Hemos venido estudiando mediante instrumentos adecuados el desarrollo de la geopolítica internacional, el seguimiento detallado institucional de la política venezolana, las consecuencias y alcance de los factores que limitan en general la democracia, los derechos humanos y su interacción continental. Ello ha estimulado el desarrollo de trabajos puntuales documentados en una suerte de análisis crítico que permita la construcción de contenidos, informes y artículos que sean útiles a terceros para la comprensión de la dinámica acción política del régimen e intentar producir ciertos efectos de cambio en el modelo político venezolano. incluyendo la interacción regional y global.

Conociendo la competencia de muchas personalidades venezolanas sobre estos particulares es necesario compartir en su propio radio de acción puntos de vista, y quizás, cuestiones claves en este período de gran crisis aprovechando las horas de reflexión para intentar contribuir modestamente de alguna forma a dibujar a mano suelta líneas para que se perfeccionen iniciativas de cambio como lo haría cualquier venezolano sometido a los efectos de la tiranía, esté en el país o haga vida trashumante en medio mundo.

Desearía que los comentarios derivados lleguen a la fuente del poder democrático para ayudar a clarificar la visión de sus dirigentes y ampliar la comprensión de los factores que nos han hecho dejar de ser un país, el cual ha sido sacudido por intereses corrompidos y sometidos al apoderamiento, ya no de un poder militar y de intereses de fuerzas no democráticas, sino que además, han desmoronado, arruinado y expoliado al país con intereses mafiosos internacionales que afectan y desestabilizan al continente americano.

Es imprescindible en esta coyuntura hacer todo el esfuerzo necesario que se nos permita articular con la organización opositora contraria al régimen que afortunadamente se ha sustentado en un evento absolutamente constitucional, permitiendo exponer al mundo la ilegalidad del régimen que usurpa el poder, y que dio como consecuencia la designación de un presidente interino en medio de una composición heterogénea de fuerzas políticas y de otro orden lo que permitió su reconocimiento internacional por parte de gobiernos democráticos sustentado por actuaciones legales demostradas a satisfacción.

El régimen se ha manejado con estrategias de fuerza hacia la población venezolana, la cual ha sido sometida y secuestrada mediante el soborno. Ha facilitado la riqueza fácil de sus cómplices, pero al mismo tiempo ha inducido pobreza e inseguridad, provocando su dependencia para finalmente obligar a someterse a sus intereses a través de premios y castigos, bonificaciones y privilegios ideológicos controlados. Muchas personas han caído bajo su dominación, y  eventualmente un número importante de ellas se hacen cómplices del constructor de su desgracia.

Algunos personajes conocidos, que militan en la oposición, curiosamente, se muestran proclives a negociar o alternar con la dirigencia oficial, estimular el diálogo y afianzar de esta manera acuerdos con persecutores y agresores. Una actitud que ciertamente no se debe atribuir a una genuina reconciliación, sino al padecimiento de un mal bastante más frecuente de lo que se creía. Un síndrome que, agregado al arribismo social, resulta demasiado perjudicial para un país atado ideológicamente a la corrupción, a las políticas de dependencia cubana y de países antidemocráticos que encontraron en el sistema la gran oportunidad de explotar los recursos del país, y favorecer una red comercial con las reglas del crimen organizado.

En este crucial momento en Venezuela, unos segmentos de la oposición están asociados con algunos de los principales dirigentes del régimen que han sido alcanzados internacionalmente por los delitos de narcotráfico y lavado de dinero, confirmando lo que ya anteriormente el Tribunal Supremos de Justicia Legítimo había sentenciado el pasado año. Esta situación que cubre al país ha penetrado al continente con políticas antidemocráticas y tiene que ser necesariamente desplazado en beneficio de las libertades públicas y de la democracia.

Es evidente que el panorama político ha cambiado y ha quedado en el aire la pretensión de continuar negociando con delincuentes cuya cabeza tiene precio y la situación se torna emergente ante la necesidad de una ayuda humanitaria y anula la pretensión de unas elecciones parlamentarias potenciando la necesidad de un gobierno de transición. La legitimidad de la Asamblea Nacional frente al régimen y sus políticas ha quedado expuesta por sus acciones de conciliación o diálogo, por sus deserciones y creación de otra junta directiva, desbalanceada por una ilegal asamblea nacional constituyente, con un Tribunal Supremo de Justicia Legítimo en el exilio, el cual se ha dividido a su vez en dos TSJL. El régimen creó otro tribunal, también ilegítimo, dirigido por un ex convicto, con una Fiscalía también en el exilio que tiene graves acusaciones de corrupción. Asamblea que ha propiciado diálogos con funcionarios del régimen chavista que rompieron anticipadamente pero que quedaron comprometidos económica y financieramente aparentando haber pasado a la oposición. Esta situación muy delicada los limita para pretender que sus integrantes formen parte de un Consejo de Gobierno.

