La situación de crisis que identifica a la desafortunada Venezuela como uno de los países  que ocupa puesto de primacía miserable en el mundo, no se debe causas  de un exceso poblacional con incremento incontrolado que pueda llevar a los ministros del proceso a ser consecuentes con Malthus, para que al llevar a cabo la ceremonia del “matrimonio”. No a la existencia de una interminable guerra. No porque sus pobladores carecen de adiestramiento y capacidad o experiencia técnica. No debido a enfermedades endémicas. No por habernos adaptada a ella. No por cuestiones relacionadas entre las estaciones y el clima  ni motivado a un infecundo propósito de ayuda para incrementar nuestra pobreza. Nuestra pobreza aflige todos los niveles de nuestra masa poblacional. Alcanza según encuestas de mérito a 89% de sus connacionales, en contraposición a grupos privilegiados de excepción, conformada por minorías de militar activa asociada a minorías de civiles,  que con permisivas complacencias en forma desmedida dan preferencias  a sus parientes para las concesiones a empleos públicos, mientras la pobreza se incrementa de manera más que ostensible y la impunidad se hace regla.

La situación miserable del venezolano, sin asistencia de una dirección gubernamental capaz para lograr un nivel de demanda colectiva que dé empleo a toda o casi todas la fuerza laboral disponible, la que a pesar de los migrados, son bastante; en espacial los de la tercera edad que tienen a su cargo hijos y familiares de estos, impedidos de activar su  sustento diario, motivado al confinamiento cuarentenal usado como instrumento por los hermanos Rodríguez, burócratas de alto coturno, que ha originado el incremento de una nefasta situación sobrevenida por 7 años de recepción; más dos de hiperinflación sumado al estado de alarma sanitaria, que nos enfrenta a una pandemia en medio de una economía tan frágil como la nuestra, sin servicio de agua potable, insuficiencia eléctrica, el no suministro de combustible -la gasolina se vende en las calles de Caracas a razón por ahora, de 20 litros por 40 dólares- y para complemento nos oprime la acechanza de medidas manejadas solo con el interés manifiesto, incontrolado y no creído para enfrentarnos con saña deliberada  a los colombianos, con facturadas irracionales de culpas a Estados Unidos; a la vez, con acciones contrarios  a la ayuda humanitaria lograda por el Presidente provisional.

Razones de elemental sindéresis nos obliga aceptar que las acechanzas son serias y perjudiciales. No son bravuconadas del régimen “espurio.” Las medidas de cuarentena  han sido usadas con deliberado propósito político  para impedir que se convoque  la elección presidencial. Para incumplir la Constitución. Para publicitar supuestos atentados carentes de aceptación fraguados por ocho tripulantes de un bote que fondeo en Macuto en la persona de Nicolás Maduro, con implicación de Wilexis, pran más poderoso de  los barrios de Petare señalado por Maduro como agente al servicio de Trump. Minimizan la vida económica nacional. Afecta sin control los sectores más desposeídos, cuales resienten la imposibilidad de salir a conseguir el sustento diario. Pero también advierte: La necesidad humanitaria que existe en el país; expresión de los medios y de  observadores políticos del mundo; no es producto de una pandemia ni de una sanción del gobierno de Estados Unidos que nos impide adquirir gasolina. Es producto de un presidente; que si en verdad no dejó de reunir las condiciones cuando con legitimidad hubo de ser elegido, resulto, como lo he dicho con anterioridad, no idóneo para su desempeño funcionarial dado carencia de cualidades para su ejerció.

