China continúa siendo el mayor emisor de carbono del mundo, por su alto consumo de combustibles fósiles y su extrema utilización de carbón en su matríz energética. Existe la leve esperanza, sin embargo, que el régimen chino convierta a China en un país “neutral” en la emisión contaminante, ojalá ocurra. China no tenía u sólido objetivo de reducción de carbono.

La buena noticia es que a nivel global la demanda de carbón está en franca caída desde hace unos 5 años. La crisis sanitaria del covid-19 dejó, además, una recesión notoria: bajo consumo de energía.

El Acuerdo de París tiene un aliado absoluto: las energías renovables (eólica, solar) que van a superar al carbón en la generación eléctrica. Creo que en este quinquenio ocurrirá el cambio definitivo dado que los costos de generación eléctrica vía renovables están siendo cada vez más competitivos versus la generación de carbón. Por ello China está siendo presionada por todo el mundo para que reduzca su consumo interno de carbón.

En 2015 se firmó el denominado Acuerdo Climático de París que apuntaba a que los 189 países suscribientes limiten sus emisiones de carbono y reducir, de esa forma, el calentamiento global a menos de 2º C. Infortunadamente esos propósitos aún no se lograron en razón a que el Acuerdo de Paris sufre de ausencia de mecanismos de seguimiento y de sanción. Vale decir que es un “acuerdo de buena fe” pero sin posibilidad de castigo a los suscribientes que no logren sus metas climáticas. No hay un policía global que controle cuántas emisiones reducen los países con base en cuánto volumen de combustibles fósiles dejen de usar y den preeminencia a renovables.

En todo caso, subrayamos, el mayor aportante al cumplimiento del Acuerdo de París resultan ser las renovables y los esfuerzos privados y públicos en cambiar el mix energético. Prueba de ello es que las renovables (electricidad generada por fuente solar y eólica) hoy son menos costosas y generadas a mejor tecnología.

Entre 2015 y 2020 hubo un sincero avance en generar electricidad vía renovable con mejores procedimientos tecnológicos, reduciendo costes y bajando, consecuentemente, volúmenes de consumo de combustibles fósiles. «En 2025, las energías renovables se convertirán en la mayor fuente de generación de electricidad en todo el mundo, poniendo fin a las cinco décadas del carbón como el principal proveedor de energía«, es la promesa de Fatih Birol, director ejecutivo de la Agencia Internacional de Energía.

Elemento importante a destacar: desde la firma del convenio en 2015 hasta 2020 el ingreso –y el uso- de vehículos eléctricos en el mercado es digno de destacar: las ventas de vehículos eléctricos se han cuadriplicado (según Agencia Internacional de Energía de 572.000 unidades en 2015 a 2,3 millones en 2020) lo que significa que el Acuerdo de París además de lograr compromisos entre estados generó nuevos niveles de consciencia global de las personas y ls compañías privadas: la gente está utilizando más vehículos eléctricos, está consumiendo menos fósiles y siendo más eficientes en el uso de la energía. Vale decir el esfuerzo es global y total y cada uno pone de su parte.

Otra buena noticia que contribuirá al cumplimiento de objetivos del Acuerdo de París: las renovables representaron 90% de la nueva capacidad de energía instalada este 2020, frente al 50% en 2015. Hubo un crecimiento sostenido y notorio.

Vamos a esperar qué medidas toma Estados Unidos cuyo presidente electo, Joe Biden, indicó que Estados Unidos busca generar electricidad con “cero emisiones para 2035”.

El esfuerzo privado en producción de vehículos eléctricos, en generación vía renovable y desarrollo de tecnología es, sin duda, el mejor acicate para lograr objetivos que de otra forma hubieran sido imposibles de cumplir.

@BorisSGomezU

 


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