La ausencia de servicios dentro de una gravísima crisis económica clama por ayuda humanitaria. Esta necesidad aparece como una fórmula desesperada ante países y organismos internacionales. Por supuesto, esta no aparecerá a menos que se rompan los requerimientos conjuntos sustentada en una potencial cohabitación entre oposición y régimen usando demagógicamente la situación precaria de la familia venezolana y la excusa de la pandemia del covid-19 que se nos viene encima.

En este momento el presidente de la Asamblea y presidente interino está en la cuerda floja ante la desestabilización social y la postura retadora del régimen. Tiene un discurso confuso e ineficaz, incluso ingenuo, en consecuencia, tiene que asumir con mayor énfasis su responsabilidad, sacudirse del colaboracionismo y llamar a la sociedad civil para gobernar verdaderamente en un estado de transición, delegar funciones que no ha cumplido y dar paso a un Consejo de Gobierno de la Transición que conduzca con mejor competencia lo que él no ha podido terminar. Con toda urgencia se deben nombrar a competentes funcionarios en ministerios y organizaciones claves, e integrar un Consejo de Emergencia Nacional, y obviamente se debe tomar en cuenta la coyuntura relativa a filtrar la responsabilidad delincuencial de partidos e individualidades cómplices del régimen, especialmente procedentes del chavismo que, ya enriquecidos y con antecedentes irregulares de su comportamiento, son ahora «opositores», o más bien, gatopardos o topos. Una vez logrado este objetivo, es necesario ejercer el poder con los organismos creados en propiedad acompañado de la neutralización de los individuos convictos y confesos integrantes de las fuerzas armadas socialistas acompañados de una estrategia de expulsión de las fuerzas invasoras cubanas y la lucha a muerte para librar las bolsas de narco guerrilleros a lo largo del país con la ayuda de un plan internacional.

En la coyuntura, se debe obligatoriamente solicitar la presencia de la DEA en el país para que los grupos de inteligencia democráticos internos hagan conjuntamente con ellos lo necesario para instrumentar las decisiones judiciales puestas en práctica por la administración de justicia norteamericana al declarar a funcionarios como narcotraficantes y al Estado terrorista, sin olvidar que cualquier relación de cualquier naturaleza con esos personajes con antecedentes, automáticamente los hace cómplices y potencialmente delincuentes, e inevitablemente sujetos a la acción de la justicia.

La sociedad civil representada por organizaciones no contaminadas, personas honorables que han sufrido el desprecio y opresión del régimen y de la misma oposición oficial, debe emerger con toda la fuerza popular organizada y buscar el reacomodo dirigencial pudiendo ofertar sus mejores capacidades para contribuir y terminar la tragedia que se ha cernido sobre el país. Debe ser el catalizador de un cambio de verdad, y contribuir a deponer a la delincuencia organizada con toda la ayuda institucional necesaria y colocarlas en el hábitat adecuado para el cumplimiento de las sanciones aplicadas a los delincuentes sentenciados o por sentenciar.

Hay una potencial y positiva esperanza, organicémonos para retomar la conducción democrática de un pueblo sufrido y expoliado cuya contribución será necesaria para reconstruirlo. Tenemos la responsabilidad ciudadana de hablar con la dirigencia internacional y nacional, hacer llegar los conceptos fundamentales para potenciar la experiencia de nuestros dirigentes al más alto nivel y lograr que tomen el camino correcto. Hemos visto cómo el arribismo entra a los esquemas de gobierno y luego al hacerse evidentes sus actuaciones son sacados y hasta perdonados, no podemos tomar ese riesgo y hay que conversar con dirigentes de gran poder de convencimiento para revisar y reconducir decisiones.

Si la amplitud social o tolerancia llama a integrar a todos, incluso al chavismo, este debe ser examinado a fondo y excluirlo, si no estaremos introduciendo topos en el sistema que nuevamente lo va a podrir. Los individuos en general pueden ser de buena voluntad, pero los actos de contrición ante los desafueros cometidos se olvidan fácilmente. Cuidado con esa decisión antipopular que puede tener un alto costo, si los integran serán rechazados popularmente, ya hay experiencias sobre este tema.

Los secuestradores del poder ya no tendrán escapatoria, y los secuestrados cuya devoción oportunista les permitió aliarse y colaboraron con el régimen deben apartarse. No dudamos que personas honorables, de gran prestancia, experiencia y reconocidos, ayuden a la conformación de una fuerza organizada que canalice acciones y consejos para logar lo mejor para salir de esta terrible situación que no puede continuar. Los vientos de libertad se desatan en Venezuela.

@genamos

 


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