Dudas no cabe que la tragedia constituida en “mabita” que por fuerza “despótica  de poder” hemos de calarnos, nos sitúa en la necesidad de reclamar y pedir la destitución de los que  en forma no legítima se han válido de una ANC no reconocida por “farsa”, como vía para cercenar las libertades públicas, no presentar cuentas de gestión, decretar con abuso estados de excepción, encarcelar a opositores y periodista; en fin a todos los que se atreven a disentir, lo que nos coadyuva a ser reacios por razones de voluntad ciudadana  a la continuidad de un Estado fallido que evidencia la pérdida del control físico del territorio. Monopolio en el uso de la fuerza. Erosión de la autoridad legítima. Toma de decisiones en forma amañada con implicación del un sector castrense en cuyo nombre actúan. El Estado venezolano ha dejado de ser efectivo, incapaz de aplicar sus leyes de manera uniforme con registro de alto índice de criminalidad, corrupción e interferencia de un pequeño grupo militar activo con presencia de exhibición comunicacional. Somos, no discutirlo él modelo más acabado de un Estado en quiebra. Fallido, acreedor de la repulsa colectiva.

Sin argumento oponible, la fascista conducción del Estado fallido surge como producto de la fraudulenta convocatoria  a una constituyente sin sesgo de constitucionalidad, objeto de rechazo por todos los sectores de la vida nacional; por lo que vista la proclamación de Maduro la Asamblea Nacional procedió a nombrar presidente interino al diputado Juan Guaidó.

Guaidó goza del  reconocimiento  de  los gobiernos  de las naciones del mayor poder del mundo, entre los cuales se encuentra el gobierno de Estados Unidos. El presidente, diputado encargado, no actúa a semejanza del gobierno que presidió la República española en el exilio. Actúa con autoridad y reconocimiento legítimo de estatus, en razón de que así lo dispone la Constitución Nacional.

Siendo verosímil la situación de facto, que nos crispa, se plantea pues, como fórmula de   “Resolución del Conflicto” y como idónea para el cese de la usurpación, la designación de de un gobierno de “emergencia” para cuya realización, el presidente provisional ha prestado su mayor, concurso, sin participación de los imputados en violación de los derechos humanos, lo cual tiene vigencia internacional desde la salida de Pinochet. Tal propuesta tiene acogida en el sentimiento colectivo venezolano, que reclama su urgencia.

No obstante, el sentimiento unitario exponencial a que precedentemente hemos hecho referencia, pescamos la actuación de unos que se dicen opositores, no de fácil interpretación, lo que nos fuerza a comentarla. Se emiten dos comunicados, sin firmas; pero con señalamiento de organizaciones que se dicen ubicadas en el campo de oposición; que si en verdad se pronuncian por el “gobierno de emergencia”. Se abstienen de comentar sobre la presencia de Maduro, quizás por olvido involuntario. El primero con responsabilidad de los partidos que, considerándose integrante de los 4 grandes, asumen condición de ”Fuerza Democrática”. En el documento de marra proclamen “no estar incurso en promoción ni financiamiento de guerrillas ni de grupos paramilitares”. Se abstienen de referencia alguna sobre el régimen que tenido como usurpador obliga a la designación del gobierno de emergencia. El segundo emana de Primero Justicia, que hubo  de identificarse en el primero. Este comunicado a nuestro modo de ver es un ataque deliberado y público a la actuación del presidente encargado, es decir, lo execran.

Tales documentos me dan por entendido, dado lo que observo a diario, que sería irresponsable comprometer en su contenido a todos los militantes de las organizaciones reseñadas; como señalar nombre direccional, alguno por cuanto no existe identificación. Pero eso sí, no logro entender por qué los que se dicen acreedores de la oposición hacen público un comportamiento, cuyo contenido es rechazado en su totalidad, por los que le han dado apoyo al comportamiento de Guaidó, quien para cumplir cabalmente su función  se ha liberado de disciplina de partido; y en conformidad ha actuado.

Con tales posturas el grupo opositor responsable del planteamiento antiunitario, quizás por ingenuidad o por constituirse en el ombligo de la ilegitimidad, se convierten en militantes de primera filas de la inopia política, lo cual no es menester impedir.

A manera de posdata, me hago solidario de lo dicho por Omar Barboza:

“La estrategia de cambio es mantenernos unidos con Guaidó y evitar las intrigas del régimen. Lo que el régimen busca es precisamente dividir a la oposición». Con Omar hube de intervenir como diputados suplente, ambos, en el debate sobre la Ley de Reforma a la Ley de Universidades.


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