La epidemia del coronavirus arrastra un conjunto de circunstancias que pueden cambiar nuestro país y al mundo. La expansión pandémica del virus en el mundo entero obliga que en cada sociedad los gobiernos tomen decisiones, confiar en el poder de sus ciudadanos o fortalecer su control y dominio.

Hemos visto cómo el control de este mal puede acelerar de forma asombrosa el desarrollo de sistemas de vigilancia llamados “bajo la piel”. Habrá maneras para detectar, saber y acumular información sobre el estado de la salud de cualquier persona en cualquier punto del planeta y en cualquier momento.

Este avance tecnológico puede generar el mejor sistema de control social que jamás haya existido, incluso medir variables no físicas, como el estado de ánimo, rabia, cólera, placer etc. Yuval Noah Harari* plantea que esta tecnología en manos de Corea del Norte sería el mecanismo completo de dominación, si la gente reacciona con ira ante un discurso de Kim Jong-un y es detectado por el sistema de vigilancia, lo más probable es que pierda el empleo, vaya a la cárcel o sea eliminado.

Es el momento de elegir cuál camino debemos seguir, las medidas más eficientes contra el coronavirus son un llamado a la responsabilidad individual, la gente tiene que cuidarse, al hacerlo cuida los otros y esta es una decisión que implica unidad de todos en el camino a tomar. Si se delega el control de la epidemia en agentes externos, militares, colectivos, es seguro que se desencadenarán episodios de represión, miedo, ignorancia sobre el porqué hacer las cosas. Según la doctora Marianela Castés, la mayor defensa que tenemos una vez que el virus penetra nuestro organismo es nuestro poder inmunológico, el cual se debilita ante el estrés, el miedo y con ello la capacidad de superar el ataque viral.

Para que la responsabilidad individual se plasme como conducta es menester que las personas tomen conciencia, sean informadas acerca de las características del coronavirus. ¿Por qué debo lavarme manos con jabón? ¿Por qué respetar la cuarentena? ¿Qué pasa si no lo hago?

Se trata de responsabilidad individual, información correcta, precisa y acuerdos sociales que favorezcan la adopción masiva de medidas para preservar nuestra salud. Estas son áreas de cuidado de la vida ciudadana que tienen que adelantar los expertos de salud, respaldados por los cuerpos de orden, cuando sea necesario y no al revés.

Se puede optar por fortalecer al ciudadano o dejarlo todo en manos de fuerzas represivas sin límites. Es parte de lo que está en juego en esta crisis mundial.

Un segundo problema en el cual debemos participar e influir es lograr que la unidad sea total. El país vive una crisis sin precedentes, más de 9 millones de personas tienen hambre, casi imposible guardar cuarentena en una casa sin alimentos, sin agua y con poca electricidad. 5 millones de venezolanos escapan del país dejando atrás parte de su grupo familiar que vivió hasta ahora de remesas y ahora confrontan situaciones de desempleo y carestía. Se habla de 1 millón de niños dejados atrás por los que emigraron, solos en compañía de sus abuelos y familiares, que mueren de hambre. El sistema de salud está arruinado, hospitales en la miseria sin capacidad para ejercer su función. La respuesta del régimen ha sido más represión, solicitar apoyo financiero a organismos multilaterales y pedir la eliminación de sanciones económicas, aunque existen pruebas de la violación de derechos humanos, corrupción y dilapidación de recursos.

Es imposible que un régimen que controla el país solo con el respaldo armado pueda solucionar estos problemas. La oposición no puede sola, pero el régimen tampoco.

Si la condición para que el país sea apoyado financieramente involucra un acuerdo entre las partes, aunque el régimen sea 20%, armado, contra la ciudadanía que sufre, 80%, desarmada. ¿Qué hacer?

Negociar o llegar a un acuerdo con el régimen opresor se mira políticamente como una tregua, ¿será esto verdad? Meditemos sobre este asunto. Será una tregua para detener la salida del régimen. Acaso hay una fecha cierta para que esto ocurra o podría prolongarse su permanencia en el poder hasta donde no sabemos y el caos y la muerte se profundizarán.

No podría negociarse un acuerdo supervisado que permita que la ayuda llegue a los que están muriendo, sin demagogia populista de Maduro. La oposición, el presidente Guaidó, la AN puede enfrentar esta difícil coyuntura y lograr una solución que salve a la gente, sin beneficiar políticamente al régimen. Esta es la difícil situación, en la que parece contraponerse la política con el humanismo. Si no podemos acordar continuará la represión y la muerte.

Si esto ocurre, podemos preguntarnos cómo será el país al día siguiente de la desaparición del virus, cuántos morirán, cómo serán vulneradas las instituciones que quedan en pie, cuál será el estado espiritual de un país que asiste a una catástrofe de esta naturaleza. ¿Nos podremos levantar?

Nos perdonaremos ante el desastre, las muertes de inocentes, como dice Yuval Noah  Harari: “La humanidad necesita hacer una elección, viajaremos por la ruta de la desunión o adoptaremos la ruta de la solidaridad global? Si elegimos la desunión, no solo se prolongará la crisis, sino que probablemente tendremos  peores catástrofes en el futuro. Si elegimos la solidaridad global, será una victoria no solo contra el coronavirus sino contra futuras epidemias y crisis que pueden asaltar la humanidad en el siglo XXI”.

La humanidad tiene que elegir, nosotros también.

* Yuval Noah Harari es autor de Sapiens, Homo Deus


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