A través de varios artículos de opinión, durante este año 2021 hemos intentado hacer llegar un mensaje de alerta en torno al riesgo del consumo inadecuado de los medios, principalmente los desarrollados en la red (como es el caso de las redes sociales). Hemos insistido en la necesidad de la formación mediática de nuestros jóvenes, así como sobre la importancia de incorporar la educación en medios como parte de las competencias básicas que nuestros hijos deben desarrollar para una vida sana.

Ausentes de formación mediática, las personas están expuestas a riesgos de todo tipo como el hackeo, extorsión o los intentos de manipulación, lo que supone un desequilibrio entre el emisor o productor de los mensajes y las audiencias.

No es casualidad que los ojos de los gobernantes se coloquen en el control de los medios. Los medios que pueden ser considerados en palabras de Michel Foucault (2019), “conceptos biopolíticos, o prácticas de los estados modernos para explotar numerosas y diversas técnicas para subyugar los cuerpos y controlar la población”.

En otro sentido, durante la última década, los ojos del mundo han estado puestos en el desarrollo de la tecnología y sus efectos sobre los individuos, un proceso que inició con el desarrollo de la robótica, y que muta hacia un mundo paralelo que ahora llamamos metaverso.

Pero, ¿quién piensa en la gente?, ¿cómo estimular el desarrollo y la protección que debe venir desde la educación del hogar y desde la formación?

A las audiencias se les debe educar para que tomen sus propias decisiones. Los jóvenes venezolanos deben ser formados como consumidores responsables de un contenido audiovisual que se les presenta sin filtros y en ocasiones sin límites. Un proceso que permitirá que nuestros adultos del futuro adquieran las competencias necesarias para interactuar correctamente con los medios radioeléctricos y sociales.

Este proceso de formación no es exclusivo para grupos etarios, no existe edad para recibir formación educomunicativa, simplemente la debe recibir quien no domine las competencias mediáticas. Tampoco debe excluir a los formadores, estos últimos deben adquirir experticia, quizás no en las últimas tecnologías , (que es un rol que no les corresponde), sino para ser críticos y conocedores de lo que hoy no pueden ver:códigos, o mensajes que inciden de manera directa en los hábitos y valores de esas personas que pretenden formar.

Entendiendo como indican Perceval y Tejedor (2007), que “ni la escuela puede vivir de espaldas a los medios, ni la sociedad abandonarse alegremente en el placer pasivo de unos medios cada vez más seductores. La sociedad debe ser educada y la escuela debe ser reformada”.

En la historia, el tiempo de asentamiento de los procesos es largo, pero las acciones no deben evitarse y menos dejarse morir, por el contrario, deben propagarse.

Hasta que la educomunicación no penetre los subsistemas educativos, una pata menos tendrá la educación venezolana.

Feliz año 2022.

 


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