Patria, arremeten contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez y contra la democracia.

Esa acción del 4 de febrero de 1992, deberá ser analizada por los expertos como la fisura más importante del sistema democrático puesta de manifiesto como producto de una deficiente educación en valores democráticos en el proceso de formación de los cadetes a oficiales en las academias militares.

Con el procesamiento y destitución del presidente Pérez junto a los ministros Alejandro Izaguirre y Reynaldo Figueredo Planchart, por parte de la Corte Suprema de Justicia, el país se oxigena del pesado ambiente socio-político en el cual se había mantenido desde 1989 y que alcanza su máxima presión en los hechos de 1992. Octavio Lepage , quien había sido el contendor político de Pérez en las internas de Acción Democrática en 1987, asume la Presidencia Interina de la República desde finales de mayo hasta principios de junio de 1993,  cuando el Congreso, por mandato constitucional designa a quien terminaría el período, el historiador Ramón José Velásquez Mujica, cuyo gobierno de transición intensificará las rupturas económico-político y moral con el escándalo del indulto Presidencial concedido al narcotraficante Larry Salvador Tovar Acuña, la quiebra del Banco Latino y el desmontaje del sistema financiero nacional que produjo una fuga abrumadora de divisas al exterior y la tragedia en Tejerías cuando por negligencia de la empresa contratista constructora, se perforó un ducto gasífero que produjo la muerte de más de un centenar de venezolanos, familias completas calcinadas.

Parecía que la situación no podía ir peor y el gobierno decidió establecer el Impuesto al Valor Agregado (IVA) generando otro caos en los sectores más débiles de la economía. El liderazgo político adolecía de miopía social. Por un lado, la creciente indignación de todos los sectores nacionales contra las élites cada día más involucradas en escándalos políticos, por otro lado, una creciente antipolítica gestada en la fuente de la sociedad y aprovechada por los medios de comunicación para explotar comercialmente la indignación, como fue el caso de la novela televisada por Radio Caracas Televisión “Por Estas Calles”  del escritor Ibsen Martínez que denunciaba a la vez de propagar los vicios más deplorables de la política y las desviaciones más profundas de la sociedad. En efecto en dicha “tele serie” que duraría 627 episodios desde 1992 hasta 1994, invadiendo las conciencias de los sectores populares hacia la consigna que se expresaba en una sinopsis que políticamente gritaba por un cambio radical del sistema de valores y de orden social: Una historia de amor en un mundo en crisis. Un mundo donde el dinero es más importante que la vida, donde la ley y el orden que está en juego. Un mundo donde la gente honesta debe luchar para mantener sus sueños, el amor y la verdad con el fin de hacer un mundo mejor para las generaciones más jóvenes.

En este mismo sentido, la población cansada de los desafueros públicos, seguía siendo alimentada por la cinematografía, que creaba apologías a los levantamientos armados como lo fue la película de 1998 dirigida por Carlos Azpúrua “Amaneció de Golpe” . Entre teleseries, novelas, entrevistas y exacerbación de los grandes males, en vez de constituirse en un elemento corrector, fue el caldo de cultivo para afianzar en las bases populares el fin de un sistema de valores que prontamente darían al traste con el proceso democrático y de libertades iniciado en 1958.

Paralelamente, como consecuencia del proceso de descentralización política que se inicia precisamente con la segunda presidencia inconclusa de Pérez, se van a realizar en todo el país elecciones regionales en las cuales serán castigados los partidos políticos tradicionales, haciéndose del poder factores que estaban invisibilizados frente a la opinión nacional.

El año 1993, entre la profunda crisis moral que vivía el país, luego del estallido de los sobres bombas en la Corte Suprema de Justicia dirigido a asesinar al magistrado Alirio Abreu Burelli, una bomba en el Centro Ciudad Comercial Tamanaco, al este de la ciudad, y el robo de armas realizado por el Teniente del ejército Raúl Álvarez Bracamonte contra la armería del regimiento Generalísimo Francisco de Miranda , en el Fuerte Tiuna, se inicia la campaña presidencia en la cual participaban Rafael Caldera promovido por el Movimiento Político Convergencia Nacional que había aglutinado a una gran disidencia de la Democracia Cristiana y a casi toda la Izquierda venezolana, Claudio Fermín, abanderado por Acción Democrática muy desgastada políticamente por los escándalos presidenciales de Jaime Lusinchi;  Oswaldo Álvarez Paz, llevado de la mano por Copei, golpeado duramente por su fundador Rafael Caldera, a quien acusaban haber sacrificado a tres generaciones de cuadros políticos por sus ambiciones personales, Andrés Velásquez candidato de la Causa Radical (Causa R) movimiento de izquierda, disidentes del partido comunista  fundado por Alfredo Maneiro y el general retirado Nelson Ojeda Valenzuela fundador del movimiento Frente Popular Independiente FPI. A la sazón un tarjetón electoral abultado por la proliferación de organizaciones políticas recién fundadas para promover candidatos uninominales al Congreso de la República como es el caso de “ORA”, “Sangre Nueva”, “Onda”, “Ideal”, “Prosocial”, entre muchos.

