Según datos de la OPEP, el pasado mes de junio la extracción de petróleo de Venezuela cayó a su nivel más bajo desde 1943. El bombeo fue de apenas 393.000 barriles por día, por debajo de los 573.000 bpd que se sacaron en mayo, para un promedio en el segundo trimestre 52% por debajo del promedio del primer trimestre, el cual se ubicó en 821.000 bpd.

Las exportaciones también cayeron a solo 379.000 bpd en junio. La declinación en la extracción se acentúa por la caída de las exportaciones, la poca producción se tiene que almacenar y los tanques están sobresaturados, cuestión que obliga a reducir aún más la extracción de crudos.

La combinación del endurecimiento de las sanciones y el impacto económico del Covid-19 genera una baja demanda, exceso de oferta y déficit de almacenamiento que la gerencia de PDVSA no sabe cómo manejar. Esta situación se torna desesperante para un gobierno urgido de recursos para atender la emergencia sanitaria del Covid-19 y encarar la campaña electoral que se le encima.

Con los bajos precios de hoy, ningún tipo de crudo de Venezuela cubre los costos. El petróleo venezolano se vende a pérdida y mientras más se produzca y exporte más se pierde. Al no poder explotar ni almacenar el petróleo que se extrae, PDVSA se ve obligada a paralizar las plataformas de perforación para la extracción de petróleo y por eso tampoco hay taladros funcionando. Según datos de Baker Hughes, en junio no había taladros activos en Venezuela.

Maduro intenta recuperar el control de tales fondos con el argumento de destinarlos a la lucha contra el Covid-19 a través del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), pero el gobierno interino de Guaidó responde que los activos de la República en el exterior son propiedad del pueblo y no se puede permitir que se los roben unas cúpulas corruptas.

El agotamiento de la renta petrolera agrava las dificultades financieras del gobierno de Maduro, cuestión que ha recrudecido la pugna por el control de los fondos de la República que están bloqueados en el sistema financiero internacional. A pesar de que el gobierno de Trump ha reconocido a Guaidó -lo cual le permite la administración de estos fondos-, al gobierno interino tampoco le ha resultado fácil utilizar los mismos porque se encuentran sometidos a un régimen especial.

La división de la comunidad internacional sobre quién gobierna a Venezuela legítimamente no sólo se ha utilizado como excusa para negar las solicitudes de financiamiento hechas ante el FMI, también ha sido el pretexto perfecto para el bloqueo de los activos de la República, las reservas de oro del BCV y las cuentas de empresas del Estado venezolano en el exterior. El subterfugio de no saber cuál es el gobierno que tiene el control real de las instituciones en Venezuela ha dado origen al despojo de los activos de la República que ni siquiera pueden ser utilizados por Maduro o Guaidó para conjurar la amenaza del coronavirus.

@victoralvarezr


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