La agenda internacional para un nuevo gobierno, a partir del año 2025, en adelante comenzando con la reclamación del Esequibo y los dos casos en las más altas cortes internacionales: la Corte Penal Internacional y la Corte Internacional de Justicia, se presenta con grandes retos. A quien le corresponda su conducción, no le será fácil colocar y mover las piezas en el tablero mundial para compaginar los intereses nacionales con los geopolíticos y geoestratégicos, cuando algunos de los actores forman parte incluso del selecto club nuclear, incluyendo a Israel e Irán.

En nuestro caso, se suponía, se había dejado atrás el tercer mundo, para formar parte de los llamados “Países de Desarrollo Intermedio”, según clasificación de la Aladi -de por sí bastante dudosa al incluir a Cuba al momento de su ingreso en 1999-. Los desafíos no son fáciles de superar, si no hay un cambio de rumbo y estrategia para recuperar los espacios perdidos durante las últimas dos décadas y un lustro, luego de ser un país de avanzada y estar en los primeros lugares de los países con renta media.

Normalmente se acepta que la imagen externa de un país, es reflejo de su situación interna; de ser así, las correcciones en política exterior son urgentes y necesarias; una cuestión son las diferencias ideológicas y otras las políticas; las diferencias ideológicas de China con occidente son profundas y abismales. Está visto que al gigante asiático, esas diferencias no le impide tener relaciones diplomáticas, consulares y comerciales con occidente, con el mundo libre y democrático, dejando sus posiciones políticas para las diatribas en los foros internacionales como ONU, que se cruzan desde los derechos humanos hasta las guerras en el cuerno africano; sin embargo, no está en el manual chino o ruso de la buena diplomacia, la odiosa e inoperante práctica de la ruptura de las relaciones diplomáticas; por lo cual, un nuevo gobierno a partir del 2025 debería (en forma condicional) revisar esta práctica y restablecer relaciones con todos los países con los cuales se han roto relaciones.

Lord Palmerson, reconocido diplomático inglés inscribió una frase, que bien se le pudo atribuir al “genio de la hipocresía”, Maquiavelo, cuando advirtió: “Los países no tienen amigos, sino intereses”. Eso se comprueba en el caso venezolano con su contribución al proceso de democratización de España con el apoyo prestado a Felipe González, aquel líder emergente dentro del PSOE; con Nicaragua con la ayuda militar y financiera a los hermanos Ortega en su lucha contra Somoza y a la Cuba de Fidel Castro, a quien se le envió un cargamento de armas a la Sierra Maestra y el Escambray, en su lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista. Castro en agradecimiento nos devolvió las armas con la invasión por las montañas de Muchurucuto en Falcón.

En materia financiera el nuevo gobierno, se tendrá que enfrentar al mono de la deuda externo, como la calificaba Lorenzo Fernández en su campaña, los compromisos financieros con la banca internacional no será fácil; para ello será necesario contar con una buena auditoria y unos buenos negociadores. En paralelo, están en agenda dos temas de similar importancia; los graves problemas macroeconómicos con un impacto devastador en la población, los cuales se puede hacer un decálogo del mal gobierno integrado por: 1. La hiperinflación; 2 el control cambiario. 3. La recesión económica caracterizada por una contracción sostenida de la actividad económica, acompañada de una elevada inflación y una baja tasa de crecimiento; 4. La deuda externa impagable; 5. La fuga de capitales; 6. El desempleo; 7. Pobreza; 8. Desigualdad; 9. Deterioro de la infraestructura y 10. Migración masiva con fuga de cerebros; problemas que si bien tienen un impacto en la economía nacional, parte de su solución viene de afuera con las buenas relaciones que se tenga con los mercados internacionales.

En este mismo orden, la agenda económica y comercial, es igual de complicada. Luego de la denuncia del Acuerdo de Cartagena, de la CAN, en abril de 2006, sin motivo y una argumentación valida, el país quedo a la intemperie en cuanto a los beneficios de un esquema de integración como la CAN, siendo uno de los sectores más perjudicado el empresariado y las exportaciones, al tener que competir en pelo con otros exportadores, sin una política monetaria común, la perdida del reconocimiento académico regional; de políticas sanitaria comunes. Es decir, se impidió al país de contar con un mecanismo que promoviera el desarrollo armónico y equilibrado de sus países miembros, para acelerar el crecimiento por medio de la integración y la cooperación económica; para dar un salto al vacío llamado Mercosur y llegar como un recién invitado  de los señores Kirchner y Lula (2006) para ser suspendido y excluido en 2016, debido al incumplimiento con las normas del tratado de Asunción en materia de comercio, inversión, propiedad intelectual y derechos humanos. Las diferencias ideológicas con otros países de la región con una visión más liberal, ha implicado un aislamiento regional que un nuevo gobierno deberá solventar.

La situación de Venezuela internacionalmente es compleja y desafiante, pero no hay que perder la esperanza. Con un esfuerzo conjunto y una visión de largo plazo, es posible superar la crisis y construir un futuro mejor para el nuestro país.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!