Provoca una profunda tristeza rememorar la generosidad y la grandeza con que Alberto Lazo se entregaba a sus cometidos. Su ausencia será notable. Un talento de esa magnitud no se improvisa.

La inesperada muerte de Alberto Lazo, víctima del coronavirus, deja un profundo vacío en el medio musical venezolano. Extraordinariamente talentoso, poseía las dotes de un gran acompañante, difícil arte que dominaba a la perfección, como ningún otro pianista acompañante venezolano. Al buen gusto unía un amplísimo registro temático y un dominio de los distintos géneros que abordaba. Despertando el respeto y la admiración de quienes, profundos conocedores del oficio, estaban capacitados para comprender la grandeza de su arte.

Para su fortuna y la nuestra, las presentaciones de Soledad Bravo en el escenario del BOD, en la Plaza La Castellana de Caracas, acompañada por el trío sabiamente dirigido por Alberto Lazo y constituido por Nené Quintero en la percusión y Carlos Rodríguez en el contrabajo – permitieron el registro completo de ese inmenso talento musical del que era capaz Alberto Lazo. Su asombrosa versatilidad pudo acoplarse casi sin hiatos a la de la propia cantante, reconocida internacionalmente por su capacidad para expresarse en los distintos matices y formas de expresión de los distintos géneros que aborda, de modo que luce en estas grabaciones el brillo del sorprendente talento de ambos intérpretes. Que se destaca en tangos, boleros, salsa y “algo más”. Y que Lazo supo descifrar y conocer hasta en sus más mínimos detalles.

Provoca una profunda tristeza rememorar la generosidad y la grandeza con que Alberto Lazo se entregaba a sus cometidos. Su ausencia será notable. Un talento de esa magnitud no se improvisa. Que Dios lo tenga en su gloria.

@sangarccs


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