«Resistiré, erguido frente a todo, me volveré de hierro para endurecer la piel y aunque los vientos de la vida soplen fuerte soy como el junco que se dobla pero siempre sigue en pie» dice la canción original del Dúo Dinámico «Resistiré», que artistas españoles han versionado a propósito de la cuarentena para convertirla en un himno del confinamiento.

Y sí, es menester resistir por el bienestar de todos. Los médicos salen para que nosotros nos quedemos en casa. Hay que ser conscientes y ayudar a contener el virus, al tiempo que evitamos la saturación de los servicios de salud. Pero hay un aspecto de la resistencia que quisiera destacar y es aquel que nos lleva a reinventarnos para continuar con nuestros deberes y con nuestras causas; entendiendo por deberes el trabajo que nos da de comer y por causas aquellas cosas que hacemos sin cobrar porque nos parecen justas o nos llenan el corazón.

Como profesora me ha tocado actualizarme en materia de tecnología digital para poder continuar mis clases en línea. Esta era una tarea que tenía pendiente y que tuve que asumir ahora sin más dilaciones. La educación de nuestros niños y jóvenes no puede parar. Me consta que muchos colegas están en esta misma onda motu proprio u obligados por sus instituciones, que han encontrado en la educación virtual la manera de salvar el lapso o el semestre. El teletrabajo vino para quedarse, pues con este impulso muchos permanecerán en la llamada banda ancha.

En relación con las causas, las redes sociales se nos muestran como el camino ideal para continuar con la defensa de nuestros valores y principios. Pero, ¿qué sucede con la lucha política? ¿Debemos abandonar nuestras luchas políticas? En mi opinión, no. Solamente hay que buscarle la vuelta.

En el mundo el coronavirus le ha bajado el volumen a las protestas en Hong Kong, en países como Nicaragua y en Chile, pero en otros la ha potenciado como en Brasil, donde el descontento por la ausencia de políticas de salud pública coherentes por parte de Bolsonaro ha provocado cacerolazos espontáneos en varias ciudades. Eso prueba que, aunque los activistas y estrategas sean muy importantes para el éxito o fracaso de los movimientos de resistencia civil, los pueblos tienen siempre la última palabra.

En general, pudiéramos decir que el coronavirus se ha convertido en un aliado de gobiernos autoritarios como el de Maduro que ven por fin realizados sus sueños de control social. Mientras la epidemia se expande, el régimen exhibe su proverbial opacidad y ofrece información confusa y contradictoria, aprovechando de amedrentar a médicos y periodistas casados con la verdad. Además, como parte de las medidas paliativas, insiste en su política antiempresarial y el uso discriminatorio del carnet de la patria. Esto es inadmisible y no podemos quedarnos callados.

La lucha contra la pandemia en Venezuela es una lucha política, porque en un sentido amplio todo es política. Y, en mi opinión, la jugada política más inteligente es apostar por la creación de espacios de unidad, como señalan varias campañas en marcha en este momento por parte de la sociedad civil.

De la declaración de los profesores ucevistas por la unidad de las fuerzas democráticas resaltamos la idea de que el gobierno no está en capacidad de enfrentar el covid por sí solo. Tampoco goza del crédito político y la probidad para obtener los indispensables auxilios externos. La llamada «ayuda humanitaria», en cambio, está al alcance de la oposición democrática legitimada por la Asamblea Nacional, único poder público provisto de amplio reconocimiento internacional. De allí que «la sensatez, avivada por el inmenso riesgo de la pandemia, exija de los principales actores políticos que -sin renunciar a sus diferencias, algunas irreconciliables- contraigan un compromiso de alto interés nacional y profundo sentido humanitario destinado a salvaguardar a la población venezolana del peligro real de una diseminación incontrolable de la enfermedad».

Las distintas expresiones organizadas de la trama institucional del país –parcialidades políticas, sociedad civil, ONG, instituciones académicas, sindicatos, gremios, colegios profesionales, agrupaciones confesionales, etc.– tendrían cabida en un inédito diseño de gobernabilidad concebido para la activación de todas las voluntades constructivas en una hora de formidables desafíos para la nación en su conjunto.

Ojalá la oposición democrática haga suya la iniciativa de este pacto nacional. No es tarea fácil pues debe convencerse y convencer a sus seguidores de que un acuerdo de esta índole no supone una claudicación en la lucha por el restablecimiento de la democracia, pero es la única manera de sumar a los sectores oficialistas capaces de sustraerse al señuelo del relato ficcional de la «revolución».

Nuestra resistencia ha de ser activa y solidaria. La distancia que nos protege del contagio no impide que nos unamos por el bien de todos. Vamos a vencer al coronavirus con acuerdos. #AcuerdosXlaVida #AcuerdosXLaGente.

Referencias

«La pandemia y la crisis de Venezuela. Declaración de Profesores Ucevistas por la Unidad» https://ucevistasporlaunidad.wordpress.com/


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