«El dolor pasa, pero la belleza permanece». J. P. Renoir

El Taller Experimental de Teatro de Caracas está de cumpleaños. El TET está cumpliendo los primeros 49 años en la escena nacional e internacional ¡y lo celebramos! ¡Brindamos con vino, esplendor y detalles!

Creo que los fundadores del grupo nunca pensaron que esta aventura iba a tener larga vida y a durar tanto. Una saga sobre la creación teatral y la investigación actoral iniciada en 1972, desde los sótanos del Aula Magna de nuestra amada Universidad Central de Venezuela, hoy tiene la maravillosa edad de un ser maduro para seguir generando todas las aventuras que hemos podido crear allí. Los propósitos han marcado el paso, las nociones sobre la importancia de la maceración y el poder de la poesía tangible continúan animando el gesto para seguir insistiendo y decir: a Dios dedico este arroz.

Recientemente, fungió el TET de casa productora del Primer Festival Franco-Venezolano de Artes Escénicas y Caracas tuvo un abrazo que duró varios días con sus noches desde las artes del actor con grupos invitados de aquí y de allá, en alianza fraterna con la belleza, así como con la Embajada de Francia, la Alianza Francesa de Caracas, la Alcaldía de Chacao y tantos otros aliados convencidos de que la potencia del teatro es capaz hasta de resucitar a los fenecidos para seguir celebrando la alegría de querer, el poder de actuar y la dicha de vivir con amor por el arte. Convencidos de que otro país sí es posible. Persuadidos de que nos merecemos otra región poblada de visiones espléndidas y realizaciones de otra índole, más humanas y menos idealizadas.

Si uno revisa los archivos del grupo encontrará desde bitácoras de actrices, actores, directoras y directores que han hecho el alma del grupo, hasta afiches y programas de mano diseñados e impresos con el gusto más egregio; desde las anotaciones agitadas de algún intérprete frente al desafío de algún monólogo, hasta constancias de alianzas inolvidables; desde papeles de trabajo, hasta tesis de grado escritas sobre el TET y sus distintos trabajos; desde críticas severas, hasta comentarios de alta consideración por algún montaje; desde diseños de escenografías, luces y vestuarios de montajes inolvidables hasta lecciones de dignidad; desde secretos de casa hasta publicaciones numerosas acerca del grupo; desde diplomas de reconocimiento, hasta premios internacionales; desde apuntes de dirección hasta consejos para insidiosos. Claro, como ahora el ciberespacio facilita el intercambio de conocimientos, bastará con meterse en la página web del Centro de Creación Artística TET y allí encontrar parte de esta hazaña civil de cuarenta y nueve años a la fecha. (centrotet.com.ve).

Y digo proeza porque todas y todos sabemos cómo se ha vuelto difícil hasta producir tomates en nuestro país y cómo se nos ha puesto el alma a los civiles en medio de tanto acoso militar y policial o malandro, que no es lo mismo, pero es igual; porque todos sabemos cómo es que se bate el chocolate de las artes en Venezuela, en nuestra región y en muchas otras partes de esta aldea global. Digo gesta y me quedo corto porque hacer teatro de arte en Venezuela es ir a contracorriente del absurdo burocrático, del decir demagógico, de la improvisación apremiante, de la ceguera como síntoma generalizado y de la mediocridad rampante; es subir la piedra muchas veces a la montaña y ver cómo sorteamos para que no se derrumbe; es hacer todo porque el carbón se vuelva diamante; es dejar que la gota orada la piedra hasta convertirse en hendidura amable donde caben fantasías y realizaciones en concavidad excelsa, munífica.

Son muchos los nombres de las personas que han dejado escrita alguna parte de esta historia que hoy celebramos. Hay quienes vinieron una vez y no volvieron más. Hay quienes llegaron, se marcharon y nunca olvidaron lo aprendido en ese sótano habitado por luces y sombras. Hay quienes estuvieron tres días y luego se jactan diciendo que son del grupo, repartiendo hasta tarjetas de presentación con sus nombres secundados por el título de actor del TET. Hay niñas, niños y jóvenes que han sido capaces de apreciar sombras y luces hasta desarrollarse como personas y luego han servido de maestras y maestros, humanistas, buena gente ingeniosa. Hay aprendices que una vez asomaron como parte de algún reparto y luego se convirtieron en intérpretes protagónicos o en preciados actores y actrices de reparto o en extrañas bellezas solitarias encendiendo soledades y cantando recuerdos telúricos a todo pulmón. Hay quienes no sabían ni una papa sobre producir y hoy resultan ser gestores culturales de primera línea. Hay quienes gustaron probar el gusto por dirigir y que se convirtieron en registas notables. Hay quienes alguna vez llegaron con sus cabellos completos y hoy se mantienen exhibiendo calvicies orgullosas y canas de abuelo. Hay quienes todavía prosiguen el camino, hermanadas y hermanados, fraternos, haciendo el sermón y tocando la campana que reverbera sonoramente desde el subsuelo. Hay quienes compartieron el pan y el vino de la disciplina y el gusto por la excelencia, y hoy pueden brindar hasta en países inventados. Para todas y todos, las más sentidas palabras de afecto, admiración y gratitud, las notas más atinadas del registro de nuestras voces para hacerles saber que, gracias a sus aportes, esta nave continua su travesía.

Como tantas otras adversidades, la diáspora también ha tocado al grupo. Muchas y muchos se han marchado a sus alejamientos foráneos, pero, el vínculo perdura y bien podrían crearse núcleos internacionales del TET en cada rincón del mundo a donde han ido a parar. Así, esa marca venezolana y eminente podría ser degustada en otras geografías. Así, las lecciones heredadas de maestras y maestros podrían compartirse para seguir elevando papagayos con la cabeza en el cielo y los pies en el suelo.

Hace unos cuantos años atrás, escribí un texto que hoy me viene como anillo al dedo para esta ocasión:

Estas insistencias por las apariencias; estas continúas ganas de vibrar como un animal milenario al que no se le acaba la vida; estos impulsos de sudor, sangre, otros tantos flujos y cosas locas; estas palabras, joyas prestadas que engastamos cada noche en el temblor y la perplejidad; este templo de voces, de imágenes viejas y renovadas; estos empeños de loco en este arte de birlibirloque donde todo cabe y todo vive; estos espectros danzando al lado, agitando las manos, acariciando; estos tapujos y estas liberaciones vueltas pájaros; estas vestiduras envolviendo gentilezas, vilezas, huesos, materia pronta a estallar; estos enlaces y estas imágenes provocando insomnios y duermevelas; estas ganas de volar atravesando paredes; estas determinaciones conducidas por la tenacidad; estos gestos, estas máscaras, estas personas; naciendo y creciendo; naciendo y creciendo; naciendo y creciendo; estas libaciones y estas degustaciones para paladares vivos, profundos, de damas y caballeros dragones… Ya no nos vamos; ya no nos iremos más nunca; ya estamos engarzados; con gasas tenues; sin gasas; estamos; somos; una y otras; uno y otros…

www.arteascopio.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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