Luego del 21N las redes sociales se han estremecido con las posiciones de la gradería y de sesudos analistas sobre la salida a la crisis política nacional, centrada en quienes definen el voto como la chispa que encenderá la pradera, y quienes desde la abstención propugnan a esta como la ganadora de ese domingo y por tanto deslegitimadora del régimen.

Unos y otros abonan al agua de su molino todo género de argumentos, aun cuando el sufrido ciudadano tras 22 años de desdichas e infortunios agravados por una dirección política sin brújula, no logra siquiera imaginarse algún desenlace positivo, ante tanta ruina y frustración que ha disparado el éxodo más notorio del siglo XXI a nivel planetario.

Y es el que el resultado del 21N da para todo, para quienes de lado y lado digan “te dije que eso iba a pasar”, pretendiendo con ello exhibir una salida genial que demuestre la insensatez, la capitulación o simplemente el señalamiento de servirle de tonto útil a la dictadura que agobia in extremis al pueblo venezolano.

Quienes plantean que “la abstención ganó el domingo al alcanzar una cifra que se ubica entre 60% y 80%”, no dejan de tener razón porque fue evidente la ausencia del electorado. Pero valdría la pena preguntarles cómo se organiza esa manifestación individual sin liderazgo alguno que la conduzca a algo. Desde 2005, con el masivo retiro opositor de las Legislativas, hasta el presente 2021 ha habido abstenciones descomunales y ello no ha hecho mella en la esencia del régimen criminal.

Por otra parte, quienes se alborotan y señalan con aires superiores que “se demostró el 21N que el voto es el arma ciudadana”, calificando de estúpidos a quienes se abstienen, cabalgan sobre una nube de pajaritos preñados, ante un régimen que solo “aceptó el triunfo” en 3 gobernaciones, como lo ha demostrado con su respuesta ante el resultado del estado Barinas, donde Contraloría, TSJ y Poder Ejecutivo al unísono, con la anuencia del CNE, desconocieron la liebre que saltó en esa región.

En este escenario de tribulaciones se debe reconocer que el peso de Nueva Esparta y Cojedes en nuestra historia no trascendió más allá de nuestra guerra de independencia en el siglo XIX, por tanto, quienes sueñan que desde el Zulia por ser el estado más importante de nuestra geografía se desatará una nueva Campaña Admirable, deben recordar que la cuestionada trayectoria del nuevo inquilino del Palacio de las Águilas no da para ilusionarse por su reconocido perfil de doblarse para no partirse, ante los cambios profundos que reclama el país, a tal extremo que acepta con gusto le entreguen una gobernación descafeinada.

Cualquiera pudiera pensar ¿entonces, que nos coma el tigre? Se debe comenzar por reconocer la naturaleza de la bestia gobernante, cuestión no resuelta jamás por la falencia opositora, ante quien algunos han preferido entregarse, como los actuales alacranes y otros han preferido cohabitar a lo largo de este periplo.

La esencia de la tiranía proviene de sus aliados, una escuela del terror cuyos especímenes actuales no dan señales de ceder el poder, Aleksandr Lukashenko en Bielorrusia, Vladimir Putin en Rusia, Xi Jinping de China, Kim Jong-un de Corea del Norte, Bashar Al Asad de Siria y, por supuesto, los latinos Diaz-Canel de Cuba y Daniel Ortega de Nicaragua. Cada uno de ellos ha recientemente demostrado su odio a la democracia y a su propio pueblo, que reclama libertad, al envenenar y asesinar a sus opositores sin que les tiemble el pulso. Pues bien, el espécimen venezolano forma parte de esta saga global de tiranos

Esta cruenta realidad determina para los venezolanos políticas que profundicen el apoyo demostrado por la comunidad internacional, como lo planteado recientemente por el opositor cubano Yúnior García, hoy exiliado en España, quien ha propuesto una alianza de los opositores de Nicaragua, Cuba y Venezuela, ya que sufrimos una dictadura del mismo origen.

En el contexto nacional determina la definición de una zona de distensión que anime a reunir a todos los sectores de la vida civil, económica, académica, religiosa y política, a fin de promover políticas de reconstrucción nacional que incluyan la procura de elecciones libres y justas y la liberación de nuestro país.

Embarcar al pueblo venezolano en una nueva distracción planteada con el revocatorio presidencial 2022, olvidando lo sucedido en 2004 y 2016, sin definir estrategias políticas, significará una nueva frustración y facilitará la a tiranía su estadía en el poder hasta 2024.

En resumen, las dictaduras pocas veces salen con elecciones, si antes internamente no se organizan los sectores anunciados y se cuenta con una verdadera oposición que no cohabite con la dictadura.


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