Uno de los temas más apasionantes dentro de la teoría empresarial es determinar el origen de los negocios. En Venezuela, es frecuente encontrar empresas que surgen de ideas familiares. Hermanos, tíos, primos, padres e hijos se asocian con el objeto de desarrollar una determinada idea. Algunas de estas empresas se mantienen en el tiempo y logran ser sumamente exitosas. En algunos casos, han logrado internacionalizarse, salir a bolsa y tener una capitalización de mercado nada desestimable.

Esa es una parte de la historia de las llamadas empresas familiares. No es un secreto, sin embargo, que también muchos de estos negocios se han visto afectados por las variables macro que ha sufrido el país en años recientes. Existen numerosos retos que las empresas familiares deben enfrentar, y escribo este artículo en parte para recoger algunas reflexiones que he venido captando en mis labores de consultoría. Luego de estudiar varios casos, en distintos rubros, se pueden establecer algunas similitudes y patrones que bien pudieran servir de orientación preliminar para aquellos que conducen las riendas de una empresa familiar.

Comencemos por dar una noticia que al menos para nosotros es positiva. Cada vez más se nos acercan dueños, accionistas y directores de empresas familiares indicándonos que están reactivando su empresa, que comienzan a tener algo de números verdes, y que en el escenario más conservador, están considerando reabrir su empresa en los próximos meses. Decimos que esta es una noticia positiva porque que haya más empresas reactivándose se traduce en mayor bienestar para el país. No es un secreto que parte del caos y de nuestros problemas tienen una arista económica de importancia que derivó en la destrucción de la calidad de vida de los venezolanos, y soy de los que piensan que el sector privado, las empresas, son parte fundamental de cualquier proceso de recuperación económica que viva Venezuela en el futuro.

Ahora bien, esta buena noticia, la de la reactivación, la del empuje de los proyectos llevados en familia ha estado acompañada de varios desafíos que he detectado a lo largo de los últimos meses. Contrario a lo que pudiera pensarse, el primer desafío no tiene que ver con dinero y recursos sino con el control de gestión. Las empresas familiares venezolanas usualmente enfrentan el reto del relevo generacional, pero esta vez es un relevo que se caracteriza por la presencialidad en el país. Para llevarlo a la práctica, ¿cómo manejo mi empresa, cómo la vuelvo a poner a funcionar, si mis hijos se fueron a Madrid y yo llevo 40 años acá y sé que la empresa está volviendo a ser rentable? Este no es un tema menor, y precisamente el control de gestión de intercambio generacional con diáspora de por medio es una constante detectada en varios casos.

En adición al tema generacional, que para muchos pareciera una obviedad, sí se observan algunos elementos de tipo financiero que inciden sobre las compañías. El más obvio y latente: la informalidad. Si bien esto no es exclusivo de una empresa familiar, merece la pena resaltar la circunstancia, porque una empresa que esté fundamentada en una excesiva informalidad puede quedar por completo fuera del circuito financiero, y ello en la práctica incluye desde la imposibilidad de abrir cuentas bancarias, hasta procesos un poco más complejos -pero no imposibles- como es el caso del levantamiento de capital o la obtención de financiamiento. Por ello, nuestra sugerencia sería comenzar a formalizar aquellos elementos financieros que eventualmente le den a la compañía una visión más robusta.

Otro aspecto a resaltar se relaciona con el control de gestión. No pocas veces observo empresas familiares que si bien han sido super exitosas no tienen mayores herramientas para hacerle seguimiento a su funcionamiento, llegando a tener una contabilidad muy básica y procesos operativos bastante elementales. Aún y cuando ello no constituye una fórmula segura para el éxito, estoy convencido de que si las empresas familiares emplearan indicadores de gestión, los conocidos key performance indicator (KPI) pudieran ser incluso mucho más rentables y exitosas de lo que ya lo son. De forma tal que un proceso de este tipo sería más que bien recibido.

En resumen, el cambio generacional, el fantasma de la informalidad, y un control de gestión limitado son elementos comunes que observo en muchas de las empresas familiares como oportunidades de mejora. Ello finalmente derivaría en el establecimiento de una planificación estratégica, aspecto clave sobre el cual dimos algunas pinceladas en nuestra última columna. En mi opinión, es mucho el aporte que pueden dar las empresas familiares a Venezuela. Con una buena asesoria, lo harán mejor y de forma más eficiente. Con ello, también contribuirán a robustecer la cultura empresarial venezolana.

 

 


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