Crecimos en un entorno donde nuestros valores familiares indicaban la importancia de mirar a la cara a nuestro interlocutor.

Manuel Antonio Carreño, en su célebre Manual de Urbanidades y Buenas Costumbres, publicado inicialmente el año 1853, nos indicaba: “Dirijamos siempre la vista a la persona con quien hablamos. Los que tienen la costumbre de no ver la cara a sus oyentes son por lo general personas de mala índole o de poco roce con las gentes; y es además de notarse que así pierden la ventaja de conocer en los semblantes las impresiones que producen sus razonamientos”.

Tan poco cortés como lo anterior es la práctica moderna del ningufoneo, conocido también como phubbing. El ningufoneo es sinónimo de desaire, desprecio o ninguneo; es el acto de ignorar a alguien por mirar el teléfono para textear, navegar en la red o mirar redes sociales. Una de las tantas infecciones mediáticas que debemos evitar o abandonar. Ningufoneo es un acrónimo que integrados verbos: ningunear, que es la actividad de menospreciar a una persona, no hacerle caso o no tomarla en consideración y por el otro lado el verbo telefonear.

Es una descortesía del mundo digital lamentablemente muy común. Existe entre los educomunicadores un adagio que indica que si el ningufoneo fuese una epidemia, ya hubiese acabado con seis chinas y que los alimentos saben peor en compañía de un ningufoneador.

El ningufoneador es usualmente un adicto cercano a la nomofobia. Lo hace sin percatarse de su acción, ya que es parte de su cotidianidad. Posiblemente su círculo de amigos y relacionados también se distancian en la cercanía, apelando a teléfonos inteligentes u otros dispositivos electrónicos. Una práctica desagradable, lamentablemente común entre relacionados, que sucede hasta en los eventos parentales más cercanos como la mesa familiar o las celebraciones.

Albert Bandura, considerado padre de la teoría del aprendizaje social y uno de los psicólogos más influyentes de todos los tiempos, comenta que el phubbing parece un acto inofensivo, pero daña tus relaciones y más aún si tu receptor es inteligente, ya que notará que no le das importancia”.

Escapar del ningufoneo es posible solo a través de la educación mediática. El respeto de nuestros interlocutores es uno de los valores básicos que apoya la construcción de una mejor realidad social en el mundo digital.


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