El 23 de junio de 2022 se publicó en El Nacional un artículo de opinión titulado «¿Por qué somos tan estúpidos?», cuyo autor es el periodista Aldo Mariátegui, quien adicionalmente hacía la siguiente pregunta: ¿Por qué Iberoamérica es tan adicta al fracaso y a elegir cualquier cosa como presidentes y legisladores? y señalaba una lista de los mandatarios actuales desde México hasta Argentina, con cuya gestión estaba inconforme pues, aunque hubieran sido elegidos por métodos, dichos líderes no habían podido obtener los resultados y las mejoras esperadas por sus electores y algunas de esas naciones actualmente van de mal a peor, a pesar de ser ricas en recursos naturales y humanos.

Creo que las inquietudes de Mariátegui, resumidas en una frase final: «¿Por qué somos tan pendejos?», son razonables y a continuación trataré de responder algunas de sus preguntas según mi visión, porque aunque considero la democracia como la mejor forma de gobierno para nuestra cultura occidental –heredada de filósofos griegos y romanos de gran prestigio– esta forma de gobierno se ha degradado no solo en Iberoamérica sino también en el resto del mundo y presenta distorsiones que la conducen hacia aberraciones tales como son la oclocracia –autoridad de un populacho corrompido y tumultuoso, según opinión del filósofo James Mackintosh– o la caquistocracia –gobierno ejercido por los ciudadanos peores y más incapaces de un país– siendo que finalmente, las distorsiones en la democracia conducen al despotismo y a la tiranía.

El 12 de enero de 2021 publiqué un artículo de opinión en este prestigioso medio informativo llamado «Cómo fortalecer las democracias» y debido a que creo oportuno y pertinente promover la forma de gobierno que considero la mejor para nuestro tiempo y cultura, reforzaré y escribiré sobre algunas de las opiniones expuestas en dicho artículo, respecto a las causas y las posibles correcciones deseables, para revaluar a las instituciones de carácter democrático y devolverles su credibilidad, prestigio y utilidad, pero para ser imparcial también debo admitir, que no todo está perdido y siempre será bienvenido un cambio de rumbo no acertado de los dirigentes en funciones de gobierno, pues aunque errar es inherente a la naturaleza humana, corregir a tiempo es propio de seres racionales y sensatos, que sepan rodearse de los mejores asesores y colaboradores en aquellas áreas que desconozcan.

La mayor debilidad de la democracia actual es el origen del financiamiento de líderes y partidos políticos, debido a que los fondos monetarios en algunos casos podrían provenir de grupos de poder en la opacidad, compuesta por corruptos, especuladores, delincuentes financieros, traficantes o fundaciones manipuladoras, para mantener el statu quo, haciendo que los líderes postulados no puedan ser libres e independientes y sean manejados, coartados y dirigidos, por quienes les financiaron sus carreras políticas o sus campañas electorales.

La anterior debilidad restringe la posibilidad de escoger, postular y elegir a los mejores ciudadanos con que cuentan las naciones, que sean estadistas reconocidos y tengan: perfiles, experiencias, heurísticas y aptitudes: psicológicas, intelectuales y morales apropiadas, para ejercer los cargos de libre elección con: honestidad, eficacia y eficiencia –por esta razón no solo Iberoamérica sino también el resto del mundo están en crisis, pues sin los líderes apropiados, no hay evolución o revolución que sirva para mejorar–.

Los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial no tienen el equilibrio deseable y la mayor parte del poder político descansa en el Poder Ejecutivo, siendo necesario que en el poder legislativo se regrese y se refuerce el sistema bicameral, compuesto por una asamblea de representantes o cámara baja y además un congreso nacional con autonomía, donde participen los ciudadanos de la mayor credibilidad, honestidad y experiencia, que sirvan de contrapeso al Poder Ejecutivo, que puedan filtrar y mejorar las leyes antes de ser aprobadas y de ser necesario, que revoquen a los funcionarios que abusen del mandato otorgado por sus electores.

Se debe evitar que quienes ejercen la política se postulen con el objetivo de hacer negocios personales o para favorecer a sus allegados una vez que sean elegidos, porque esa mala práctica conduce a que los partidos políticos se conviertan en asociaciones para delinquir, que coluden para: engañar, manipular, estafar a sus electores y facilitar la apropiación indebida de los activos de las naciones y de sus ciudadanos.

Hay que eliminar la mala praxis de promover, postular e imponer a líderes considerados no aptos para asumir los cargos de libre elección, pues esta práctica es otra forma de corrupción, teniendo en cuenta que, para obtener una licencia de conducir vehículos públicos, además de las pruebas: médicas, teóricas y prácticas de conducción, también se exige un examen de tipo psiquiátrico periódico, pero a los representantes del gobierno no se les exige ningún tipo de prueba de sus aptitudes necesarias para ejercer responsabilidades tan importantes, como es conducir los destinos de una nación.

Es necesario implantar mecanismos válidos, confiables y honestos para ejercer el derecho al voto físico real, que sean transparentes, confiables, auditables, supervisables y de preferencia manuales, para evitar que los resultados de las elecciones sean manipulados o prefabricados desde el punto de vista informático, lo que hace que a quienes aspiran al poder, no les interese trabajar en beneficio de los electores, porque sus votos virtuales pueden ser obtenidos solo ajustando cifras y como los ciudadanos reales no hacen falta, no les importa trabajar en la solución de los problemas de sus electores.

Deben seleccionarse árbitros electorales confiables, honestos, imparciales e independientes.

Los candidatos deben presentar planes de gobierno claros, factibles y reales, que incluyan tiempos, costos, recursos y fuentes de financiamiento de los proyectos presentados.

El límite de duración de los mandatos debe ser de máximo de 4 años de ejercicio, para que los gobernantes no pierdan su tiempo y además se debe eliminar la reelección para los cargos de libre elección, a objeto de evitar la debilidad humana de querer hacerse eterno en el poder, convirtiendo a los gobernantes en déspotas, tiranos o peor aún, en monarcas.

Debe haber un revocamiento automático del mandato de los funcionarios elegidos a los dos años de su gestión, si no se obtienen los resultados que ofrecieron en las propuestas de gobierno.

Los cargos burocráticos públicos no susceptibles de elección por votaciones, no deben ser asignados por clientelismo político, sino basados en: perfiles laborales pre-establecidos, capacidades, honestidad y méritos, para ocupar dichos puestos, donde los ciudadanos puedan conocer las capacidades, destrezas y experiencia de los funcionarios designados.

Mucho cuidado se debe tener con la manipulación mediática a través de campañas de marketing con supuestos expertos en malas artes, repetición de mantras o encuestas amañadas, que promocionen a líderes: corruptos, ignorantes, incapaces o que sus credenciales sean solo poseer algún tipo de deficiencia o debilidad.

Por último, se debería eliminar de las discusiones y las campañas políticas, el uso de anacronismos y maniqueísmos, tales como son las taxonomías izquierda o derecha, socialismo o capitalismo, liberalismo o conservadurismo, feminismo o machismo, heterosexualismo u homosexualismo, etc, porque esas dicotomías que no aportan valor, solo sirven para enfrentar y dividir a los ciudadanos, haciendo que se confundan y desperdicien inútilmente su tiempo de vida en tonterías estériles.

 


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!