Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido: es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive, es ponerlo a nivel de su tiempo, es decir preparar al hombre para la vida”. José Martí

A veces me pregunto, ante la evidencia grosera que solivianta toda racionalidad y que muestra el enorme fracaso de la gestión chavomaduristamilitaristacastristaideologista, ¿cómo pueden estar dispuestos a sostener el desastre, poco más o menos, 20% de los compatriotas que, por cierto, son los que más padecen, sufren, expían el mal gobierno. Son los más vulnerables quienes, sin embargo, mantienen sustentable políticamente el curso trágico que significa la llamada revolución bolivariana y que desde el más allá nos perdone, su sola mención, el Libertador Simón Bolívar.

He pasado dos tercios, al menos, de mi vida, en las aulas de la UCV. Fui estudiante, dirigente político, licenciado y docente desde 1979 y confieso que hoy más que nunca evoco convencido a Miguel de Cervantes y al Quijote, al mirar lo que ha devenido Venezuela, especialmente en estos últimos 25 años, como lo recuerda un distinguido jurista, Jesús Alberto Jiménez Peraza, en unas notas recientes: “Luchamos contra tres gigantes amigo Sancho, la injusticia, el miedo y la ignorancia”.

Me provoca agregarle otros dos gigantes a los nombrados; la irresponsabilidad de un lado y la sinvergüenzura del otro. En todo caso, no está despejado que seamos merecedores de llamarnos republicanos, ciudadanos y menos aún demócratas, a carta cabal.

Luego del “mea culpa” que a nombre de la mayoría de los coterráneos y por supuesto el mío he hecho, toca ahora apuntar hacia el negado mañana de esta hora para ver si, como se dice popularmente, “le salvamos un ojo al gallo para que dé otra pelea”.

El que no asume que el país, la nación, el Estado venezolano se exhibe agónico y nosotros como pueblo, postrados y ultrajados, no esta mirándose con respeto a si mismo y debe revisar sus baremos y parámetros existenciales, sus valores, creencias y su condición humana inclusive o, lo veremos como otro zombie mas, alcanzado por el deletéreo daño antropológico.

Para abordar ese trance como corresponde a algunos y para ayudarlos y ayudarnos nosotros también, deberemos, a mi juicio, evocar al teórico alemán Jürgen Habermas y en el ejercicio, traer a nuestra concientización sus pertinentes reflexiones sobre democracia deliberativa y sobre la acción comunicativa. Aprendamos tan rápido como posible del esfuerzo que en esas direcciones urge que emprendamos.

¡O cambiamos o, pereceremos! con la lenidad y mediocridad de nuestros espíritus, desnudos, despojados, desesperanzados. Para erigir y llevar a cabo una estrategia de cambio, debemos entender que hay dos hitos manifiestos a advertir y entretanto labrar. De un lado, reconquistar la ciudadanía y del otro, objetivar los propósitos comunes que como nación y para volver a ser, tocará principiar.

Ciudadanizarnos es menester asegurarlo. Solo con el yo y sin el nosotros, no sacaríamos del hoyo a esta tierra cuasi discapacitada. Hay un esfuerzo de comprensión y mas aún de empatía pendiente entre nosotros para poder encarar la hegemonía con la que se nos manipula y adultera en todos los escenarios sociales sin ninguna excepción.

El trabajo reciente de la UCAB sobre aspectos psicológicos del venezolano aunado a otros anteriores de la gente de SIC que he podido en el tiempo revisar, revelan que, cunde la desconfianza entre los miembros de las comunidades y ni siquiera los vecinos tienen alguna disposición a la plática sincera y menos aún, a compartir críticas hacia los detentadores del poder.

Paralelamente, opera un silenciamiento de los medios de comunicación sistemático y una censura que se impone a todo el espectro radial y televisivo, a los medios impresos y cabe acotar la autocensura de los entrevistadores forzados a mimetizarse para no terminar purgados. En el ultimo lapso de doce meses, Conatel, sin razones cerró y a veces expropió más de 120 emisoras de radio a placer, a lo largo y ancho de la geografía nacional.

“El gran hermano” de Orwell versión criolla labora implacable y sin control de ningún tipo. Para saber más, conviene leer a esa brillante venezolana y extraordinaria ciudadana Paola Bautista de Alemán, quien escribió hace unos años, pero nos ilustra todavía más ahora. (Paola Bautista de Alemán, A callar que llegó la revolución. La imposición del monopolio comunicacional en Venezuela, Cyngular Asesoría 357 C.A. Caracas, 2014).

Por otra parte, enhebremos a lo dicho otros hilos. Diosdado Cabello y Nicolás Maduro o Jorge Rodríguez y ese infeliz misógino gobernador de Trujillo, se dedican a menudo a amenazar a los opositores y a desafiar la soberanía nacional al indicar que, “ni por las buenas ni por las malas, saldrán del poder” y a celebrar las inhabilitaciones.

Eso lo hacen los más altos dignatarios nacionales y especialmente el vicepresidente del PSUV, desde el canal del Estado que, como la Fuerza Armada Nacional, ya no parece del Estado sino del partido político que gobierna autoritariamente. Eso se llama, por cierto, peculado de uso.

El tambaleante, sin embargo, bloque histórico, segregacionista y discriminatorio que han pretendido fundar e imponer, tropieza de un lado, con la acelerada fuga de 8 millones de venezolanos y con el fracaso para convencer de que una comunidad ideologizada puede totalizarse a pesar de todos los denuestos.

Hay víctimas, no obstante, inevitables; la nación y ese Estado que deja de ser república y también se desvanece como democracia, como soberanía ciudadana. Lo que sirve para unir, si está mal hecho, sirve para desunir.

En resumen, el proyecto “chavomaduristamilitaristacastristaideologizado” hace aguas y se sostiene por la represión y el silencio que el aparato antes de seguridad del Estado y ahora de inseguridad, a punta de amedrentamiento fragua.

En el pico de ese zamuro está la patria, sin más ni menos, y solamente una reacción resultante de la asunción de la irrefragable verdad que lo evidencia puede motivar una respuesta cónsona.

He sostenido y comparto el criterio del candidato César Alejandro Pérez Vivas, expuesto a comienzo de esta semana y para dejar claras las cosas. La vía electoral es la única posible en nuestro contexto para lograr una opción de cambio en lo político, económico, social e institucional y a esa tarea debemos dedicarnos.

No debemos olvidar que el legado “chavomaduristamilitaristacastristaideologizado” será una sociedad díscola, esquizoide, anómala y deberá recibir un tratamiento permanente a base de educación emancipadora. Pero de eso, nos ocuparemos después.

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@nelson.chitty

 


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