AFP

Ha sido demasiado tiempo para lograr poderío armado, infamias y ningún triunfo. Un caudillo que dilapidó borbotones de dinero en estultas fantasías personales; un heredero que prioriza lo que nunca ha logrado, autoridad, respeto y poder.

Insostenible el modelo e intento de rescatarlo, el socialismo bolivariano está muriendo. No encuentra apoyo; porque el funcionamiento cada vez peor de la economía, personalismo creciente y corrupción espantaron a la mayoría. La erosión política sin recurso económico o su creador dirigiéndola, era evidente. El reconocido ha logrado permanecer en funciones presidenciales, con menos apoyo interno y externo, respaldándose cada vez más en armas y complicidad. Imposible descifrar hacia dónde y cómo evolucionarán.

La destrucción financiera que dependía más del petróleo que de la originalidad; el espíritu de emprendimiento que va más al agarrar aunque sea fallo; administración basada en humillación y obediencia, no en experiencia. Sector militar politizado, dirigido por dóciles subyugados, y no por los mejores. Inútiles sin mejorar servicios sino empeorarlos. Riqueza sin más guía que la de “póngame donde haiga”. Aureola de revolución que carece de sustento, fermenta y se pudre. Un pueblo desesperado que se desangra escapando hacia otros sueños.

Nunca la humanidad emigró por moda, lo hacen huyendo de tragedias, crisis humanitarias o en busca de oportunidades y mejor futuro. No es fácil despedirse del entorno, guardar la vida en una maleta y soltar amarras. Algunos lo logran, otros no viven para contarlo, mientras los culpables se mantienen incólumes a la realidad.

Ésa es la historia del socialismo bolivariano, frustración y fracaso popular para desembocar en el colapso actual. Sin olvidar ideologías, papel militar, corrupción y lo inmoral sobre fuentes ilegales de financiamiento. Venezuela está quebrada, se desmorona, la inseguridad azota, servicios públicos en su máximo deterioro, educación y salud agonizan mientras hambre y miseria acaban con el futuro. Ninguna esperanza prometida se ha cumplido, por el contrario, los males que existían y buscaban remediar han sido acrecentados, profundizados, incluso para los peores pronósticos.

Oficialistas, socios y asociados son sólo de interés para vigilar qué hacen y dejan de hacer. Un presidente investigado por la Corte Penal Internacional, dirigentes con recompensas de búsqueda y captura. Países que son amigos sólo como parte de la estrategia geopolítica; y gobernantes amistosos por su apetito de minerales, oro y petróleo, además de su empeño para importunar a los estadounidenses, que navegan en portaaviones, submarinos nucleares y bombarderos, cargados de misiles capacitados para pulverizar sin importar lejanía; además de un telescopio para husmear en el origen del sistema solar.

En ese mundo de imperios y avance desmesurado de tecnología que hace la comunicación instantánea, el castro-madurismo es una pequeña parte que se zarandea entre juegos de poder, ambiciones y codicias tras despotricar de Colombia, miembro de la OTAN, base militar y política de Estados Unidos. Amparar guerrilleros devenidos en narcotraficantes, permitiendo acceso al territorio para distribución de sustancias psicotrópicas, adueñarse del oro, minerales y observar que extremistas de América rechazan al castrismo, planteando soluciones propias; de repente, sin aviso ni protesto, reaccionan, arrestando insignificantes prosélitos que se dedicaban -difícil creer, lo hacían sin permiso-, a comerciar inmoralidad, combustible y vicio.

Se llenan la boca -no la conciencia- de amenazas contra sus diminutos buhoneros proclamándose éticos intransigentes, mientras son enjuiciados por la justicia internacional.

Han comprendido que la presencia rusa es un detalle geopolítico lejos de la importancia del conflicto ucraniano. Que para los chinos la tiranía bolivariana no es cuestión de solidaridad sino de economía de tanto te di, tanto me debes. Y, cuando se percatan, por la última estupidez electoral están cada día más solos, que las mayorías los abandonaron por embusteros.

El castro-madurismo se desvanece. La situación es tan grave, que el oficialismo procura hacer creer se requiere una solución integral negociada de intensidad y dedicación a las idioteces, paños calientes que como estúpidos pretenden profesar el dueño del circo, nuevos y viejos payasos. La energía activadora del proceso bolivariano se agota y restringe a lo discursivo.

La lógica diferencial comienza a despuntar, y se expresa con pasión, sin miedo, en el malestar de sectores populares insatisfechos. Frente a ello, el relato que condensa las demandas y exigencias se ha transformado en lenguaje vacío, repetitivo y nada creíble; lo que podría derivar en severos problemas de gobernabilidad.

El castro madurismo ha puesto de relieve el peso carismático, y su ausencia en el reconocido usurpador se intenta remediar exacerbando el discurso populista, fastidioso, huero y reiterativo. El enorme deterioro en la calidad de vida, coloca en riesgo la continuidad del comunismo socialista bolivariano. Y una estrategia desprovista de carisma, acompañada con disminución de renta, es incapaz de contribuir a sostener el armazón revolucionario,

@ArmandoMartini

 


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