Estaba cantado. La Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) lo que hizo fue confirmarlo: 2020 fue el peor año de la historia para las aerolíneas comerciales. Las cifras definitivas que hizo públicas hace un mes evidencian las consecuencias nefastas de la pandemia en el transporte aéreo global.

Lo números muestran un panorama bastante desolador. Para empezar, en 2020 volaron 1.800 millones de pasajeros, 60,2% menos comparado con los 4.500 millones de 2019. Además, la demanda de viajes (medida en términos de ingresos por pasajero/kilómetro o RPK) cayó 65,9%.

De acuerdo con IATA, también se vino abajo la demanda de pasajeros en vuelos internacionales, que tuvo una caída de 75,6% si se compara con el año anterior. Mientras, la demanda de pasajeros en vuelos domésticos bajó 48,8% en relación con 2019.

Y como si eso no fuera suficiente, la conectividad aérea se afectó en más de 50% el año pasado y el número de rutas que conectan aeropuertos bajó más de 60%. A eso se suma que los ingresos totales de la industria, vinculados a los pasajeros transportados, disminuyeron 69% a 189.000 millones de dólares en 2020 y las pérdidas netas se ubicaron en 126.000 millones de dólares.

En resumen, la caída de los pasajeros transportados el año pasado fue la más grande jamás registrada desde que los índices globales RPK se comenzaron a registrar alrededor de 1950, sostiene IATA en su página web.

Sin embargo, podemos decir que el negocio de la carga se “salvó”. Y esto se debió, afirma IATA, a la reacción del mercado, que se adaptó rápidamente a la pandemia para mantener el traslado de mercancías sin mayores contratiempos, incluyendo suministros médicos para la lucha contra el covid-19 y más recientemente los vuelos especiales cargados de vacunas.

Ante esos números la pregunta es: ¿las aerolíneas se recuperarán? El golpe, sin duda alguna, fue muy duro y, al respecto, la firma Mckinsey & Company también ofrece sus cálculos. En un informe reciente indica que en 2020 los ingresos de la industria aérea totalizaron 328.000 millones de dólares, alrededor de 40% de los del año anterior.

“En términos nominales, es lo mismo que en 2000. Se espera que el sector sea más pequeño en los próximos años. Proyectamos que el tráfico no volverá a los niveles de 2019 antes de 2024”, advierte Mckinsey.

Y si bien el monto que presenta la firma en su informe difiere del calculado por IATA, ambas coinciden en que la pandemia tuvo un efecto “devastador” en las líneas aéreas.

Ante la crisis, algunas aerolíneas han respondido reestructurándose con sus propios recursos para lograr una mayor eficiencia y otras se han declarado en bancarrota y recurrido al Capítulo 11 de la Ley de Quiebras de Estados Unidos para reorganizarse bajo su protección. Pero lo cierto es que aquellas que no se están transformando proactivamente corren el riesgo de no preparar el negocio a más largo plazo.

Es el momento de que las líneas aéreas sean ágiles, pues el impacto de la pandemia está lejos de terminar, aunque haya cierto alivio en varias partes del mundo por los procesos de vacunación. Y si bien el camino hacia la recuperación del tráfico aéreo llevará varios años, “el pronóstico no está exento de puntos positivos. Los viajes se volverán más ecológicos y eficientes, y la gente está ansiosa por viajar nuevamente durante las vacaciones. Tomar medidas ahora ayudará a las aerolíneas a prosperar en este sector transformado”, sostiene Mckinsey.

Así que no hay tiempo que perder…


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