“Quiero creer que voy a mirar este año nuevo como si fuese la primera vez que desfilan 365 días ante mis ojos” (Paulo Coelho).

Bueno, pues por fin, esta noche, a las 0:00, inexorablemente, se acabará el 2022. Supongo que, cada uno, tendrá su propio balance personal de este año que nos deja. Para mí, en lo personal, pese a los acontecimientos negativos, que no han sido pocos, tengo que decir que el balance es positivo. Además, no está bien hablar mal de los que nos dejan para siempre y, en este caso, 2022 pasa a engrosar los libros de historia. Mañana será otro año.

Es cierto que, como comenté en un artículo muy reciente, este año ha sido demasiado prolífico en hechos luctuosos, pero esto lo voy a poner en un aparte. Si hasta esta última semana nos han dejado O´Rey Pelé y, para rematar el año, el emérito. No se asusten, me refiero a Joseph Ratzinger, papa emérito desde hace ya unos años. Supongo que Joseph tenía entrada VIP para la fiesta de esta noche, allá en el paraíso y no se la ha querido perder. Sea esto dicho con respeto, por supuesto.

En el aspecto general, el año no empezó mal. Bueno, esto es como aquel chaval que se encontró con un amigo, recientemente casado, y le pregunto por su matrimonio; y este le contestó  “al principio, bastante bien, pero al salir de la iglesia…”.

Pues 2022 igual, al principio, bastante bien, pero el 24 de febrero, como dicen en Ocaña, nos jodieron para vino. Putin decidió que era ya el momento de no aplazar lo inevitable, en su ideario, claro está, e inició la invasión  de Ucrania, dando paso a una crisis humanitaria y económica a nivel mundial de la que todos, de un modo directo o indirecto, estamos siendo parte. Parte perjudicada, claro está. No pretendo comparar las consecuencias que han pagado y seguirán pagando los ucranianos, víctimas de una autentica masacre y un holocausto inhumano, con las consecuencias económicas que estamos pagando el resto de países, pero no conviene olvidar que el totalitarismo de Putin nos está condicionando la vida, hasta el punto de trastocar nuestra economía doméstica y por tanto, nuestro devenir diario.

No deja de ser llamativo que, según los rotativos, la segunda noticia más importante del año, incluso la primera, en según qué casos, sea que el gobierno australiano retuvo por doce días a Novak Djokovic, por intentar entrar al país, para disputar el abierto de Australia, sin estar vacunado contra el covid. Yo digo el covid, porque es un virus, no como Pedro Sánchez, que dice la covid, sin tener ni puñetera idea de por qué lo dice, salvo que es un posturitas.

Ayer, ya que estamos viene al caso, vi la película Top Gun Maverick y salía un tío idéntico a Kent, el novio de Barbie, que me recordó mucho a nuestro ínclito presidente. Un gilipollas de esos que se miran al espejo y se lanzan besitos, encantados de haberse conocido. A ver si este año 2022 nos quita de en medio a este mediocre; pero no se lo pidan a los reyes. Me temo que es inútil.

Este 2022 será también recordado por ser otro año en el que nuestro rey se bajó los pantalones a la mínima ocasión, permitiendo cualquier tipo de desprecios y desdenes al jugador de baloncesto fracasado que gobierna este país. Sin más, el año que viene recomiendo a RTVE que, en el tiempo que le dedica al discurso del rey, emita el anuncio de Campofrío, que más o menos dura igual y es bastante más ingenioso e imaginativo. Y además, nos abre el apetito, no como el discurso de Felipe VI, que nos quita las ganas de cenar ante la perspectiva del abandono total al que estamos sometidos.

Con respecto a nuestro gobierno, solo desear que este sea el último año en el que tengamos que sufrirlos. No puedo decir ya más de lo que he dicho de ellos, sin incurrir en delito.

Por lo demás, y volviendo a los rotativos, las siguientes noticias en importancia son la ola de protestas en Irán por la muerte de Masha Amini. Vaya por delante mi respeto por esta mujer y todas las que, desde un punto de vista valiente, han cuestionado los dogmas aún a riesgo de su vida. Pero he de decir que, desgraciadamente, para el gobierno de España y su máxima representante en derechos de la mujer, han sido un mojón. Eso sí, han pintado de colores infinidad de bancos y cambiado los íconos de los semáforos por parejas inclusivas de hombre-hombre, mujer-mujer. Lástima que los asesinos de mujeres no han entendido el mensaje. Habrá que pintar más bancos.

Y, para terminar, sorprendentemente, otra de las noticias que dominan los rotativos es el abandono de Pablo Casado. Esto es tan noticia como que mi vecino del tercero se cambió de calzoncillos. O sea, no es noticia. Feijoó sigue ofreciendo la misma imagen, solo que hemos cambiado al becario de las fotocopias por el monaguillo. Nada que añadir, señoría.

Y esto, dejando a un lado la caterva de gilipolleces que se le han ocurrido a los miembros de Podemos que pueblan nuestro gobierno, con una ley del “sí es sí” que ha conseguido que una gran cantidad de agresores sexuales se tomen las uvas en casa, para luego salir a celebrar la Nochevieja como entiendan que han de hacerlo y otra ley, en este caso promulgada por Ione Belarra que va a dejar sin ayudas económicas a las víctimas de violencia de género. Sinceramente, el inspector Clouseau no lo hubiera hecho mejor.

No quiero dejar pasar la ocasión de recomendar a las mujeres, ya sean del palo zurdo o no, que esta Nochevieja procuren no volver a casa solas y borrachas, por lo que pueda pasar. Sin más, sin acritud. Solo es el consejo de un hombre ya maduro que ha visto cosas que vosotras no creeríais.

Así que, con la esperanza de un 2023 que desmienta esta actitud, por otro lado pragmática y realista, solo me queda desearos feliz año.

Y pensad un poquito, que un gesto tan nimio como meter un papel en una urna, puede ser determinante.

Feliz 2023, a casi todos.

@elvillano1970


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