No es poca cosa lo que acaba de suceder en la plaza San Pedro, a las puertas del Vaticano. Que a un ciudadano se le arrebate la bandera de Cuba que exhibe, pacíficamente y de rodillas en representación de su nación, para mostrar ante la máxima jerarquía católica la urgencia de una transición a la libertad y la democracia en su país ¡no es poca cosa! La nostalgia por el papa Juan Pablo II, sencillamente, es dolorosamente innegable, y se hace hoy más presente que nunca.

¿Cuántos años más, después de sesenta y dos, habrá de llevar a sus espaldas la cruz del castrocomunismo el pueblo cubano?. ¿Cuántas naciones más, después de la trágica caída venezolana bajo sus garras, habrán de soportar la destrucción de la unidad familiar, la libertad de empresa y el hambre a causa del comunismo?. ¿Cuando será el turno de Colombia? ¿Del Brasil? ¿Por cuánto más habrá de pasar Nicaragua bajo la burla de la superchería desde el poder, frente a la real soberanía de su pueblo?

La humanidad enfrenta hoy, en medio de la pandemia, tiempos de incertidumbre. Desde los ámbitos del pensamiento y la reflexión sobre la organización de las sociedades, los valores y los principios en juego se están anclando dentro de un escaso liderazgo espiritual y la “minusvalentía”  de los que estarían llamados a ser naturales contralores de conductas.

El respeto a la dignidad humana, y los límites de uso y abuso de la fuerza represiva para someter la libertad de conciencia de los pueblos, es un grito del nuevo mundo que es necesario construir. Como son los casos de Cuba, Nicaragua y Venezuela, en América, contra el yugo miserable de sus dictaduras genocidas. Así mismo los casos en Asía, como el de China y Corea del Norte, urgen también de una posición verdaderamente cristiana, serena pero valiente ante la clara necesidad de superación del comunismo.

La justificación de no alzar la voz para no contradecir esos y otros actores, en medio de prioridades de “semiocultos negociados” (entre el cielo y la tierra no hay nada verdaderamente oculto) se percibe cada vez desde un mayor déficit de mística, y la prevalencia de un mundo de mercaderes sobre las posibilidades de avanzar a mayores niveles de libertad y democracia planetaria.

Es vital el enfrentar estos tradicionales actores, que cada vez están más alejados de lo espiritual, sin ética hacia el auténtico bien común de las naciones, con el pragmatismo puro y duro de mantener el poder, sin marcos de referencia moral para una evolución internacional del sistema democrático. Más y mejores niveles de energía constructiva internacional parecen estar perdiendo fuerza, y están apagándose, más y más, de modo claudicante frente a un deseo de riqueza material de sus élites, que no alcanzan al parecer a intuir el grave peligro que corren nuestras naciones del mundo occidental, aún libres

Si vamos a la dinámica geopolítica actual, todo parece indicarnos que los poderes económicos y militares de los países de gran poderío como China, por ejemplo, han ido moldeando, junto a la participación de otros actores que, cual mercaderes, por ejemplo Rusia, Cuba, Turquía o España, buscan un nuevo curso no tradicional de acción y control hacia negociados con territorios e intercambios en redes criminales, para capturar beneficios de mayor dominación de las poblaciones, y de las fuerzas productivas. Solo atienden a búsqueda y conservación de poder, y el beneficio de ellos como dirigentes partidistas, mafias militares y nuevas clases dirigentes empresariales oligárquicas. Así toman decisiones desde organismos internacionales y nacionales, administrando el siempre postergado anhelo de mayor prosperidad, libertad y democracia para otras naciones, y para el disfrute de los derechos humanos que deberían universalizarse para todos, ante la ley y por igual.

Un nuevo mapa continental de América toda es necesario edificar. Es vital, más que necesario, derrotar los movimientos que ya están más que detectados, y que actúan dentro del entramado del manejo de intereses de narcocapitales, sin control ni orientación hacia la producción de sana riqueza, para el bienestar de las sociedades. Las crisis migratorias hacia su territorio son solo un síntoma grave, pero un síntoma no más. La estrategia de las infiltraciones extremistas-narcoterroristas, que ya actúan abiertamente en su sistema político, el peligro es ya una realidad. Presionando, cada vez más, a través de verdaderos narcoEstados con sus  redes criminales en Latinoamérica, con control de la información y otros métodos de manejo de influencias, dentro del manejo de capitales, han logrado la ascensión de peligrosas nuevas mafias dentro del espectro del mundo político desarrollado. En ese espejo debe verse Estados Unidos frente al Vaticano y sus problemáticas situaciones de escándalos de manejo de fondos y depósitos de líderes del mundo político y empresarios en paraísos fiscales y fondos ocultos en las arcas del Vaticano.Si Dios le dió ese papel a los Estados Unidos que como nación estuviera llamada a ser principalisima líder del tiempo de nuevos retos que ha llegado para quedarse, y por un largo periodo de lucha por la democracia continental y mundial, que San Pedro se lo bendiga.

@gonzalezdelcas

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