La entidad de la tolerancia se puso claramente de manifiesto en Francia en la época del reinado de Luis XIV (1638-1715), también llamado “Rey Sol” o “Luis el Grande”. Su ejercicio real del poder lo alcanzó en 1661, tras la muerte de su tutor, el cardenal Julio Mazarino, diplomático de alto vuelo. De sus tantas acciones políticas vamos a referirnos, en primer lugar, a la relacionada con el Edicto de Nantes. Dicho instrumento legal entró en vigencia en abril de 1598, mucho antes del reinado de Luis XIV. Con esa acción se abrieron las puertas a la libertad de conciencia y a una libertad de culto restringida a los hugonotes (protestantes franceses de doctrina calvinista). Lamentablemente, el anquilosado clero francés no avaló esa política y mucho tiempo después, durante el reinado de Luis XIV, asedió a dicho monarca pidiéndole la revocatoria del Edicto en cuestión. Lo cierto es que el rey vaciló por bastante tiempo antes de atacar a los hugonotes; tenía plena conciencia del descontento que generaría su medida en toda Europa. Pero, como dice el refrán español: “Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe”.

En otoño de 1685, se tomó la triste medida y sus consecuencias no se hicieron esperar: las capillas y demás lugares de encuentros protestantes fueron literalmente arrasados; se les prohibió a los hugonotes practicar su culto, incluso en sus propias casas, y los predicadores de dicha religión fueron echados de Francia. Para colmo de males, los afectados por la draconiana decisión no podían emigrar pues les estaba prohibido. Pese a eso último, Francia perdió a millares de hugonotes calificados y de alto poder económico. El Marqués de Vauban (1633-1707), ingeniero militar y mariscal francés, una figura relevante de aquel tiempo, dejó por escrito los resultados de la draconiana acción:

– La huida de 80.000 a 100.000 personas de toda condición que se llevaron consigo una suma significativa de dinero contante.

– Ruina de importantes actividades comerciales.

– Pérdidas de manufacturas nacionales que atraían a Francia considerables sumas de dinero.

– Las flotas enemigas y los ejércitos extranjeros incrementaron sus tropas con un número significativo de marineros y oficiales que abandonaron el reino francés.

El parecido de lo acontecido durante el reinado del “Rey Sol” con lo que hoy ocurre en Venezuela no es pura casualidad. Ello es una inevitable consecuencia de acciones políticas arbitrarias que al repetirse en cualquier otro lugar producen trastornos inevitables. En el caso de Luis XIV, los males en su país no llegaron a mayores por sus muchas otras acciones políticas acertadas. Nos bastaría con referir que el soberano francés amaba las letras y las bellas artes, algo muy ajeno al liderazgo revolucionario que gobierna en Venezuela; pero hay que destacar que, además de eso, el rey protegió a los artistas, poetas, dramaturgos e historiadores y les otorgó pensiones generosas.

Para mayor muestra, un botón. No fue casual que en la Francia de aquella época se tuviera en baja estima la profesión de actor. Eso no fue obstáculo para que el “Rey Sol” publicara una ordenanza en la que se prohibía calificar de deshonrosa dicha profesión. No fue tampoco ninguna combinación de circunstancias que en 1658, cuando Moliere regresa a la capital francesa como exitoso actor, el rey asistiera a una de sus presentaciones donde rió sin rebozo. Poco después, puso un teatro a la disposición del gran comediante y su compañía. El respeto y la admiración no quedó allí; años más tarde, Moliere recibió una pensión anual aprobada por su soberano.

Nada de lo anterior se ha visto con Hugo Chávez ni Nicolás Maduro. El refranero popular debería registrar que Dios no les da cacho a ciertos personajes. No hay que ser un genio para aceptar y reconocer que sin amplia tolerancia no se va a ninguna parte.

@EddyReyesT

 

 


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