En la última semana numerosos anuncios han venido circulando por las redes sociales convocando a un paro nacional para este próximo 15 de diciembre 2022, difundiendo antiguos videos del alzamiento militar en Cotiza en 2019 como si fueran actuales, conjuntamente con declaraciones de individuos desconocidos apuntando a crear un clima de fin de régimen que motive a incautos a salir a la calle a “tumbar al tirano” y a la falsa oposición.

Es evidente que detrás de estos laboratorios se diseña una emboscada tramada desde las salas situacionales de Miraflores y Pdvsa La Campiña, con la manoseada intención de distraer a la población de la terrible situación económica que precariza aún más la condición de vida de la población, agobiada por tantas promesas de recuperación económica anunciadas por el régimen, que luego no se concretan ni en un salario con poder adquisitivo ni en una canasta alimentaria accesible a una vida decente.

A lo largo del siglo XXI el pueblo venezolano ha conocido las falsas promesas de un proyecto político basado en el resentimiento y el saqueo de la riqueza nacional, características que determinaron a la CTV y a los trabajadores petroleros a prevenir al país y a convocar un Paro Cívico Nacional precisamente un diciembre hace 20 años.

En esas duras jornadas se demostró la crueldad de un régimen que no vacila en burlarse de un pueblo hambriento, pretendiendo ahora esconder su incapacidad de mantener a flote al bolívar “culpando al dólar criminal quien desde Miami agrede la economía nacional”, cuando el origen del desastre de la economía venezolana ha sido el fracaso reiterado en esta oportunidad del bolívar digital implantado en marzo pasado. En tan solo 9 meses el bolívar digital corrió la misma suerte del bolívar fuerte (2008) y del bolívar soberano (2018), hoy se cotiza en 18 bolívares un dólar y no nos extrañaría que en poco tiempo alcance la suma de 1 o 2 millones de bolívares digitales por un dólar, como sucedió en los casos anteriores.

Esta incapacidad corrupta ha determinado al régimen recurrir a todo género de artimañas publicitarias para vender al mundo la imagen de una Venezuela en recuperación y “feliz”, con el anuncio de conciertos o eventos del Récord Guinness, contando con el apoyo de algunos empresarios privados que difunden la versión gubernamental de que el país ha mejorado al registrar un estimado 10% de crecimiento en 2022, cifra que es una caricatura de indicador ante la caída de 80% de la economía entre 2013 y 2021. Es como si una persona que pesaba 100 kg se enferma y pierde 80 kg, pero luego recupera 10 kgs, lo que significa que aun cuando su salud ha comenzado a restablecerse, la agonía continúa.

La realidad es que, como anuncia recientemente la prestigiosa web eleconomista.es (11/12/2022) en el índice de Miseria 2023, Venezuela será la segunda economía más miserable a nivel mundial en 2023 con 164 puntos. “Lo cierto es que la presencia de este país latinoamericano en la lista no es ninguna novedad, ya que la nación lleva tiempo conviviendo con una inflación exageradamente alta. En 2018 incluso marcó un récord al alcanzar el 1.698.488%”. Es de hacer notar que en este ranking indeseable se identifica a Zimbaue, Líbano, Argentina y Siria.

Por tanto, no es de extrañar este desaguisado convocado a Paro Nacional por la tiranía, con el cual pretenderá esconder sus vergüenzas y al mismo tiempo atrapar incautos para apresarlos, levantarles expedientes y encerrarlos en las mazmorras del Sebin y de la DIM, para lo que cuenta con tribunales diligentes en sentencias “prêt-à-porter”, que castigan toda protesta justa contra el régimen. No por casualidad se registran más de 350 presos políticos, entre ellos militares, civiles y sindicalistas.

En resumidas cuentas, alertamos a la comunidad internacional y a la población en general a no pisar el campo minado de una dictadura, capaz de todo menos de asumir su responsabilidad en la tragedia colosal más aguda que haya conocido país alguno en el continente americano.


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