Rafael Caldera Rodríguez asume la presidencia de Venezuela por segunda vez el miércoles 2 de febrero de 1994. Si algo estaba mal en el inicio de un gobierno de múltiples presiones y agregación de intereses, pronto la opinión nacional esperanzada, recibiría el coletazo de la guerrilla colombiana con la masacre de Cararabo, cuando el 25 de febrero, un número importante de infantes de marina fueron cruelmente asesinados, situación que debilitará la moral del gobierno en sus nuevas relaciones civiles-militares. Un mes después, el 26 de marzo de 1994 Caldera ordenará el sobreseimiento de causa en favor de Hugo Chávez Frías, los militares que habían participado en la ofensiva golpista del 4 de febrero y 27 de noviembre de 1992 y la veintena de oficiales y suboficiales de la Fuerza Aérea que volaron al Perú luego del golpe. Los medios de comunicación del momento, aplaudieron el hecho, así como la población en altos porcentajes de aceptación. Muchos recordarían el discurso del presidente Caldera en el Congreso Nacional el día del golpe y la clara aceptación nacional que tendría el recién liberado Hugo Chávez.

Un grave problema que impactará la estabilidad del sistema político durante las dos presidencias de Pérez y Caldera será la ausencia de conexión socio-política en el constructo de la fuerza interna viva nacional entre pueblo y gobierno, toda vez que las sanas y bien encaminadas políticas que buscaban disminuir el poder del Estado y generar una economía de mercado en donde el precio fuera asignado libremente por la oferta y la demanda sin la intervención de lo público, no van a encontrar aceptación en la población. Toda vez que mientras el crecimiento económico era favorable, la gente se sentía menos asistida, había una sensación de empobrecimiento, los jóvenes profesionales no tenían acceso a bienes inmuebles para formar familia ni capacidad de alquiler por la diferencia feroz entre la oferta y los salarios; las clases populares estaban hinchadas de indignación frente a escándalos de corrupción administrativa y simples rumores que a forma de mofas, dimes y diretes con cierta morbosidad social, involucraban  al entorno familiar del presidente Caldera en negocios desde el gobierno para satisfacer  intereses particulares. Esto sumando al deterioro cada vez más pronunciado de los servicios públicos, la ineficiencia con la cual los servidores públicos atendían las demandas sociales y un ambiente intoxicado de anti política y delincuencia desatada, por las grandes perturbaciones sociales que, acumulándose por muchos años, enturbiaba el sano proceso de relacionamiento socio-político que existe en toda democracia.

Un factor que debe demandársele a quienes hemos escrito la historia de Venezuela, es no haber abordado temas tan importantes como el respeto social en el seno de las familias, la deformación de la moral entre conyugues, el lento deterioro y desmontaje de valores como la lealtad entre las parejas, la obediencia de los hijos a sus padres, el mutuo respeto entre quienes iban formándose en el seno de la sociedad, la cada vez mayor ausencia de parámetros morales en programas de televisión que iban deformando la capacidad intuitiva del niño en proceso de desarrollo y crecimiento, y en definitiva la ausencia de un Proyecto Nacional de desarrollo holístico que permitiera en prospectiva llevar en completa armonía socio económica a los Venezolanos a las puertas del siglo XXI. Otros, menos preparados, si aprovecharon ese extraordinario caldo de cultivo para crear una homogeneidad social que prontamente daría al traste con el sistema de libertades democráticas que habíamos disfrutado antaño los venezolanos. Hugo Chávez, desaprovechando una gran oportunidad de contar con un amplio respaldo popular, sumergió a Venezuela en el más feroz populismo que haya vivido nación latinoamericana anteriormente, intoxicó el espíritu de trabajo del venezolano con asistencias sociales que disfrazaban movimientos de control social y, entre las expropiaciones, una corrupción galopante, y una lucha perenne con los sectores productivos del país, destruyó el aparato económico del Estado. La democracia había sido derrotada.

La fractura moral había echado raíces en el tejido socio-cultural del venezolano. Ya lo había advertido el conocido escritor venezolano Manuel Barroso en su trabajo titulado La autoestima del venezolano, empezábamos a carecer del amor propio y la dignidad que debe desarrollar cada hombre en función del honor y como parte de un sistema político interdependiente; habíamos entrado como sociedad en una entropía incapacitando a los poderosos sectores económicos y políticos vivos en la estructura de poder nacional, para defender la Democracia como sistema; nos preparábamos para ser presa fácil, terreno fértil de un populismo avasallador que nos conduciría a la dictadura del Nicolás Maduro.

Para referencias del lector

Carlos Malamud & Rogelio Núñez (2021) La crisis de la democracia en América Latina, 2019-2021. En: https://www.realinstitutoelcano.org/analisis/la-crisis-de-la-democracia-en-america-latina-2019-2021/ [Recuperado el 05-08- 2022]

“Bush visita a Venezuela”, El Universal, 9 de diciembre de 1990. https://elpais.com/diario/1990/12/08/internacional/660610806_850215.html.

Sinopsis de la Teleserie por estas calles ubicada en: https://www.youtube.com/watch?v=kR2_6CVs204 https://www.youtube.com/watch?v=wmH-K24dKWQ

Juan Carlos Rey, El futuro de la democracia en Venezuela (Caracas, Instituto Internacional de Estudios Avanzados 1991) p. 43.

Miriam Kornblith, La Crisis del sistema político venezolano en: (Caracas, Revista Nueva Sociedad n° 134. Nov-Dic 1994. Ed texto. 1994), p. 75.

Investigador-política global USEK

Doctor en historia (Universidad Católica Andrés bello)

 


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!