Foto crédito: Conexión COP

Resulta una lloradera permanente de los grupos científicos, académicos y otros organismos que están monitoreando el medio ambiente y prevén un catastrófico desenlace de continuar con el actual ritmo de utilización de productos fósiles (gasolina y derivados del petróleo y carbón para generación de electricidad). Una lloradera a la que aún la dirigencia política global no termina de hacer caso. Especialmente de los países altamente industrializados, concretamente China.

El debate que se planteaba anteriormente entre desarrollo y modernidad  vs medio ambiente y reducción del uso de fósiles quedó superado: no habrá desarrollo ni sociedades modernas con un ambiente destruido.

La acumulación en la atmósfera de GEI, gases de efecto invernadero, principalmente CO₂ (más de 75 %), metano (CH₄) y óxido nitroso (N₂O), entre otros están, configura un nuevo escenario ambiental que tiene que ver muchísimo con la política: somos los seres humanos los que estamos modificando el ambiente y nuestros dirigentes son los que deben ejecutar políticas para no seguir emitiendo GEI, y en consecuencia evitar la destrucción del medioambiente que heredamos de nuestros padres. Al menos conceptualmente estamos compelidos a evitar mayores desastres.

Ya advirtió, nuevamente, el Grupo Intergubernamental de Expertos para el Cambio Climático (IPCC) en su alerta anual: “…si se mantiene el actual ritmo de emisiones de GEI, la temperatura global aumentará 2,7 grados a finales de siglo respecto a la media de la era preindustrial (1850-1900)…”, lo que pondría en aprietos a toda la sociedad por la cantidad de problemas ambientales, incremento de desiertos, zonas inundadas y desplazamientos humanos que ese tipo de hechos climáticos producirían e incidirían directamente en la sociedad.

Mediante modelos físico-matemáticos simulan el comportamiento del clima y prevén que con el actual nivel de GEI en el ambiente ocurrirán problemas en la corteza habitable de la tierra.

Recordemos que el Acuerdo Climático de París señala como tolerable un aumento de 1,5 ℃ respecto al clima preindustrial, aunque ese informe de los expertos nos coloca muy alejados del objetivo establecido en París.

Urge un ajuste del acuerdo, con mejores medidas de control de cumplimientos y principalmente solicitar a China que redoble los esfuerzos. El caso de este país es absolutamente preocupante.

China ha establecido el fin del uso del carbón, el gas y el petróleo para el año 2060. Debe reducir drásticamente sus operaciones industriales que tengan como base el carbón y fósiles. Debe reducir, cambiar tendencias y mejorar su relación con el medio ambiente, tomando en cuenta recomendaciones que se les llevan años diciéndoles: reducir emisiones de CO₂.

La comunidad internacional debe presionar a China para que la nación oriental se ponga o haga el esfuerzo para estar a la par de la norma europea y conceptualmente pueda: 1) llegar a cero emisiones de GEI en 2050, 2) obligatoriedad de reducir GEI en 55% para 2030, 3) obligatoriedad que el 32% de la energía que produce y consume tenga origen renovable, para 2032, 4) declarar en obsolescencia y dejar de usar carbón en sus generadoras para 2032, 5) abrir más sus datos sobre energía y permitir que un panel de expertos internacionales los revise cada tiempo, 6) electrificar 100% de su sistema de transporte en plazo no mayor de 5 años.

Un dato sobre electromovilidad: estamos ad portas de que la fabricación EV cero emisiones tenga menor costo que los tradicionales. Ese debe ser un elemento de competitividad para acelerar la electrificación del transporte.

En Europa para las renovables ocuparán más de 60% del mix de consumo de energía. Este último hito quizá le tome más tiempo a China, pero definitivamente los esfuerzos que hace Estados Unidos y Europa son superiores a los que hace China actualmente.

El acuerdo de Paris solo va a funcionar si todos ponen de su parte y principalmente China, cuyo desarrollo y crecimiento no debe estar a costa de perjudicar a todo el globo.

 


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